11 - Dudas -

1 0 0
                                    

Leonard tardó un momento en procesar toda la información que Luz acababa de darle. Sentía que su mente daba vueltas. Finalmente, levantó la mirada, incrédulo.

-¿Me estás diciendo que Eliot, ese ángel que parece odiarme y que hace mi vida un infierno, fue un demonio? -preguntó, su tono teñido de burla.

Luz lo miró con paciencia, como siempre. Su voz era tranquila, pero sus palabras eran firmes.

-Entiendo cómo te sientes, Leonard. Pero debes saber que Eliot no te odia. Aunque no lo parezca, puedo asegurarte que se preocupa por ti.

Leonard soltó una risa seca y sarcástica.

-Lo siento, Luz, pero eso es difícil de creer. ¿Preocuparse por mí? Por favor, ese tipo disfruta verme fracasar.

Luz suspiró suavemente, pero esta vez su tono se tornó más serio, incluso frío, algo que perturbó a Leonard.

-Leonard, escucha bien. Eliot tiene la misión de garantizar que te conviertas en un aliado para el cielo... o de eliminarte si es necesario.

La última palabra hizo que el estómago de Leonard se encogiera. ¿Eliminarlo? Esa revelación lo dejó paralizado por un instante.

-¿Eliminarme? -murmuró, su voz apenas audible.

Luz asintió, sus ojos reflejaban algo que Leonard no pudo descifrar.

-Sí. Eliot tenía permiso para acabar contigo desde el momento en que te encontró. Eres una anomalía, Leonard, y eso te convierte en un peligro potencial. Pero, a pesar de eso, él decidió no hacerlo. En lugar de eliminarte, ha optado por ayudarte a cambiar.

Leonard frunció el ceño, molesto.

-¿Ayudarme? Eso no tiene sentido. No parece del tipo que ayuda por buena voluntad.

Luz sonrió con un dejo de tristeza antes de continuar.

-No lo hace solo por iniciativa propia. Fui yo quien insistió en que te dieran una oportunidad, Leonard. Yo vi algo en ti desde el principio, y convencí a Eliot de que también lo hiciera.

Leonard se cruzó de brazos, sus ojos brillaban con incredulidad.

-¿Convenciste a Eliot? ¿Y cómo hiciste eso?

-Fue un proceso largo, no te voy a mentir. Eliot no estaba de acuerdo al inicio. De hecho, me aseguró que eras un caso perdido, que no valías el esfuerzo. Pero... Eliot no es tan insensible como quiere aparentar. Cuando le hablé de tu potencial, de lo que podrías llegar a ser, aceptó. Con ciertas condiciones, claro, pero lo hizo.

Leonard sintió cómo las palabras de Luz le pesaban en el pecho. Todo esto era nuevo para él. ¿Eliot ayudándolo por insistencia de Luz? ¿Qué era lo que ambos veían en él que él mismo no podía comprender?

-Entonces, ¿solo soy una apuesta? -preguntó con amargura-. ¿Un proyecto para ver si fallan o tienen éxito?

Luz negó suavemente con la cabeza.

-No eres una apuesta, Leonard. Eres alguien con un propósito que aún no se ha revelado del todo. Eliot lo sabe. Puede que no te lo diga, pero él cree que hay algo en ti que vale la pena salvar. De otro modo, jamás habría aceptado ayudarte, ni mucho menos soportado todo este tiempo contigo.

Leonard sintió un nudo en el estómago. Las palabras de Luz despertaban preguntas que no quería hacer. Pero había algo en su tono, en su mirada, que le decía que no estaba mintiendo.

-¿Y qué pasa si estoy roto? -preguntó finalmente, su voz apenas un susurro-. ¿Qué pasa si no hay nada en mí que valga la pena?

Luz colocó una mano sobre su hombro, y su toque irradiaba calidez, aunque su mirada era seria.

-No estás roto, Leonard. Lo que has pasado te ha moldeado, pero no te ha destruido. Tienes un largo camino por delante, pero no estarás solo. Eliot y yo estaremos aquí para ayudarte, aunque no siempre sea fácil.

Leonard apartó la mirada, sintiendo cómo algo se revolvía en su interior.

-Entonces, ¿Eliot solo está haciendo esto porque tú se lo pediste? -preguntó, tratando de entender.

Luz sonrió.

-Al principio, sí. Pero ahora... creo que Eliot se ha dado cuenta de que ayudar a otros también puede sanar partes de él mismo.

Leonard no supo qué responder. Por primera vez en mucho tiempo, sentía algo parecido a la esperanza, aunque era débil y distante. La idea de que alguien pudiera preocuparse por él, aunque fuera por insistencia de otro, lo dejaba sin palabras.

El silencio llenó la habitación, mientras Leonard volvía a sentarse, su mente aún atrapada en un torbellino de emociones.

-Paciencia, Leonard -dijo Luz suavemente-. Todo será aclarado a su debido tiempo.

Y aunque Leonard quería resistirse, no pudo evitar preguntarse si esas palabras eran ciertas.

El Angel Y El Caníbal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora