Andrea
Esta cosa de la relación no va tan bien desde que Patrick sigue desaparecido. Es tan cabezota. Mientras, yo sigo pensando en qué mierda pasó con mi vida qué salté de acostarme con mujeres a ver atractivos a dos hombres y hacer de todo con ellos. No lo sé, sinceramente esa es la respuesta. Lo peor es que uno de ellos es mi mejor amigo.
Al menos nos va bien en el negocio, las ventas dieron frutos y se compró más, ahora tenemos dinero, y pronto vamos a mudarnos a un lugar más grande, estamos expandiéndonos realmente rápido.
Cierro el libro contable, la última inversión también fue por parte de Patrick, pero en la próxima podemos participar nosotros. Me levanto, el casino que le jodimos al Salvatore nos vino de perlas, también trajo problemas, pero nada del otro mundo.
Enzo se encargó de la situación, no por nada es mi jefe de seguridad desde siempre, confío en él plenamente, tanto como para…
Sí, estoy enredándome, y nadie más que yo tiene la culpa.
Dejo esos pensamientos de lado por el momento, el hecho de que estemos teniendo sexo no debe ser relevante, todos tenemos necesidades, sólo estamos encargándonos de esas cosas. Así es, simple y sin confusiones de por medio.
Bajo las escaleras y al primero que veo es a Enzo hablando con Ben, me acerco a ellos y coloco una mano en el final de su espalda, ahora que lo hacemos con regularidad ninguno se tensa con el toque del otro, pero nos aseguramos de mantenerlo discreto.
Tampoco queremos que todos se enteren de lo que hacemos, Ben lo sabe, y algunos guardias de casa lo supieron a la fuerza, se les paga bastante bien para que mantengan la boca cerrada y olviden el trauma. Si quieren que se paguen al psicólogo.
—¿Hay problemas? —Enzo me da una sonrisa sólo para tranquilizarme, el tema con Patrick me tiene de los nervios, también a él, intenta transmitirme calma, pero a estas alturas sé que ya no está tan seguro de sus palabras.
—No hay problema, pero aún no hay noticias de Patrick —hago una mueca, tres días, y al parecer se deshizo de su teléfono.
—Vamos a casa.
—Claro —Enzo mira a Ben y le arroja la misma oración de los últimos días—. Si viene por aquí llámame, estaré pendiente del teléfono.
—Claro.
Enzo sube al Aston Martin y yo del otro lado, Patrick es quien suele usar las motos, Enzo es enfermo a los autos y yo, bueno, yo estoy acostumbrado a tener a Enzo al volante. Sí, soy una criatura de hábitos, no me juzguen.
Me actualizo sobre algunas cosas con Enzo de camino mientras intento llamar a Patrick, no hay nada, las llamadas no conectan, es una gran pérdida de tiempo. Saludamos a los chicos al entrar a casa, ahora que tienen cuatro meses son un poco más pesados y están comiendo sustancialmente.
Enzo revisa la casa, no tengo idea de por qué si sabe que no está, pero bueno, cada uno con lo suyo, dejo el teléfono sobre la mesa en medio de la sala de estar y acaricio a los cachorros. Enzo se une a mí con un suspiro diciéndome lo que ya sé, no está.
—¿Crees que…? —cualquier cosa que iba a decirme se corta por el ruido y miramos hacia la entrada del garaje.
Patrick.
De rodillas, en el puto piso y con la mirada perdida, nos levantamos más rápido de lo que puedo procesar para ir con él y lo hago sentarse en el piso, Ben aparece detrás.
—Llegó así al casino, estaba haciendo toda una escena para verlos, así que no pude llamar.
—Gracias, Ben, nosotros nos ocupamos.
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(III) Perversas intenciones (BL)
Ficción General¿Amor? No me hagan reír, tampoco soy de los tontos que se obsesionan. A mi padre le funcionó, pues felicidades para él, pero no soy de esos. Lo mío es la adrenalina, mi trabajo, dar órdenes y ahora infiltrarme en la mafia Italiana para acabarlos des...