Emily observó el plato frente a ella con una mezcla de resignación y disgusto. La jambalaya, humeante y perfumada con especias, parecía tan apetecible como siempre, pero después de dos meses confinada en la habitación de Alastor, era todo menos emocionante. Había sido su única opción de alimento desde que llegó al infierno, y aunque al principio lo consideró un lujo, ahora su estómago empezaba a rebelarse contra la monotonía.
Suspiró y apoyó la cabeza en una mano, mientras revolvía la comida con la cuchara. Alastor, sentado frente a ella con su característico porte altivo, no tardó en notar su expresión. Sus ojos rojos brillaron con un destello curioso y una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.
—¿Qué pasa, querida? —preguntó con un tono que mezclaba sarcasmo y fingida preocupación—. ¿Acaso mi jambalaya ha dejado de ser deliciosa?
Emily negó rápidamente con la cabeza, temiendo que sus palabras pudieran ofenderlo.
—No, no es eso... —respondió con prisa, tratando de suavizar la situación—. Es solo que... es lo único que he comido desde que estoy aquí. Seguramente debe haber algo más, ¿verdad?
Alastor inclinó la cabeza hacia un lado, como si reflexionara profundamente sobre su respuesta. Por supuesto, sabía que Emily no estaba equivocada; tenía acceso a una amplia variedad de alimentos, pero había algo deliciosamente entretenido en mantenerla atada a la rutina. Sin embargo, esta vez decidió jugar con su exasperación. Con un brillo travieso en los ojos, alzó su tenedor, en el que reposaba un trozo de carne cruda de venado. La sangre goteaba lentamente, y el aroma ferroso era inconfundible.
—¿Te gustaría variar el menú? —preguntó, acercando el tenedor hacia ella con teatralidad—. Aquí tienes, algo especial para ti. Venado fresco, cortesía de tu anfitrión.
Emily abrió los ojos de par en par, horrorizada por la propuesta. Apretó los labios con fuerza, negando vigorosamente con la cabeza, mientras retrocedía instintivamente en su asiento. Alastor soltó una carcajada suave al ver su reacción.
—¿Qué pasa, angelita? —dijo con un tono burlón—. ¿No te apetece probar algo... más auténtico? Es un manjar, aunque... admito que podría estar un poco pasado.
El aroma metálico de la carne cruda la hacía sentirse nauseabunda. Antes de que pudiera replicar, tomó la cuchara y llenó su boca de jambalaya de manera exagerada, casi cómica, tratando de escapar del ofrecimiento. La mezcla de sabores especiados inundó su paladar, y aunque ya no encontraba el plato tan emocionante como antes, era infinitamente preferible a la carne que Alastor le ofrecía.
El ciervo demoníaco arqueó una ceja, divertido por su reacción, y se reclinó en su silla mientras se llevaba el trozo de carne cruda a la boca con deleite, masticando lentamente para maximizar su incomodidad.
—Sabia decisión, querida —comentó entre bocados—. Aunque me pregunto cuánto tiempo más podrás soportar esta dieta tan monótona antes de sucumbir a algo más... exótico.
Emily tragó rápidamente la comida, intentando ignorar sus palabras.
—Preferiría seguir comiendo jambalaya por el resto de la eternidad antes que probar eso —replicó, frunciendo el ceño.
Alastor soltó una carcajada, un sonido que reverberó por la habitación. Era diferente de las risas crueles que solía usar para intimidar; esta vez, había algo casi genuino en su diversión.
—Eres un caso curioso, Emily —admitió, señalándola con su tenedor vacío—. Pocos aquí se atreven a desafiarme, incluso en algo tan trivial como la comida.
Emily no respondió de inmediato, mirando el plato con una mezcla de alivio y resignación. Finalmente, levantó la mirada hacia él, frunciendo ligeramente el ceño.
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Contrato de sangre [AngelicSmile]
FanfictionAlastor creía que ayudando a la princesa del infierno , estaría más cerca de gobernarlo . Por eso llegó al hotel . Y en tan solo un poco más y llegaría a la cima de ambos reinos . o... Emily es desterrada y se encuentra al demonio de la radio luego...