Capítulo 17

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Andrea

Me separo del beso con Enzo y comienzo a mordisquearle el cuello, me agarra el pelo y con la otra mano acaricia mi espalda. Me sigue pareciendo raro acostarme con mi mejor amigo, pero eso no me impide excitarme con la cuestión. Soy amante del morbo, esta situación me gusta bastante, Patrick sabe perfectamente cuando presionar.

Muerdo la nuez de Adam haciéndolo jadear y sigo bajando, recorro el tribal en su pecho con los labios, mordisqueo un pezón, las piernas enredadas en mi cintura me presionan aún más haciendo que nuestras erecciones se rocen.

—¿No tuviste suficiente?

—No, dejas que Patrick te folle, ¿no puedo hacerlo yo? —Enzo me jala el pelo y me lleva hacia sus labios. Nos besamos lentamente.

—Puedes hacer lo que quieras, de eso se trata, ¿no?

—Si no quieres que lo haga no hay problema —resopla y señala la mesa de noche.

—Agarra lo que necesitas.

Me estiro y agarro el lubricante junto a los preservativos para ponerlos a mi lado, me quedo con el envase de lubricante en la mano pensando en cómo usarlo, teóricamente sé que hacer, pero nunca he preparado a un hombre.

—No sé como… bueno, es…

—¿Nunca preparaste a Patrick?

—¿Lo ves con paciencia como para esperar por mí?

—Supongo que no —murmura—. Humedece tus dedos y deslízalos lentamente, justo como lo hice contigo.

Dejo lubricante en la palma de mi mano y acaricio su falo con un apretado agarre, muerde su labio inferior, luego bajo y deslizo mi dedo al menos hasta el nudillo.

—¿Así?

—Puedes ir más profundo, no tienes que tener tanto cuidado —frunzo el ceño, se supone que es preparación,  hay que tener cuidado.

—No quiero hacerte daño.

—Andrea, Patrick me folló anoche, ni siquiera necesito mucha preparación, pon un dedo, luego otro y otro, si duele voy a decírtelo —el tono de regaño en su voz me enoja, así que pongo el dedo hasta el final al tanto de su estremecimiento.

Acaricio alrededor imitando lo que hizo conmigo y pongo otro dedo, respira con fuerza, jadea, algunos músculos se contraen, es un buen espectáculo. Lo beso mientras pongo un tercer dedo, la impresión hace que me muerda. 

—Me gusta hacer esto, ver las expresiones de placer —gruño contra su boca, Enzo vuelve a besarme.

—Bueno, ya sabes hacerlo, ahora puedes follarme.

Agarro uno de los paquetes de preservativos, luego de romperlo lo deslizo en mi pene, ni siquiera tengo idea de por qué estoy nervioso, no es mi primera vez, incluso dejé que me hiciera esto mismo.

Agarro su cintura y me deslizo en su interior olvidándome de tener cuidado, Enzo gime y me abraza con las piernas, lo beso y me muevo una, dos veces, no puedo evitar sollozar.

—Oh, Dios.

—¿Por qué estás llorando? —Enzo me limpia las mejillas y deja un beso en cada una, uno nuestras frentes y suspiro.

—Lo siento.

—¿El qué?

—Esta situación —admito, es mi mejor amigo, no deberíamos estar disfrutando de estas cosas. Es demasiado enfermo de nuestra parte, esto nunca debió pasar, pero está pasando. Enzo afloja el agarre de sus piernas y me acaricia el pelo.

(III) Perversas intenciones (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora