chapitre treize (partie 2)

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1 9  d e  N o v i e m b r e 1 8 8 3
M o n t  S a i n t - M i c h e l.

Los arreglos ya estaban listos en la catedral ya estaban listos, la familia Pipitdaecha se habían ido la noche anterior a otra posada, pues el novio tenía completamente prohibido ver a la novia antes de la boda. Estúpido... si ellos supieran que ella ya se había humillado frente a él.

Talvez si lo dijera serían dos reacciones.

Uno, se cancelaría la boda únicamente por orgullo.
Dos, por la humillación los harían casarse hasta dos veces.

Su mirada se encontraba perdida viendo por la venta mientras su dedo índice y pulgar acariciaban su barbilla.

Sería mejor quedarse callado y no hacer nada.

Se acercó al espejo y miró su reflejo; un traje negro y costura grisosa ajustado perfectamente a su cuerpo, una camisa blanca bajo el traje hacian que su figura resaltara. Su cabello tan negro, como el mismo traje, perfectamente peinado, no había nada erróneo en su apariencia, solo en sus ojos.

"¿Estas listo?"

La voz de su padre resonó en su cabeza, fría y lejana, no había ni una sola pisca de amor paternal en ella, ni en sus ojos, ni en su comportamiento. En nada.

"Estoy listo"

Respondió él de la misma manera que su padre. Nattawin solo asintió y volvió a salir de la habitación de su hijo, Gemini miró a la cama y tomó la rosa blanca natural que se encontraba sobre ella y la coloco en el pequeño bolso de su saco. Todo estaba bien.

Gemini salió de la habitación, la catedral era su destino final, un lugar que lo llenaba de paz y tranquilidad. Sin embargo, ahora no era eso, se dirigía ahí con otro propósito del cual no estaba acostumbrado.

Sus padres ya lo esperaban en el carruaje, y sus hermanos ya no estaban, con pasos pesados se acercó hasta aquel vehículo de madera sólida y aspecto robusto y resistente, de color negro, era tipicamente como cualquier otro.

Se adentro a él e inmediatamente partieron.

Gemini se sentía ahogarse dentro de aquel cubo de madera, miraba por la ventana, esperando algún tipo de ayuda qué lo rescatara de ese tormento. Sin embargo las calles estaban solas y solo las casas grisosas de madera vieja y algunas de piedra eran lo único que sus ojos veían.

¿Qué podía hacer ahora? ¿Como huiria de ahí? ¿De verdad no tenía salida?

Se había concentrado tanto en su problema que ahora sus padres a su lado ya ni siquiera estaban. Estaba tan asustado como un felino qué acaba de caer al agua, se sentía ahogarse, la falta de aire comenzaba a desesperarlo. Solo quería correr de esa horrible realidad y no enfrentarlo nunca.

"¡Norawit!"

La voz exaltada de su madre le hizo salir de ese transe, su mirada no tenía otra expresión más que llena de desesperación y aún así, sus mayores no lo veían.

Jusqu'à ce que la gloire nous sépare {GeminiFourth} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora