Capítulo 13

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Si bien dejo en claro que su esposa no sabía nada, TaeHyung se negó a escucharlo y mando a encerrar a ambos. De igual manera, sabía que su omega no lo dejaría, así que, fuera inocente o no en la situación Park YeJi no hubiera dejado solo a su alfa y de igual manera estarían encerrados los dos.

Pero, ambos estaban sorprendidos, porque definitivamente no estaban solos.

— Creí que era su hombre de confianza. —SooHyun sonrió burdo—. Supongo que la sangre Kim realmente corre por sus venas.

SeoJoon les sonrió sin gracia. Su rostro estaba golpeado y uno de sus ojos apenas comenzaba a abrirse debido a la hinchazón.

— Se ha vuelto cruel de un momento a otro. —El alfa los miro con pena—. He sido amigo del líder Kim TaeHyung y algo como esto no había pasado. Él debe... Debe de estar pasando por un mal momento.

— A regalado omegas como si fueran nada más que objetos, las pocas joyas y la poca siembra también nos ha sido arrebatada dejándonos a nada de la pobreza. —El señor Park lo miro con molestia—. El líder Kim solo está dejando a su manada de lado.

SeoJoon calló. Si era sincero consigo, TaeHyung comenzó a darle miedo; no había arrepentimiento en sus acciones, solo veía furia y sed de venganza en sus ojos. Le aterraba que pronto eso se convirtiera en avaricia.

Muy en el fondo, no quería que terminara como el antiguo líder Kim.

YeJi, arrinconada en una esquina no prestaba atención. Su mente estaba en otro lado; ¿Qué fue lo que había pasado con JiMin? Miro a su alfa. Este se negó rotundamente hablar.

Las rejas fueron abiertas por uno de los hombres de TaeHyung.

— Nuestro señor quiere hablar con usted. —La sonrisa del hombre los estremeció—.  Y quiere toda su cooperación, señor Park.

☪️


Los días siguientes fueron casi lo mismo que los últimos meses. La gente se encargaba de la siembra, buscaban madera en el bosque y cazaban para poder alimentar a la manada; la buena administración y las cosas que se hurtaron y repartieron de la manada Kim ayudaban a la tranquilidad del lugar.

JiMin admiraba la organización que la manada Jeon tenía, además del desapego que JungKook parecía tener por las cosas materiales. La gran casa, que en realidad era casi como todas las demás, en lo único que se diferenciaba, era la  extensa área verde; seguramente para el gran lobo del alfa. Fuera de ello, Jeon no parecía tener grandes tesoros más que una morada cálida y hogareña.

Sí, las cosas casi eran lo mismo.

— ¡Mgh! —JiMin tapaba su boca con ambas manos. Estaba recargado en la pequeña mesa que tenía JungKook, lo cual agradecía; las piernas le temblaban y dudaba que pudiera sostenerse.

Una nalgada lo hizo jadear.

— No cubras tu boca, omega. — JungKook lo miro desde atrás con molestia—. No me gusta.

JiMin trato de pedir disculpas, pero la lengua de JungKook de nuevo penetrándolo solo le permitió balbuceos.

— ¡Ah, Diosa! —El omega se agarró de las orillas de la mesa dejando que los gemidos fueran la melodía del lugar.

JungKook sonrió satisfecho. Amaba los gemidos de su pareja, eran tiernos pero extremadamente excitantes. La voz de JiMin era bonita, era aterciopelada, suave y  dulce. Jeon podría escucharlo reír, hablar o gemir toda la vida.

— Buen omega. —JungKook mordió el glúteo derecho antes de meter dos dedos por la entrada ya lubricada—. Tan hermoso omega, tan obediente.

— Alfa. —JiMin se recargo en sus brazos. Dejo que JungKook besara su espalda para subir hasta su cuello, dónde chupo y dio pequeñas mordidas sobre la marca. Park estaba tan feliz; era un omega marcado, un omega marcado por el líder de los rebeldes, por Jeon JungKook, por su alfa destinado—. Mételo, alfa... Quiero tu polla dentro.

Malum OmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora