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KLAUS DESPERTÓ DE GOLPE, SU CUERPO EMPAPADO EN SUDOR FRÍO, EL PECHO SUBIENDO Y BAJANDO POR LA FALTA AIRE. Había tenido una pesadilla, aunque sabía que no era solo eso. Un recuerdo. De esos que él trataba de enterrar bajo capas de sustancias y risas forzadas, pero que siempre volvían a morderle el alma. En este, como siempre, su padre era el villano, un monstruo que se erguía sobre él con la autoridad de un dios y la crueldad de un verdugo.
Su corazón latía frenético, como si intentara escapar del encierro junto con él. Pero no había escapatoria. Hazel y Cha-Cha lo habían dejado ahí, atado, en un oscuro y sofocante clóset. La cinta en su boca lo privaba de gritar y su única compañía era la desesperación que lo carcomía como un ácido. Ben, su hermano muerto, estaba ahí, pero incluso su presencia no era un consuelo. Ben no podía tocar nada, ni siquiera materializarse. Solo podía observar.
━━¡Klaus! ¡Klaus!━━La voz de Ben resonó en la penumbra, preocupada, casi frenética. Lo llamó una y otra vez, intentando atravesar el muro de pánico que envolvía a su hermano. ━━¡Respira! Estás en la peor parte, pero puedes salir de esto. ¡Respira!
Klaus, temblando y con el rostro contraído en una mueca de angustia, intentó regular su respiración. Pero era como pedirle a alguien que nadara en un océano de desesperación. Su cuerpo estaba atrapado, pero su mente también, y el efecto de la abstinencia que lo obligaban a sufrir solo intensificaba el dolor. El silencio dentro del clóset era como un peso, sofocante, inmenso.
Ben no dejó de insistir. ━━Solo... intenta calmarte. Piensa en Violet.
El nombre golpeó a Klaus como un rayo. Violet. Su mente, nublada por el miedo, se aferró a esa palabra como un náufrago a un pedazo de madera. Los recuerdos de sus ojos azules, de su risa suave, empezaron a desplazar el caos. Klaus respiró profundamente, una vez, y luego otra. No era fácil, pero empezó a calmarse lo suficiente como para escuchar el mundo exterior.
Un ruido lo sacó de sus pensamientos: un zumbido constante, familiar. ¿Era una aspiradora? ¡Sí! Por fin, alguien había entrado a la habitación. La desesperación lo golpeó de nuevo, pero esta vez con una chispa de esperanza. Klaus empezó a emitir gritos ahogados detrás de la cinta que cubría su boca, desgarradores y desesperados. La señora de la limpieza estaba allí. Podía escucharla moverse por la habitación, pero también notó algo que lo hizo maldecir: llevaba audífonos.
La mujer, absorta en su trabajo, apenas levantó la cabeza al escuchar un ruido distante. Dudó un momento, creyendo que había imaginado algo, pero luego volvió a lo suyo. La aspiradora chocó contra algo metálico y se detuvo. Era un tornillo, pequeño y fuera de lugar. Intrigada, lo recogió y lo dejó en la mesa, junto a una tarjeta que decía: Claudia ━━ Servicio de Limpieza. Sin más, siguió trabajando, sin notar que, al otro lado de la puerta del clóset, alguien estaba luchando por su vida.
