Desde que abandonó su hogar para escapar hacia la universidad, hacia aquel futuro que tantas veces había imaginado, tal vez comenzó a saborear un poco de esa libertad que anhelaba en sus sueños.
Sabia agridulce.
Pero era un nuevo comienzo.
...
En la universidad, descubrió un mundo más amplio.
Conoció gente de todo tipo, personas que vivían sus vidas con una libertad que a él aún le parecía imposible. Vió el color del mundo, aunque su brillo seguía sin alcanzarlo del todo.
También descubrió el día y su calidez, el sol, y la noche, ese reino de oscuridad donde las luces artificiales y coloridas prometían escape, y éxtasis. Conoció la fiesta, el ruido que ahogaba el silencio de su mente, que desconectaba su mente.
Esa noche, como tantas otras, asistió a una de las fiestas organizadas por su fraternidad, Los Gamma.
La música resonaba con fuerza, gente bailaba, reía, se perdía entre tragos y conversaciones fugaces, cualquier universitario lo disfrutaría.
Pero para Bradley, sería diferente.
Fue entonces cuando lo que él más tarde llamaría una revelación, o quizás una bienvenida al caos, ocurrió.Entre las luces intermitentes y el sonido ensordecedor, un chico apareció frente a él.
Era alguien que no recordaba haber visto antes, pero su sonrisa era desconcertantemente familiar, como si hubieran sido amigos toda la vida.
Extraño.
Sin previo aviso, el chico lo invitó a acercarse, con una naturalidad que llenó su cabeza con cualquier duda. No dijo mucho, solo le ofreció una sonrisa enigmática que parecía decir algo.
Bradley, confundido pero curioso, sintió una extraña necesidad que lo empujaba a seguirlo.
Había algo en su mirada, en la forma en que se movía entre la multitud, en su sonrisa, que le decía que debía hacerlo.
Y así, casi sin pensarlo, lo siguió.
...
"Nos morimos igual."
Típica frase del drogadicto que quiere vender y justificar a su veneno.
Bradley lo observó con indiferencia, mientras aquel chico reía, despreocupado, como si el mundo entero fuera un juego - O eso supuso. -
¿Qué debía sentir? ¿Miedo? ¿Asco?
Su padre le había enseñado que quienes se drogaban eran cobardes, por ende, gente inútil. Y Bradley había crecido creyendo esas palabras, repitiéndolas como un mantra cada vez que se topaba con alguien como ese chico.
Pero esa noche fue distinto.
Mientras lo veía inhalar sin vergüenza alguna, desafiando abiertamente a cualquiera que lo mirara - Aunque nadie parecía prestar atención - Bradley no sintió el rechazo automático que su padre había inculcado en él.
En su lugar, algo más profundo y oscuro despertó: una extraña atracción.
No hacia el chico, sino hacia lo que él hacía.
Una ruptura con las reglas, un desafío a lo prohibido.
Prohibido...
El aire se sentía más denso a su alrededor, más pesado, todo parecía más lejano, como si el mundo se hubiese reducido a ese momento, a esa transgresión de la tan preciada norma...
Bradley - que había pasado su vida enjaulado por las reglas inquebrantables de su padre - sintió por primera vez la tentación de estirar la mano y tocar aquello que siempre le habían dicho que no debía.
"No drogas. No sexo. No desobediencia."
Las palabras de su padre resonaron en su mente. Era el credo bajo el cual había sido criado.
Pero esa noche, frente a ese chico y su sonrisa descarada, Bradley se preguntó qué tan lejos estaba dispuesto a llegar para sentir algo real, algo suyo.
"La cocaína te hace ver otra realidad."
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Libertad. | Maxley.
RomanceBradley era la promesa de un futuro perfecto; Max, la promesa del caos. Historia Maxley.