Capítulo 28

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Enzo

Intento ignorar la discusión de Andrea con Patrick, los últimos días sólo hacen eso, Andrea está paranoico con esas malditas chapillas, si hubiese sabido que le molestaban tanto no las habría devuelto. Creo que eso nunca fue una opción, Patrick no funciona bien sin esas cosas, Andrea lo sabe, el problema es que mientras más le moleste Patrick se aferrará con más fuerza.

Termino de ponerle azúcar al chocolate y lo muevo, los cachorros andan gruñendo con Patrick y Andrea, se toman la discusión muy en serio, a veces incluso los muerden.

—¿Por qué estamos peleando? —le doy un sorbo a mi chocolate mientras miro al ruso insoportable, en serio, no quiero recordar todas las estupideces que me dijo cuando viajamos juntos.

Suele pasar las tardes aquí, supuestamente para hacernos compañía, creo que es sólo para chismosear, pero bueno, no sé nada, suelo ignorarlo después del momento que compartimos. Debo admitir que tiene buenas ideas, pero una boca muy sucia.

—No es de tu incumbencia.

—Es complicado —murmura, haciendo una mueca—, cuando uno está de buen humor el otro no, una relación de este tipo es como asegurar la guerra en tiempo de paz.

—Nadie te preguntó.

—Pero el sexo debe ser jodidamente alucinante —vuelvo a tomar un sorbo y respondo aunque no fue una pregunta.

—Lo es.

—Verlos debe ser una maravilla —toca mi mejilla, levanto las cejas, tiene que aprender a no tocar cuando quiera.

—Deja de tocarme.

—¿Por qué…?

—No tienes permiso para tocar a Enzo, aléjate de él —Andrea llega a la cocina y le aparta la mano bruscamente, Markov apoya la cabeza en su mano y sonríe.

—¿No me digas que sigues enojado porque lo hice excitarse? Debo decir que fue el que más resistió mi charla sucia.

—Eres insoportable —Andrea ve la tarea de prepararse chocolate más que tediosa, así que termina por quitarme el mío y darle un sorbo.

—Dime, ¿por qué estás tan enojado con mi primo desde temprano?

—No seas metiche, Markov —Patrick es quien lo regaña esta vez, está listo para salir aunque es nuestro día libre.

—Es lo único entretenido estando en medio de la nada.

—No te invitamos a vivir aquí.

—Por eso vengo de visita —replica.

—¿Cuándo te vas?

—Hoy, ya tuve suficiente, tres días es todo lo que puedo aguantar aquí, tengo calor.

—No seas Neanderthal. 

—Mi país es más agradable —Patrick resopla.

—Te gusta congelarte las bolas.

—Tengo quien las mantenga calientes.

—Ninguno como mi hermano.

—No te desquites conmigo, que no tengo la culpa de que pelees con los italianos.

—Sólo con Andrea —recalco, haciendo que los dos me miren con mala cara, Patrick niega.

—Saldré un rato, necesito salir de aquí.

—Voy contigo —agradezco internamente que no se quede con nosotros, Patrick le tira una chaqueta.

—Vamos, cúbrete, no hay frío, pero si hay sol.

(III) Perversas intenciones (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora