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Era el 20 de diciembre de 2010, y Taehyung, con casi 15 años cumplidos, estaba emocionado. Su madre le había dicho que se preparara, pues irían a visitar a su primo Seokjin por las festividades navideñas. Para él, Seokjin era más que un primo; era su refugio, su hermano de alma, alguien que siempre encontraba una forma de hacerle sonreír.

A pesar de que hacía cinco años había dejado la silla de ruedas, moverse como cualquier otra persona seguía siendo un desafío. Sus pulmones, aún débiles, le recordaban constantemente que había un límite que no podía ignorar. Pero en esos momentos, no le importaba. Su padrastro, a quien había aprendido a aceptar como figura paterna, se había convertido en un apoyo fundamental en su vida. Con paciencia, lo ayudaba cuando sus fuerzas flaqueaban, un gesto que Taehyung apreciaba profundamente, aunque no siempre lo decía en voz alta.

Su padre biológico, por otro lado, se había alejado cuando Taehyung tenía apenas 8 años, poco después de su alta hospitalaria. Su padre tuvo otro hijo con su pareja y, según él, este hijo sí estaba sano, lo cual parecía ser suficiente razón para apartarse de Taehyung y de su historia. Aunque Taehyung no lo decía, el abandono de su padre fue una herida profunda, una que aún dolía cada vez que lo recordaba.

En el camino, el padrastro de Taehyung lo ayudó a subir al coche como de costumbre, y Taehyung, con una sonrisa, le dio las gracias. Sin embargo, no se dio cuenta de que su mochila estaba abierta y, al moverla, su viejo y desgastado diario se deslizó al suelo sin que él lo notara. Mientras el hombre subía el tanque de oxígeno al auto, vio el diario tirado en el piso y lo recogió, dándole una mirada curiosa.

"Taetae, mira, mira... se te cayó esto." El corazón de Taehyung dio un vuelco. Asustado, casi sin pensarlo, le arrebató el diario de las manos. Sabía que en esas páginas había demasiados secretos, demasiados pensamientos que nadie más debía ver.

Su padrastro lo miró con calma y le sonrió, diciendo en un tono tranquilizador, "Tranquilo, no te lo voy a quitar. Sé que es tuyo." Luego, con paciencia, añadió, "Ahora, si me permites, pondré tu tanque aquí. Si sientes que algo anda mal, avísame, ¿sí? Voy a ayudar a tu madre con las cosas."

Taehyung esperaba pacientemente a que terminaran de subir todo al auto. Mientras tanto, sacó el teléfono que su padrastro le había regalado en su cumpleaños número 14 y comenzó a mirar las fotos de Seokjin.

Taehyung suspiró mientras miraba el teléfono, observando a sus primos correr y reír en esas fotos llenas de vida, fotos que parecían pertenecer a un mundo diferente, uno del que él nunca formaría parte. Sintió una punzada de dolor en el pecho, no solo por la debilidad de sus pulmones, sino por el anhelo desgarrador de ser como ellos. Sus ojos, llenos de tristeza, se detuvieron en una imagen de Seokjin riendo, despreocupado, mientras sostenía un balón de baloncesto. En ese momento, la realidad de Taehyung se sintió más pesada que nunca.

Él quería correr, quería lanzarse al suelo, rodar, jugar hasta quedarse exhausto como los demás chicos de su edad. Quería caer al piso porque estaba feliz, no porque sus pulmones le fallaran o porque su cuerpo no soportara más. Pero no, la realidad lo atrapaba en una jaula invisible, una de la que no podía escapar. Miró de reojo el tanque de oxígeno, su eterno compañero, el recordatorio de su fragilidad. Cada paso, cada respiro le recordaba su lucha interminable. Era como cargar una cadena que nadie más podía ver.

"¿Por qué no puedo ser como ellos?", se preguntaba en silencio, sintiendo cómo sus emociones brotaban como un torrente imparable. Deseaba que alguien, alguna fuerza misteriosa, lo escuchara. Quería dejar de fingir que estaba bien, que podía sobrellevarlo, que su sonrisa no se rompía cada vez que alguien lo miraba con lástima. Quería gritar, pero no podía; el aire era demasiado precioso para desperdiciarlo en un grito.

TAEHYUNG TIENE CÁNCERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora