-Capítulo 12-

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-Desconocidos-
Los ojos curiosos no los dejaban en paz, todo el moby estaba al rededor de Marco y el pequeño y escuálido niño que no se le quería despegar.
Llevarlos a los tres a la enfermé fue ciertamente complicado, dos estaban inconscientes y el otro estaba aterrado de ver la cantidad de medicamentos y agujas al rededor del pulcro lugar. Habían tratado de hacerlo hablar pero ni una sola palabra salió del pequeño niño.
Las horas pasaron rápidamente mientras el niño no se soltaba de Marco pero tampoco se apartaba de donde estaban los otros dos niños, siendo que a la mínima señal de apartarse a cualquiera de los tres comenzaba a temblar y las cosas a su alrededor a flotar levemente al igual que las luces fallar.

-Que problemático yoi...- había soltado viendo como el pequeño aferrado a su camisa no se dignaba a soltarlo pero al mismo tiempo no apartaba la vista de los otros dos -¿no piensas comer?- preguntó después de escuchar por milésima vez el estomago del niño rugir ante el ligero caldo que estaba en la mesa en frente.

Aún así su pregunta fue completamente ignorada por el más pequeño. Así estuvo hasta que sintió el ligero movimiento de las manos de ambos menores y se sintió lanzarse a ellos. Pasaron segundos antes de que abrieran los ojos y notaran que estaban en un lugar desconocido, entrando en posición defensiva las llamas cubrieron sin cuidado al rededor de los tres, brotando del azabache con pecas.

El rubio mayor estaba algo nervioso al ver fuego al su al rededor, pensando en que se propagaría. Pasó un largo minuto y con el sudor frío bajando por su sien se dio cuenta de que el fuego estaba por completo a raya, estable y sin propagarse. No sabía que pasaba, si alguno de los dos niños tenía el poder de una fruta del diablo o algo así porque si no, entonces no le encontraba sentido alguno al fenómeno que estaba ocurriendo en ese instante.
Observo como el más pequeño hablaba al oído del rubio que lo analizaba mientras escuchaba, su mirada pareció suavizarse por un momento, aún as era desconfiada y alerta a cualquier movimiento; en eso observo como el rubio llamó la atención del azabache, al parecer, mayor de ellos. Su mirada se extrañó al verlo hacer una especie de lenguaje en señas y al mismo tiempo con vocablos que no lograba comprender.

- Lu kii ana a Lu kei te pai, kei te noho pai ki tera tangata... te ahua nei i ora ia, engari me mataara koe mo te haumaru... (Lu dice que esta bien, que es seguro con ese hombre... parece que el lo salvó, pero hay que estat alertas por seguridad...) -su expresión era recelosa y precavida, los gestos consistían en movimientos de mano que bajaban y subían palmeando en su cuerpo. Eran rápidos, ágiles y poco o nada entendibles para el que no supiera.

Por desgracia Marco era uno de los que no entendía absolutamente nada.

-E mohio ana ahau he pai te whakawa a Lu, engari kare au e whakapono ki tenei tangata, kaore matou e korero i waho o to tatou reo, he kino te korero ki a ratou... (se que el juicio de Lu es excelente, pero no confio en este hombre, no vamos a decir absolutamente nada fuera de nuestro lenguaje, es peligroso hablar con ellos...) -esta vez habló el azabache, que no lucía de muy buen humor, aún así no uso el lenguaje de señas como el rubio, parecía un eran independientes el uno del otro aquellos idiomas, más un apoyo que cualquier otra cosa.

- Ehhh... no se que habrán dicho- yoi, pero no les haré daño, no les haremos daño en realidad, nadie en esta nave lo hará- a ese punto dudaba de si lo entendían al no recibir ninguna clase de respuesta de cualquiera de los tres menores -hay sopa... el chef de la nave la preparó.... Es segura, no tiene ninguna sustancia ni nada por el estilo-yoi- se quedó estático por unos segundos antes de sentir como perdía el control de su cuerpo, como si alguien más lo controlara.

En eso, notó algo curioso. Los ojos del rubio menor brillaban más de lo que ya lo hacían naturalmente, parecían resplandecer en el momento.
La mano de Marco viajó hasta la cuchara que había en la sopa, levantándola y llevando un sorbo a su boca, tragándolo sin siquiera el haber dado el comando a su cuerpo.

Durante unos minutos después de probar la primera cuchara su cuerpo llevó la comida hasta ellos dejándola justo en frente y apartándose. Una vez que la dejó una barrera de llamas se levantó entre él y los niños nuevamente; observó como el rubio lo dejó de mirar fijamente y como volvía a tener el control de su cuerpo. Alimentaron primero al menor que era el más raquítico a su parecer, luego comió el rubio y unas pocas cucharadas fueron para el azabache de pecas.

-Como... ¿Cómo hizo eso?, ¿Fué el rubio no?- dijo y preguntó para que quedarán las palabras al aire. Sin saber realmente que hacer simplemente los miró y analizó con su típica mirada floja y perezosa.

Cicatrices, tenían demasiadas. Parecían piquetes, algunas cortadas pero sobretodo destacaba una reciente herida en el rubio que ya había sido previamente tratada por el equipo médico de la nave; en el lado derecho una gran quemadura en su rostro, posiblemente por el plan de escape.

Antes de que Marco pudiera decir una sola palabra más entró un hombre alto de pelo en tupé y perilla marrones. Destacaba una cicatriz alrededor de su ojo izquierdo y su elegante y pulcra vestimenta; a su lado había entrado una mujer, joven y rubia, con pintalabios rosa y un llamativo uniforme de enfermería rosa con mallas de leopardo.

-¡Pero Tato!, esos niños están raquíticos, necesitan comer más que suplementos- Se escuchaban los reclamos del castaño mientras caminaba de espaldas frente a la joven mujer.

-ya te lo dije Tahtch... No puedes darles cosas pesadas en general sin que yo sepa cómo se encuentran dietéticamente, ni siquiera sabemos si tienen alergias- habló con calma mientras miraba una planilla en sus manos.

En eso la muchacha levantó la vista, observando el panorama de Marco frente a unos niños rodeados de llamas sobre una de las camillas. Estuvo a punto de entrar en pánico de no ser porque notó que las llamas no se extendían.

-comandante, agradecería que me dijera que está pasando acá- habló con calma mientras bajaba lentamente la planilla.

-yo también quisiera saberlo Teto... Pasaron cosas extrañas en solo minutos- habló sin apartar la vista de los niños.

Estuvieron observando por un rato hasta que el pequeño pelinegro quiso intentar salir, siendo retenido por sus hermanos. Nuevamente, y como vió Marco antes, hablaron en una especie de lenguaje de señas que solo ellos entendían; dudando y mirando a Marco repetidamente al final cedieron y vieron como las llamas se abrieron y extendieron hasta rodear a Marco también, quedando dentro de la pequeña barrera que habían formado. Pudo observar a la figura más peque bajar y caminar hasta a él, levantando sus delgadas manos en un gesto que interpretó como que lo levantara, seguido el niño simplemente se abrazó a su cuello y señaló a los otros dos... camino lentamente, precavido a los otros dos menores que lo miraban con duda.

El fuego lo seguía, cerrándose con cada paso que daba hasta sentarse entre ellos. Sintió la mirada fija del rubio, escarbando en lo más profundo de su ser.

Calidez, quisiera decir que sentía aunque sea un poco de hostilidad... pero sería una gran mentira, lo único que sentía de ese hombre era calidez, una gentileza que no sentía desde que era más pequeño, una gentileza que solo había sentido con sus hermanos. Se sintió relajado y cuando levantó la mirada para ver a Lucy encontró una sonrisa que extrañaba, una que no veía desde hace mucho tiempo; su mirada se desvió una vez más a su otro hermano, quien lo miraba expectante, no pudo hacer más que asentir con una expresión relajada y meterse por debajo del brazo del hombre, pegándose a su hermano pequeño.

Poco después y con dudas el último peli-negro hizo lo mismo, con un aire más desconfiado y alerta... aún así al estar de la misma forma que su hermano rubio se sorprendió, se sorprendió de que la sensación en su piel no era asquerosa, no era repulsiva ni le picaba la piel... era más bien cálido y suave, como un arrullo ligero.
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Palabras: 1434
Cortito lo sé ,'(

᯽ʟɪʙᴇʀᴛᴇ́ ᴀᴅᴏʀᴇᴇ́᯽[] ᵃˢˡ ᵃᵘ []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora