Capítulo 16: Café de Verdades y Promesas

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El sol de la mañana ya había alcanzado su punto más cálido cuando Karime, aún con la energía juguetona de siempre, señaló un pequeño café en la esquina de la calle. Era un lugar acogedor, con mesas al aire libre rodeadas de flores en macetas y un ambiente relajado que contrastaba con la vorágine de la ciudad.

—¿Qué te parece si hacemos una pausa? Prometo portarme bien... más o menos —dijo Karime, sus labios curvándose en una sonrisa que prometía exactamente lo contrario.

Gala se detuvo, fingiendo considerarlo. 

—¿Tú? ¿Portarte bien? Eso no lo creeré hasta que lo vea.

—Oye, me ofendes, Campeona. A veces soy un modelo de compostura —replicó Karime, llevándose una mano al pecho en un gesto exagerado que hizo que Gala no pudiera contener una sonrisa.

—Claro, y yo soy Batman en mi tiempo libre. —respondió Gala divertida y aceptando con un gesto mientras Karime reía.

Ambas se dirigieron al café y eligieron una mesa junto a la ventana. La luz del sol iluminaba sus rostros, haciendo brillar los reflejos dorados en el cabello de Karime y destacando los ojos serios de Gala, que parecían analizar cada rincón del lugar.

Cuando llegó el mesero, pidieron un capuchino para Karime y un espresso para Gala. Mientras esperaban las bebidas, Karime se quedó en silencio, jugando con la cucharita que estaba en su plato. Gala la observó, notando el cambio en su energía.

—¿Qué pasa por esa cabecita ahora? —preguntó Gala, inclinándose ligeramente hacia ella.

Karime soltó un suspiro y finalmente levantó la mirada, sus ojos brillaban con una mezcla de nerviosismo y sinceridad. 

—Gala, ayer... antes de la premier... estaba segura de que no ibas a venir.

Gala frunció el ceño, sorprendida. 

—¿Por qué pensarías eso?

Karime encogió los hombros y esbozó una sonrisa que no alcanzó a sus ojos. 

—Porque no estoy acostumbrada a que la gente cumpla con las cosas importantes para mí.

La confesión cayó como una piedra en el centro de la conversación, dejando un eco que se sintió en el pecho de Gala.

—Karime... —dijo Gala en voz baja, apoyando los codos en la mesa y acercándose más— ¿De verdad pensaste que te dejaría sola en algo así?

Karime evitó su mirada al principio, pero luego alzó los ojos con una sonrisa tímida. 

—Supongo que una parte de mí lo hizo. He tenido demasiadas experiencias donde la gente promete cosas y luego desaparece cuando realmente las necesito.

El comentario dejó a Gala con un nudo en el estómago. No era solo la vulnerabilidad en las palabras de Karime, sino la tristeza que ocultaba detrás de esa máscara de humor constante.

—Muñeca, lo que pasó ayer no tenía nada que ver contigo. Fue mi agenda, mis responsabilidades... pero nunca, jamás, tuve intención de faltar. No funciono así.

Karime asintió lentamente, su sonrisa ganando un poco más de calidez. 

—Lo sé, pero... gracias por estar ahí. De verdad.

El silencio que siguió no fue incómodo. Era como si ambas se dieran permiso para dejar caer sus respectivas barreras, aunque fuera solo un poco.

Cuando llegó el mesero con sus bebidas, Karime retomó su humor habitual, aunque Gala notó que había algo más auténtico en su expresión ahora, algo más real.

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Después de un rato de charla ligera, Karime tomó un sorbo de su capuchino y se recostó en la silla, cruzando los brazos con una sonrisa de esas que anunciaban problemas.

—Campeona, tengo una idea.

—Siempre tienes ideas. ¿Qué clase de desastre planeas esta vez? —respondió Gala, levantando una ceja mientras tomaba un sorbo de su espresso.

—Nada demasiado loco. Sólo estaba pensando que podrías venir conmigo a Acapulco este fin de semana.

Gala se detuvo, parpadeando varias veces. 

—¿Acapulco?

—Sí, Acapulco. Sol, playa, tragos, buena música... y yo. Es la combinación perfecta, ¿no crees? —Karime le guiñó un ojo, disfrutando visiblemente del desconcierto de Gala.

—No estoy tan segura... —Gala dejó la taza sobre el plato con cuidado— Mi agenda es una locura, y tengo compromisos que cumplir.

—Siempre tienes una agenda complicada, Campeona. Pero necesitas un descanso. Además, no acepto un "no" como respuesta. —Karime se inclinó hacia ella, con su sonrisa más traviesa— Vamos, Montes. Te prometo que será divertido.

Gala suspiró, sabiendo que no había forma de resistirse a Karime cuando se ponía así. 

—Está bien. Pero si algo sale mal, será tu culpa.

Karime aplaudió suavemente, una expresión de triunfo en su rostro. 

—¡Perfecto! Yo me encargo de todo.

—Eso es lo que me preocupa. —Gala negó con la cabeza, aunque no pudo evitar sonreír al ver la emoción de Karime.

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Cuando regresaron al apartamento de Karime, la tarde comenzaba a caer. Karime abrió la puerta, lanzando sus zapatos hacia un rincón mientras Norris corría a saludarla. 

 —¡Mi bebé! —exclamó Karime, inclinándose para acariciar al gato antes de girarse hacia Gala— ¿Ves? Él sí se emociona cuando me ve. 

 —Porque sabe que tú lo alimentas. Yo no tengo esa ventaja —respondió Gala, cruzando los brazos mientras miraba la escena. 

 Karime soltó una carcajada, levantándose con Norris en brazos. 

—Bueno, Campeona, si quieres ganarte mi amor incondicional, ya sabes lo que tienes que hacer: traer croquetas. 

 —Lo tendré en cuenta. —Gala sacudió la cabeza, aunque no pudo evitar reírse. 

Karime se dejó caer en el sofá con Norris aún en brazos, mirándola con una expresión despreocupada. 

—¿Sabes? Creo que este fin de semana será épico. 

 Gala tomó asiento junto a ella, mirándola con una mezcla de diversión y curiosidad. 

—¿Por qué tengo la sensación de que me voy a arrepentir?

 —Porque no confías lo suficiente en mí. Pero tranquila, Montes. Te prometo que será inolvidable. 

 El brillo en los ojos de Karime era contagioso, y por primera vez en mucho tiempo, Gala sintió que tal vez dejarse llevar no sería tan mala idea después de todo.

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