Esa noche estaba escalando rápidamente para convertirse en una maldita locura. Su autocontrol se deslizaba cada vez más lejos, haciéndole difícil la tarea de mantenerse en su papel. Pero era demasiado para soportar. La casa, la compañía, el ambiente... jodidamente todo le ponía los pelos de punta, y lo único que quería era darle un puñetazo a alguien, a Salazar de preferencia.
Tuvo que morderse la lengua con fuerza cuando vio a Harry inclinarse sobre la mesa para inhalar una de las rayas de coca que Salazar había cortado con una tarjeta de crédito sobre su escritorio. Porque sí, los había llevado al que parecía ser su despacho. Al menos eso era bueno, que les mostrara en que punto de la casa estaba.
En su mente, Matvey ya estaba armando un mapa, para orientarse en el caso de que fuera necesario meterse a hurtadillas en aquella casa para poder buscar información sobre la agente Silvera, y de paso, desenterrar los esqueletos suficientes en el armario de Salazar, para por fin llevarlo hacia la justicia.
Sus ojos se desviaron por un instante a la computadora sobre el escritorio. Sería tan fácil insertar el pequeño dispositivo en uno de los puertos USB para poder instalar un programa espía que les permitiera visualizar en tiempo real lo que Salazar hacía en ese ordenador. El problema es que necesitaría unos minutos para eliminar todos las contraseñas. No podía hacerlo con tantas personas observando.
—Esta es mierda de la buena— dijo Harry echando la cabeza hacia atrás esnifando un par de veces—. Joder, Killian. Es en verdad buena, sin duda te desharás de ella con mucha facilidad.
El alias de Harry era bastante cuestionable. Su historial delictivo era grande, tenía antecedentes por distribución de drogas, así que no era para nada escandaloso saber que durante su tiempo encubierto, se viera empujado a consumir drogas. Tampoco era el primer agente que lo hacía, porque a veces, para construir un alias creíble, se debía llegar incluso al fondo.
Cuando Harry conoció a Salazar y se infiltró en su vida, lo hizo precisamente con sus habilidades criminales. Y para distribuir ese tipo de mercancía, debías probarla, ¿no?
Bueno, a Matvey nunca le gustó esa parte de Jett Thorton. Era uno de los alias más moralmente cuestionables que Harry había manejado, pues en más de una ocasión se vio en la obligación de hacer cosas turbias por mantenerse a salvo junto con la misión. Acostarse con Salazar fue solo una de esas cosas. Consumir coca era igual de malo.
No diría que su compañero haya estado en riesgo de volverse adicto, pero tampoco estuvo totalmente a salvo. Y ver en primera fila como Harry inhalaba otra raya de coca, lo llenaba de un apremio que le retorcía las entrañas. Aún no era una misión perdida, pero cosas como las que estaba presenciando lo hacían sentir que el éxito estaba cada vez más fuera de su alcance.
—Sabes que solo consigo lo mejor— Killian se sentó a medias en el borde del escritorio, con los brazos cruzados y toda su atención sobre Harry—. ¿Cuánto crees que tardarás en distribuirla?
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Metanoia (Love & Pain #1)©
RomanceCuando no sabes quién eres, es fácil vivir en un mundo lleno de... mentiras. Pero es peor amar a alguien que no sabe quién es, ni lo que quiere. A través del dolor aprendes que los cambios no solo deben ocurrir en la mente, o en el corazón. También...