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—¡Charles! —Su grito me sobresalta. Dejo todos los papeles sobre mi escritorio para ir a su encuentro. Ambos estamos solos en la oficina.

Creí que por habernos casado ella desistiría del trabajo, pero no ha querido. Al menos aprovecho y la tengo cerca de mí todo el tiempo que quiera.

La encuentro detrás de su cubículo, sentada en el suelo. Su mirada está perdida, mientras aferra sus brazos alrededor de la cintura. Me acerco con rapidez a su lado y de inmediato sus brazos me rodean y esconde su rostro en mi pecho.

—Mi amor...¿Qué sucede? —Pregunto después de unos minutos, cuando su llanto ha disminuido.

—No...no lo sé. No sé qué fue eso. Solo apareció de la nada...Charles. Me dijo que me aleje...

No pude decirle que no fue nada. Que estará bien.

Porque esa solo es la primera de muchas señales que se le presentarán.

—Shhh. Tranquila. Estaremos bien, ¿verdad? —Tomo su rostro entre mis manos, obligándola a mirarme. —No me abandones.

—Pero....

—....no lo vayas a hacer, Geneviev.

Ella no sabía lo que vendría.

Ni siquiera yo.

La maldición de Barba Azul © [Historia corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora