Era 18 de febrero, y en la casa de los Kim, todos estaban reunidos para celebrar el cumpleaños de Hoseok.La celebración del cumpleaños de Hoseok estaba en pleno apogeo, llena de risas, música y un ambiente cálido que llenaba cada rincón de la casa. Los globos colgaban del techo y las guirnaldas se mecían suavemente con la brisa que entraba por las ventanas abiertas. La madre de Tae había preparado una cena deliciosa, mientras que Jungkook ayudaba a servir pastel a los invitados. Tae, aunque débil, se sentía parte de todo gracias a la atención y cariño de su familia.
La música comenzó a sonar más fuerte, y Hoseok, lleno de energía, no tardó en animar a todos a bailar. Con su carisma habitual, extendió la mano hacia Tae, quien lo miró sorprendido desde su lugar en el sofá.
—Vamos, TaeTae, ¡es tu turno de brillar! —exclamó Hoseok con una gran sonrisa.
—Pero yo... no puedo bailar —respondió Tae, bajando la mirada hacia su tanque de oxígeno.
Hoseok se acercó, se agachó frente a él y le guiñó un ojo.
—¿Quién dijo que tienes que hacerlo solo?
Con cuidado y ternura, Hoseok lo levantó en brazos y lo colocó de manera que los pies de Tae descansaran sobre los suyos. Sujetándolo firmemente, comenzó a moverse al ritmo de la música, guiándolo en un improvisado baile por la sala. Los demás dejaron de bailar para observar, aplaudiendo y animando a los dos.
—¡Eso es! ¡Así se hace, TaeTae! —gritó Jungkook, riendo mientras grababa el momento con su teléfono.
Tae, al principio nervioso, terminó relajándose. Miró a Hoseok con una sonrisa pequeña pero llena de gratitud.
—Gracias, papá —dijo en un susurro, apenas audible entre la música.
Hoseok se detuvo abruptamente, mirándolo con los ojos bien abiertos.
—¿Qué dijiste?
Tae lo miró con timidez, pero mantuvo la sonrisa.
—Papá.
Los ojos de Hoseok se llenaron de lágrimas mientras abrazaba a Tae con más fuerza, cuidando de no aplastar el tanque de oxígeno.
—TaeTae, me haces el hombre más feliz del mundo —dijo, con la voz quebrada por la emoción.
La madre de Tae, al ver la escena, se llevó una mano al pecho, conmovida. Jungkook dejó de grabar, con los ojos vidriosos, y susurró para sí mismo: "Este chico tiene el corazón más grande del mundo".
La noche continuó entre risas y anécdotas, y aunque Tae no podía bailar por sí solo, Hoseok se aseguró de que no se quedara fuera ni un solo segundo. Fue un cumpleaños lleno de alegría, como si todos quisieran recordarle a Tae que aún había motivos para sonreír.
Cuando finalmente se sentaron a descansar, Tae apoyó la cabeza en el hombro de Hoseok.
—Gracias, papá —repitió, ya con más confianza.
—Siempre estaré aquí para ti, hijo. Siempre —respondió Hoseok, acariciándole el cabello.
Jungkook, sentado al lado de ellos, tomó la mano de Tae y le susurró:
—Y yo también, osito. Siempre.
Cuando la casa volvió a la calma tras el cumpleaños de Hoseok, Tae se encontraba descansando en el sofá, envuelto en una manta, mientras Jungkook se sentaba a su lado, sujetándole suavemente la mano. El ambiente era tranquilo, con la tenue luz de las lámparas iluminando la sala. Hoseok y la madre de Tae estaban ocupados recogiendo los últimos restos de la fiesta en la cocina, dejando a los chicos un momento a solas.
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TAEHYUNG TIENE CÁNCER
RandomQuerido diario, Hoy, 15 de noviembre de 2003, me llevarán otra vez a quimioterapia. A veces siento que ya no puedo más. Mi madre me repite que todo esto es para mi bien, que es una esperanza, una lucha que no debo abandonar. Pero, ¿a quién engañamos...