El aire fresco de la tarde se cuela por mis pulmones mientras sigo a Minho a una distancia segura. Mis pasos son ligeros, casi imperceptibles en el pavimento, mientras el ruido de la ciudad se desvanece en el fondo. Mi corazón late con fuerza, y aunque cada fibra de mi ser me dice que me detenga, que me dé la vuelta y regrese, mis pies siguen adelante, guiados por una necesidad que no puedo ignorar.
Lo veo caminar hacia el parque, su figura alta y elegante destacándose entre la multitud. Su andar es firme, decidido, como si estuviera yendo a un lugar que le trae paz. Y ahí está él, su esposo, esperándolo en uno de los bancos. El sol de la tarde ilumina suavemente su cabello, dándole un resplandor casi dorado. Me detengo a unos metros de distancia, escondido detrás de un árbol, mientras ellos se encuentran.
Mi pecho se aprieta al ver la forma en que la mira, con esa suavidad que solía estar reservada para mí, o al menos eso creía. Minho sonríe y se acerca a él, envolviéndolo en un abrazo cálido. Él ríe suavemente, inclinando la cabeza para recibir el beso que él le planta en los labios.
El dolor me atraviesa como una daga afilada, cortando cualquier ilusión que me quedaba. ¿Así lo besa cuando está conmigo? Mi corazón grita en silencio, el dolor es tan fuerte que apenas puedo respirar. La imagen de sus labios sobre los míos, de las palabras que me susurró en la intimidad de nuestras noches juntos, se desmorona ante mis ojos. Cada caricia, cada beso... todo parece vacío ahora, una mentira bien contada.
Pero la agonía no termina ahí. Veo cómo su esposo saca una pequeña cajita del bolso y se la entrega a Minho con una sonrisa radiante. Él lo mira con curiosidad, sus ojos llenos de una expectación que no había visto en él en mucho tiempo. Con manos temblorosas, abre la caja, y lo que encuentra adentro lo deja inmóvil. Su rostro refleja una mezcla de sorpresa e incredulidad, y por un momento, parece no poder procesar lo que está viendo.
Él le toma la mano, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad mientras le dice algo que no puedo escuchar, pero que resuena en mi mente con una claridad devastadora.
ㅡVas a ser papá.
El mundo se detiene. Todo mi ser se congela en ese instante, el aire parece haberse escapado de mis pulmones. ¿Papá? Las palabras resuenan en mi cabeza, golpeando con fuerza, desmoronando cualquier esperanza que me quedaba.
Minho se queda mirándolo por un momento, como si necesitara asegurarse de que no está soñando. Y luego, su rostro se transforma. Sus ojos se llenan de una emoción que jamás había visto en él, una mezcla de alegría y amor que me hace desear nunca haber seguido sus pasos hoy. Él lo envuelve en un abrazo más fuerte, más profundo, y lo levanta del suelo mientras ambos ríen, perdidos en su felicidad compartida.
Me quedo allí, oculto en las sombras, con lágrimas deslizándose por mis mejillas mientras veo la escena. Es una imagen de pura felicidad, un momento que debería ser hermoso, pero para mí, es una pesadilla. La realidad me golpea con una crudeza insoportable: Yo nunca seré parte de esa felicidad. Nunca compartiré esos momentos con él, porque mi lugar en su vida es y siempre será en la sombra, en los márgenes de su mundo.
Los observo durante lo que parecen horas, aunque probablemente solo sean unos minutos. Ellos se besan, se ríen, hablan con entusiasmo, completamente ajenos a mi presencia. Cada palabra que no escucho, cada gesto que no comparto, me hunde más en un abismo de desesperación.
¿Qué soy yo en comparación con esto? Solo una sombra en su vida, un consuelo temporal. Nada más.
Las lágrimas siguen cayendo, pero hago todo lo posible por contener los sollozos que amenazan con escapar de mi garganta. No puedo dejar que me vean, no puedo permitir que esta ilusión de control se desmorone completamente frente a ellos. Pero la verdad es que ya estoy roto, y no sé cómo volver a ser quien era.
Finalmente, ya no puedo soportarlo más. La felicidad en sus rostros, la promesa de una nueva vida que comenzará sin mí, es demasiado. Siento como si mi corazón fuera arrancado de mi pecho y destrozado en mil pedazos. Doy un paso atrás, y luego otro, y antes de que me dé cuenta, estoy corriendo.
Corro sin rumbo, solo queriendo alejarme lo más rápido posible de ese lugar, de esa imagen que me perseguirá para siempre. El aire frío azota mi rostro, pero no es suficiente para calmar el ardor en mi pecho. Corro hasta que mis piernas ya no pueden más, hasta que el dolor físico comienza a eclipsar el dolor en mi corazón.
Cuando finalmente me detengo, me doy cuenta de que estoy solo, en un rincón del parque donde nadie puede verme. Me dejo caer al suelo, y finalmente dejo salir el llanto que he estado conteniendo. Los sollozos sacuden mi cuerpo, cada uno más fuerte que el anterior, mientras las lágrimas inundan mis mejillas.
¿Cómo llegué a esto? ¿Cómo me permití caer tan bajo, amar a alguien que nunca podría ser completamente mío? Mi mente se llena de todas las promesas que él me hizo, de todas las veces que me aseguró que me amaba, que era solo yo quien ocupaba su corazón.
Pero eran mentiras. Todas ellas. Porque ahora sé la verdad. Sé que nunca fui suficiente para él, que nunca lo seré.
Y mientras me quedo ahí, solo y roto, me doy cuenta de que no hay salida para mí. No puedo dejar de amarlo, por más que lo intente. Pero tampoco puedo seguir siendo el otro hombre, la sombra en su vida.
Las palabras de su esposo resuenan en mi mente una y otra vez.
❝ Vas a ser papá.❞
Y con ellas, una verdad que me destroza: mi lugar en su vida nunca cambiará.

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─ 𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 𝐌𝐀𝐍 ٭ 𝐌𝐢𝐧𝐬𝐮𝐧𝐠
Romance˙ 제 ˙ ❝El otro hombre nunca tendrá su amor para quedárselo. No importaba cuánto amara a Minho, ni cuánto se esforzara por imitar al esposo en apariencia y comportamiento, siempre sería la sombra, el otro, el que ocupaba un lugar secundario en la vid...