Patrick
Despierto con los cachorros mordisqueándome los talones y miro alrededor, estoy completamente solo, mis hombres no están cerca. Me doy un baño y bajo, nadie, tampoco tengo mensajes en el teléfono o… agarro la nota pegada en el refrigerador y la desecho luego de leerla. No puedo creer que me dejaran aquí tirado como un perro.
Les doy el biberón a los chicos, desayuno algo y luego bajo al garaje, por supuesto que se llevaron el Nissan, olvídenlo, no me importa, no planeo esperar en casa como si fuera el ama de casa en la relación.
Obvio no soy ama de casa.
Agarro las llaves de la moto y subo, salgo sin los guardias esta vez, no los necesito, no me interesan, sé protegerme perfectamente. Estaciono en un bar que parece bueno y camino hacia la barra, el barman me ofrece una sonrisa y pregunta enseguida en qué puede ayudarme.
—A emborracharme, ponme lo más fuerte que tengas —en pocos minutos tengo mi bebida y la trago de una sola vez.
Me siento solo y caliente, para colmo con el orgullo hecho polvo, porque los malditos hijos de puta me dejaron en casa. Vuelven a ponerme otro trago y hago lo mismo, necesito más alcohol en el sistema, estoy comportándome de forma ridícula.
No soy el amante de nadie.
Soy Coronel de la IMS2. No más.
Estoy aquí para engañar, joderlos y finalmente romperlos, para eso vine.
—¿Esperas a alguien? —miro a la mujer que se me ofrece, tiene grandes pechos y un vestido con escote que no deja nada a la imaginación, lástima, no me van las tías.
—Bando equivocado, belleza —ella se ríe y se apoya en la barra.
—¿Sabes? Tengo un amigo gay —levanto una ceja y ella apunta hacia una mesa, el hombre bebe de su trago sin quitarnos la mirada.
—¿Y entonces, está interesado?
—Puedes estar seguro, ¿no quieres acercarte y hablar?
—Mmm… —el teléfono en mi bolsillo vibra, lo ignoro, agarro mi vaso y me siento en la mesa de los desconocidos, el rubio bebe de su cerveza.
Los rubios no son mi tipo, sólo Enzo logró torcer mi regla, quizás porque el color del pelo no se parece tanto al de Maddox o Azael, tampoco tiene los ojos muy comunes. Vuelve a vibrar el teléfono en mi bolsillo y agarro el vaso con fuerza, no soy un cachorro que va cuando su amo quiere.
Soy Patrick Werner, Coronel de…
—¿Eres nuevo por aquí? —ni siquiera me da tiempo contestar, veo a Enzo detrás de la silla del hombre y mi cuerpo se calienta al instante. Mis reacciones a estos hombres son algo digno de contemplar.
—¿No vas a responderle? —se poya en la silla y levanta las cejas, no se ve particularmente molesto, supongo que no hará el ridículo delante de toda esta gente, busco alrededor, ni rastro de Andrea. El hombre rubio con el que acabo de sentarme lo mira y frunce el ceño.
—Perdón, ¿pero quién eres?
—Uno de los hombres que estuvo follando con tu nueva conquista anoche y en la madrugada.
—¿Qué? —Enzo se ríe y saca su pistola, mis acompañantes se congelan por completo.
Desliza el cañón del arma por el cuello del hombre, incluso su boca, él está completamente paralizado, la chica hace un ruido de terror a mi lado, pero yo no puedo estar más caliente por lo que estoy presenciando. Se parece a mi escena en el campamento, me alegra ver que no soy el único que hace el ridículo.
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(III) Perversas intenciones (BL)
Ficción General¿Amor? No me hagan reír, tampoco soy de los tontos que se obsesionan. A mi padre le funcionó, pues felicidades para él, pero no soy de esos. Lo mío es la adrenalina, mi trabajo, dar órdenes y ahora infiltrarme en la mafia Italiana para acabarlos des...