El día había llegado y el Shántruk estaba preparado para dar su discurso al pueblo. La plaza principal de Sabla Urbo estaba abarrotada de gente; ciudadanos de todas las edades y estatus sociales se habían congregado para escuchar lo que su soberano tenía que decirles. La atmósfera era tensa, cargada de expectación y descontento, mientras el murmullo de la multitud llenaba el aire. Los celadores del Shántruk estaban en alerta, formando un cordón alrededor de la tarima para impedir que nadie se acercara más de la cuenta.
El Shántruk e Inísel subieron a la tarima que había sido meticulosamente preparada. Junto a ellos entraron los consejeros más allegados al Shántruk, incluidos los padres adoptivos de Inísel y Hazim Domovan. La estructura estaba decorada con estandartes reales y flores, tratando de infundir un aire de esperanza y renovación. Desde lo alto, Inísel observaba las miradas desilusionadas de su gente, sus rostros marcados por la preocupación y el enojo. Sabía que muchos no la aceptaban y que las decisiones de su marido, influenciadas por ella, eran vistas con desdén.
Finalmente, el Shántruk se adelantó al borde de la tarima y levantó una mano para pedir silencio. Los murmullos cesaron gradualmente, y un mutismo expectante se apoderó de la plaza. Con voz firme y clara, el Shántruk comenzó su discurso.
—(En kune: Civitanoj de Sabla Urbo, mi dankas vin pro via atendado kaj mi bonvenigas vin al la unua tago post centoj da jaroj sen okazi. Kiel tradicio en dia voĉo, mi alvokas la diojn por atesti la vortojn de ilia filo, mi, Theodric Elektita Unu...) Ciudadanos de Sabla Urbo, os agradezco por vuestra espera y os doy la bienvenida a la primera dia voĉo después de cientos de años sin realizarse. Como es tradición en la dia voĉo, convoco a los dioses para que sean testigos de las palabras de su hijo, yo, Theodric Elektita Unu... —empezó, su voz resonando en la plaza.
—(En kune: En la nomo de la dioj, ili juĝu miajn vortojn antaŭ mia popolo...) En nombre de los dioses, que ellos juzguen mis palabras ante mi pueblo... —Theodric cerró sus ojos y alzó sus manos, mientras inclinaba su cabeza hacia arriba. Todos los ciudadanos, los consejeros presentes y la Valkúr imitaron los movimientos del Shántruk, mostrando su respeto a los dioses. El silencio reinó en la plaza por unos preciados segundos, hasta que el Theodric volvió a mirar a su pueblo y prosiguió...
—(En kune: Mi scias, ke ĉi tiuj tempoj estis malfacilaj, kaj ke multaj el vi estas maltrankvilaj kaj koleraj pro la decidoj kiujn mi faris. Sed hodiaŭ mi estas ĉi tie por paroli al vi sen mensogoj, sen kaŝpensoj. Hodiaŭ mi estas ĉi tie por honori la dia voĉon, kaj la dioj min punu, se mi mensogas aŭ trompas iliajn planojn...) Sé que estos tiempos han sido difíciles, y que muchos de vosotros estáis preocupados y enfadados por las decisiones que he tomado. Pero hoy estoy aquí para hablaros sin mentiras, sin segundas intenciones. Hoy estoy aquí para honrar a la dia voĉo, y que los dioses me castiguen si miento o defraudo sus designios...
El Shántruk hizo una pausa, permitiendo que sus palabras calaran en la multitud. Continuó hablando sobre la importancia de la libertad, de cómo todos merecían tener una voz y ser escuchados. Habló de las injusticias de la esclavitud, de que era un mal que debía ser erradicado para que todos pudieran vivir con dignidad y respeto.
—(En kune: Dum ĉi tiuj jaroj mi aŭskultis vin. Kaj vi pravas, dank' al la insisto kaj zorgo de via Valkúr, mi konstatis, ke ni ne povas plu devigi niajn infanojn batali en militoj, kiuj ne apartenas al ili, oferi siajn vivojn por aferoj, kiuj ne estas iliaj...) Durante estos años os he estado escuchando. Y tenéis razón, gracias a la insistencia y preocupación de vuestra Valkúr, me he dado cuenta de que no podemos seguir forzando a nuestros hijos a luchar en guerras que no les corresponden, a sacrificar sus vidas por causas que no son las suyas... —dijo el Shántruk, su voz llena de convicción. Los ciudadanos se miraron entre sí y muchos asintieron conformes. Durante estos cuatro años desde que se implementó el decreto de obligar a todo joven no esclavo de la ciudad a participar en un servicio militar, no cesaron las quejas. Y ahora que el Shántruk parecía querer abolir su anterior decreto, los ciudadanos comenzaron a volver a sentirse en sincronía con su Shántruk...
—(En kune: Estas tempo ŝanĝiĝi, trovi novajn manierojn solvi niajn konfliktojn, konstrui pli justan kaj justan socion.) Es hora de cambiar, de encontrar nuevas formas de resolver nuestros conflictos, de construir una sociedad más justa y equitativa. —
Las palabras del Shántruk reflejaban las ideologías de la Valkúr; el deseo de un reino más compasivo y progresista. Inísel, a su lado, sentía una mezcla de orgullo y ansiedad. Sabía que el mensaje de Theodric sería difícil de aceptar para muchos, pero también creía fervientemente en la necesidad de ese cambio.
A medida que el Shántruk hablaba, pudo ver cómo algunas expresiones en la multitud comenzaban a suavizarse, aunque muchos seguían mirándolo con escepticismo y desconfianza.
En los rincones ocultos de la plaza, pasando desapercibidos entre tanta multitud, los encapuchados que Aric había enviado para sembrar discordia estaban atentos, esperando el momento adecuado para actuar.
Hazim, desde la tarima, observó con atención un rincón en concreto de la plaza. Allí, pasando desapercibido se podía identificar la figura de Aric, encapuchado con una túnica oscura, cubriendo su rostro con una máscara negra y tenebrosa. Hazim le asintió disimuladamente, causando que Aric le devolviera el gesto y partiera para iniciar su plan.
—(En kune: Mi scias, ke miaj decidoj kaŭzis malkontenton...) Sé que mis decisiones han causado descontento... —continuó el Shántruk.—. (En kune: Sed mi petas vin permesi al mi montri al vi, ke ĉi tio estas la vojo al pli bona estonteco. Estonteco kie ĉiu el vi povas vivi libera de timo kaj premo, kie viaj voĉoj estos aŭditaj kaj viaj vivoj taksitaj.) Pero os pido que me permitáis mostraros que este es el camino hacia un futuro mejor. Un futuro donde cada uno de vosotros podrá vivir libre de miedo y opresión, donde vuestras voces serán escuchadas y vuestras vidas valoradas. —
La Día Voĉo estaba consiguiendo apaciguar los corazones alterados de los ciudadanos. La plaza principal de Sabla Urbo comenzaba a aligerarse y los susurros entre los presentes se volvían menos odiosos y crueles. La tensión era palpable, pero había una ligera esperanza en el aire, ya que muchos volvieron a creer en la capacidad del Shántruk para guiarlos hacia un futuro mejor.
Inísel miró con alegría a su gente, pudiendo ver que las palabras de su marido estaban llegando a ellos. Sabía que sería difícil, pero con la guía correcta, creía en un cambio que ayudaría a todo su pueblo.
El Shántruk, con Inísel a su lado, continuaba con una soltura que reflejaba su posición como soberano. Su voz era firme, exponiendo sus planes y su visión de un reino libre y justo.
Cuando el Shántruk llegó a la parte culminante de su discurso, Hazim, sin que nadie se percatara, salió del pabellón donde estaban. Varios enmascarados observaron la partida del Tezakar, sabiendo que esa era la señal. Ignorando lo que se tramaba a sus espaldas y el peligro potencial en el que estaba, el Shántruk proclamó con solemnidad:
—(En kune: Mi parolis kaj nun mi lasos la diojn juĝi miajn vortojn. La desegnoj de Inísel, Vocat, Herbos, Nimbus kaj Albor estu konigitaj!...) He hablado y ahora dejaré que los dioses juzguen mis palabras. ¡Que se hagan saber los designios de Inísel, Vocat, Herbos, Nimbus y Albor!... —
En ese preciso momento, como un llamado divino, una poderosa explosión sacudió la tarima. El estallido resonó por toda la plaza, seguido de una ola de calor y llamas que engulló todo a su paso. El estruendo fue ensordecedor, y los gritos de pánico llenaron el aire. El caos se desató instantáneamente, con la multitud corriendo en todas direcciones, tratando de escapar del horror que se desplegaba ante ellos.
El fuego consumió la tarima, devorando a todos los que estaban en ella: el Shántruk, Inísel, los consejeros y los mercaderes, incluidos los padres de la Valkúr. En cuestión de segundos, lo que había sido una plataforma de esperanza y liderazgo se convirtió en un infierno de llamas y destrucción.
Desde una zona apartada de la plaza, Aric observaba con deleite. Sus ojos brillaban con satisfacción bajo la máscara mientras contemplaba el caos que había desatado. Su plan había dado frutos de manera devastadora, y el Shántruk, junto con todos los que estaban en la tarima, parecían haber perecido en el atentado.
—(En kune: Ni atingis ĝin.) Lo hemos conseguido. —murmuró Aric, una sonrisa triunfante curvándose en sus labios. —(En kune: La Ŝántruk ne plu estas kaj ne estos problemo...) El Shántruk ya no es ni será un problema... —
Final del capítulo en mi canal de YouTube:

ESTÁS LEYENDO
Saga Deorum consilia (Designios de dioses) Volumen I {fantasía épica medieval}
FantasyEn un mundo donde la magia se considera casi extinta y los misterios se ocultan bajo la sombra de lo cotidiano, dos mujeres, separadas por vastos océanos, están unidas por un vínculo inexplicable que trasciende el tiempo y el espacio. Inísel Zendel...