015

60 7 1
                                    

El silencio en mi apartamento es ensordecedor, roto solo por los sollozos que no puedo contener. Me encuentro en el suelo, acurrucado en un rincón, abrazando mis rodillas mientras las lágrimas caen sin cesar. ¿Cómo llegué aquí? La pregunta se repite en mi mente una y otra vez, como un eco que no puedo escapar. ¿Cómo permití que mi vida se convirtiera en esto?

Miro a mi alrededor, al apartamento donde todo comenzó. Cada rincón, cada mueble, cada pequeño detalle me recuerda a él, a Minho. A las veces que estuvo aquí, a las noches que pasamos juntos, a las promesas que hizo y que ahora sé que nunca tuvieron ningún valor. Este lugar, que una vez fue un refugio de amor y deseo, ahora se ha convertido en una prisión de recuerdos dolorosos, una cárcel de mentiras.

Mis ojos se detienen en el sofá, donde solíamos sentarnos juntos. Recuerdo cómo me acurrucaba a su lado, cómo sus brazos me rodeaban, prometiéndome una seguridad que nunca fue real. Era tan fácil creer en él, en nosotros. Pero ahora sé la verdad. Todo era una farsa, un juego en el que yo nunca fui más que una pieza reemplazable.

Miro la mesa de la cocina, donde compartimos tantas comidas, risas, y conversaciones que ahora se sienten vacías. Cada palabra, cada sonrisa que me dio, todo era parte de una ilusión que él construyó para mantenerme cerca, pero nunca para amarme de verdad. Me usó, y yo lo permití. Porque estaba desesperado por creer que alguien como él podría amarme.

Recuerdo cómo me miraba, cómo decía que me deseaba, cómo susurraba mi nombre como si fuera lo más precioso para él. Pero era todo una mentira. Sus palabras, sus caricias, sus besos, todo fue diseñado para mantenerme enredado en su vida, en su red de engaños. Me odio a mí mismo por haber sido tan ingenuo, por haber dejado que mi corazón se entregara tan fácilmente a alguien que nunca lo mereció.

Las lágrimas fluyen con más fuerza mientras recuerdo cada momento con él, cada promesa rota, cada mentira dicha con una sonrisa. ¿Cómo pude ser tan estúpido? Me pregunto una y otra vez, golpeando mi cabeza contra mis rodillas, tratando de ahogar el dolor que me consume. ¿Cómo pude amar a un hombre que nunca fue mío, que nunca me amó?

El dolor es insoportable, una mezcla de rabia, tristeza, y desesperanza que me está destrozando por dentro. Y en medio de este abismo, escucho el sonido que he estado evitando durante días: el timbre de mi teléfono. Lo ignoro al principio, incapaz de enfrentar lo que sé que está al otro lado de esa llamada, de esos mensajes. Pero no se detiene. Sigue sonando, insistente, como si no quisiera dejarme escapar de esta realidad.

Con manos temblorosas, alcanzo el teléfono y lo miro. Los mensajes son de Minho, preguntándome dónde estoy, por qué no le respondo. Su tono es una mezcla de preocupación y exigencia, como si tuviera derecho a saber qué me pasa, como si tuviera derecho a seguir controlando mi vida.

ㅡQué descaroㅡ No puedo evitar reírme, pero es una risa amarga, llena de dolor y resentimiento. ¿Cómo puede ser tan cínico? Después de todo lo que ha hecho, después de la escena que presencié, ¿Cómo puede actuar como si nada hubiera pasado, como si yo fuera la que está mal por no responderle?

El teléfono sigue vibrando en mi mano, cada mensaje es una punzada en mi pecho. ¿Por qué no puedo dejarlo ir? ¿Por qué, a pesar de todo lo que sé, sigo amándolo? La pregunta me carcome, y la rabia empieza a brotar, mezclándose con mi tristeza, alimentando una tormenta dentro de mí que ya no puedo contener.

Con un grito ahogado, me levanto y lanzo el teléfono con todas mis fuerzas contra la pared. El sonido de la pantalla estrellándose contra el yeso, el vidrio rompiéndose, es un alivio momentáneo. Pero no es suficiente. Nada es suficiente para calmar el dolor que siento.

Me dejo caer al suelo nuevamente, mis manos agarrando mi cabello, tirando con desesperación, como si el dolor físico pudiera apagar el tormento emocional. Lo odio, Lo odio tanto como lo amo, y eso me está destruyendo. Quiero olvidar cada segundo que pasé con él, cada vez que me hizo sentir especial, amado, cuando en realidad nunca fui más que un segundo plato, una distracción.

─  𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 𝐌𝐀𝐍 ٭ 𝐌𝐢𝐧𝐬𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora