Recordar los días felices con Minho era como mirar una fotografía descolorida, desgastada por el tiempo, pero aún dolorosamente clara en mi mente. Me acuerdo de cuando sus mensajes llegaban a cualquier hora, llenos de emoción, y siempre encontraba el tiempo para hacerme sentir como si yo fuera lo único que importaba. Hubo un tiempo en el que me miraba como si fuera su todo. Sus ojos eran suaves, llenos de una ternura que me hacía creer que tal vez, solo tal vez, nuestro amor prohibido podría sobrevivir a cualquier cosa. Él era mi centro, mi mundo, y aunque sabía que aquello no podía durar, me aferré a esos momentos como una náufraga a la deriva.
Al principio, él y yo éramos felices en nuestra pequeña burbuja, un mundo solo para nosotros. Hablábamos del futuro, de un "algún día" en el que todo sería más sencillo, en el que ya no habría secretos. En ese entonces, él me decía que todo valía la pena, que yo era su prioridad, que me amaba de una forma que jamás había sentido.
ㅡEres tú y nadie másㅡ me susurraba, y yo le creía, cegado por el calor de sus promesas.
Pero los años se llevaron esa magia, como se llevan el color de las flores que se dejan al sol. Sin que pudiera darme cuenta, los "te amo" se volvieron menos frecuentes, las promesas se volvieron palabras huecas, y mi lugar en su vida dejó de ser un sueño para convertirse en un secreto que debía esconderse. En algún punto, él dejó de ser el hombre que me ponía en primer lugar, y yo me convertí en la sombra que lo esperaba en las esquinas, entre sus ausencias y los silencios incómodos de su matrimonio.
ㅡYo sé lo que soyㅡ me decía a mí mismo en la oscuridad de mi habitación, en esos momentos de soledad que se alargaban entre cada vez que él podía verme. Sabía perfectamente que mi papel no era heroico ni honorable. Era el otro. El amante que se aferra a un amor incompleto, ese hombre que espera migajas mientras él entrega sus noches, sus días, y su vida a alguien más. Una parte de mí siempre supo que estaba equivocado, que lo que hacía estaba mal, que si algún día su esposo descubría la verdad, el dolor sería inevitable, y en medio de ese sufrimiento, también yo saldría herido. Pero, ¿qué se podía hacer cuando el corazón ciego me arrastraba hacia él una y otra vez, sin importarme las consecuencias?
A veces me encuentro pensando en él, en su esposo, un hombre del que no sé mucho, pero cuya presencia lo llena todo. Me pregunto si él lo sospecha, si alguna vez se ha sentido en la posición que yo mismo ocupo, dudando, preguntándose si él realmente lo ama. Me atormenta el saber que, si él llega a enterarse, no solo le dolerá a él sino también a mí, en formas que ni siquiera puedo comprender por completo. Porque, en el fondo, también él ha sido engañado, y, por más que lo envidie, no puedo evitar sentir culpa. Él no sabe que su esposo, el hombre con el que comparte la vida, guarda un amor escondido, uno que está lleno de mentiras y secretos.
Esta noche, estamos en mi apartamento, como tantas otras veces. Minho intenta mostrarse atento, hace pequeños gestos, cuenta chistes, me toma de la mano como si quisiera arreglar todo, como si en sus caricias pudiera hacerme olvidar los silencios y las distancias. Pero, aunque él intenta aparentar normalidad, algo en su mirada me recuerda que, por mucho que lo desee, nunca será completamente mío. Somos dos personas que se ven en la oscuridad, que comparten una intimidad robada, efímera, siempre condicionada a sus ausencias y a los límites de mi paciencia. Y, aun así, sonrío. Le devuelvo cada mirada, le ofrezco la versión de mí mismo que él quiere ver: el hombre que espera en silencio, el que no reclama nada, el que solo acepta.
Es doloroso, pero me he acostumbrado. Me acostumbré a ser el hombre que él necesita que sea, sin importar que eso signifique humillarme, reducirme, dejar a un lado mis propios deseos. Porque sé que, por mucho que quiera, él nunca me amará como yo lo amo. Nunca dejará todo por mí, nunca seré más que el amante, la opción fácil que aguarda sin que él tenga que comprometerse. Nunca será mío por completo, y, por más que duela, sé que no tengo derecho a pedir más.
ㅡEstoy aquí, a tu ladoㅡ me repito mientras él me cuenta una historia banal, su voz calmada, su mirada suave. Me digo a mí mismo que este es el precio que debo pagar, el precio por haberme enamorado de un hombre que ya tenía otra vida, de alguien que jamás podrá ofrecerme más que momentos fugaces. Y, sin embargo, esos momentos, aunque sean pocos, son todo lo que tengo, y no sé cómo alejarme. No sé cómo decirle que ya no puedo soportar el peso de este amor incompleto, cómo confesarle que cada vez que lo veo marcharse, una parte de mí se quiebra.
Él toma mi mano, y por un instante, casi olvido todo el dolor. En esos segundos, me convenzo de que somos una pareja real, de que él me ama de verdad, de que el mundo no importa mientras estamos juntos. Pero entonces, la realidad vuelve como un golpe frío, recordándome que al final de la noche, él regresará a su esposo, y yo quedaré en la soledad de mi habitación, deseando algo que nunca tendré.
Me pregunto si él siquiera se da cuenta de cómo me afecta esto, de cuánto me estoy rompiendo solo por mantenerme a su lado.
ㅡNo puedo pedir másㅡ me digo. ㅡNo tengo derecho a hacerlo.ㅡ Porque en el fondo sé que él no me ama lo suficiente, que nunca será mío como yo lo soy de él. Y mientras lo veo prepararse para marcharse, mientras se despide con una sonrisa tranquila, me pregunto cuánto más podré soportar, cuánto tiempo más podré seguir siendo el amante que aguarda en silencio, aceptando las migajas de su amor.
Quizás algún día su esposo lo descubra, y sé que el dolor que eso traería no solo la destruiría a él, sino también a mí. Porque, al final, soy tan prisionero de este amor como él lo es de las mentiras que él le ha contado. Y aunque una parte de mí sabe que debería marcharme, que debería liberarme de esta relación que me consume, no puedo. No puedo dejarlo, porque aunque solo tenga fragmentos de su amor, aunque él nunca me ame de la forma en que yo deseo, esos fragmentos son todo lo que tengo, y no sé cómo seguir adelante sin ellos.
ㅡNo merezco másㅡ me susurro a mí mismo mientras él sale por la puerta, sin volverse a mirar. Me repito que esta es la vida que elegí, que este es el precio por amar a un hombre que nunca será mío. Y aunque el dolor es profundo y constante, aunque sé que esto me está destruyendo, no puedo evitar sonreír. Porque, al final, lo amo, y ese amor, aunque me esté consumiendo, es lo único que realmente me queda.

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─ 𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 𝐌𝐀𝐍 ٭ 𝐌𝐢𝐧𝐬𝐮𝐧𝐠
Romance˙ 제 ˙ ❝El otro hombre nunca tendrá su amor para quedárselo. No importaba cuánto amara a Minho, ni cuánto se esforzara por imitar al esposo en apariencia y comportamiento, siempre sería la sombra, el otro, el que ocupaba un lugar secundario en la vid...