TORPE ODIO--CAPITULO 16

52 7 0
                                    

Esa noche, tanto Paty como Belén se fueron a dormir con el recuerdo del beso aún ardiendo en sus labios.
Paty abrazaba su almohada con fuerza, intentando convencerse de que todo lo que había ocurrido era un error, una confusión momentánea. "Esto no puede seguir así," pensaba, mientras los recuerdos de la intensidad del beso volvían una y otra vez, acompañados de una calidez que se negaba a disiparse.

Belén, por su parte, miraba al techo de su habitación. Con cada parpadeo, podía ver los ojos de Paty justo antes de que se separaran. Esa mezcla de deseo, miedo y algo más que no podía identificar la estaba volviendo loca. "Tengo que olvidarla," se dijo a sí misma, aunque sabía que sería imposible. Había algo en Paty que la hacía querer más, a pesar de la barrera del odio que parecía rodearlas.

Finalmente, ambas se quedaron dormidas, con sus mentes llenas de pensamientos contradictorios y una determinación compartida de ignorar lo que había pasado. Al menos, eso se prometieron antes de cerrar los ojos.






A la mañana siguiente, Paty se despertó sintiendo una mezcla de ansiedad y cansancio. Bajó a la cocina, donde su madre y sus hermanos,  preparaban el desayuno.  la miró de reojo, notando de inmediato el cambio en su hija.

—¿Todo bien, mi corazon? —preguntó Rosa mientras colocaba un plato en la mesa.

Paty intentó disimular, pero su nerviosismo era evidente.

—Sí, mamá. ¿Por qué lo preguntas?

Rosa alzó una ceja, limpiándose las manos en un trapo.

—Porque te conozco. Y algo te pasa. ¿Quieres hablar de ello?

Paty tragó saliva y miró a su hermana Yadira, que acababa de entrar en la cocina. Yadira le lanzó una mirada cómplice, como diciéndole que tenía su apoyo.

—Es... solo el trabajo, mamá. Ha sido un poco estresante últimamente.

Rosa no parecía convencida, pero decidió no presionarla.

—paso algo con Belen, si necesitas hablar, ya sabes que estoy aquí. —Sonrió antes de volver a su tarea.

Paty suspiró de alivio, agradeciendo que su madre no insistiera más. Sin embargo, no pudo evitar sentirse culpable por ocultar lo que realmente pasaba.

En otro rincón de la ciudad, Belén estaba sentada en la mesa de su comedor, con su teléfono en la mano. Después de debatirlo por un rato, decidió marcarle a su madre, Doña María.

—Hola, hija —respondió María con su habitual calidez. —¿Qué tal todo?

—Bien, mamá. —Belén trató de sonar tranquila, pero su madre no tardó en notar el tono extraño en su voz.

—¿Segura? Me suenas... distraída.

Belén suspiró, jugando con una servilleta sobre la mesa.

—Es complicado, mamá. Hay alguien en el trabajo que... bueno, me confunde.

—¿Te confunde cómo? —preguntó María, interesada.

—Es alguien que me saca de quicio, pero al mismo tiempo... no puedo evitar sentir algo más.

Hubo un breve silencio antes de que María hablara nuevamente.

—Belén, el corazón a veces nos lleva por caminos extraños. Si esa persona te hace sentir algo, quizá deberías explorar qué es antes de descartarlo.

!! 𝑃𝐸𝐶𝐴𝑁𝐷𝑂 𝐸𝑁 𝑇𝑈 𝑂𝐷𝐼𝑂 !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora