Capítulo 4: Un Nuevo Comienzo

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El viento levantaba polvo a su paso mientras Fobos y Larissa avanzaban por el sendero que conducía al campamento Tirsa. Desde las ventanas del comedor, los reclutas habían comenzado a notar su llegada, observando con curiosidad. Larissa, con la cabeza en alto y la espalda recta, no permitía que las emociones por lo ocurrido esa mañana se reflejaran en su rostro, aunque el peso de lo sucedido todavía estaba fresco en su mente.

A medida que se acercaban al campamento, el contraste con Asael se hacía evidente. Las instalaciones del escuadrón Tirsa eran más rústicas, con equipos obsoletos y estructuras desgastadas por el tiempo. Aun así, se percibía un orden silencioso, algo que Fobos había inculcado: una disciplina forjada en la adversidad.

Desde el comedor, los reclutas comenzaron a salir uno a uno, reuniéndose en un grupo disperso mientras observaban a la recién llegada. Kale, apoyado casualmente contra una caja de suministros, cruzó los brazos con una expresión que mezclaba interés y escepticismo. Soren, en cambio, permanecía en silencio, sus ojos observando con curiosidad a Larissa.

Fobos se detuvo frente a ellos, su presencia imponía respeto incluso en aquel lugar desolado. Con un movimiento de la mano, hizo un gesto para que los cadetes prestaran atención.

—Reclutas, esta es Larissa Moonwhisper, una ex recluta de Asael —anunció, su voz grave resonando en el aire—. A partir de ahora, formará parte del escuadrón Tirsa. —Hizo una pausa, evaluando las expresiones en los rostros de su equipo—. Sé que no están acostumbrados a recibir a alguien nuevo, pero confío en que Larissa encajará rápidamente. Ella es una guerrera experimentada, pero aquí, en Tirsa, todos empiezan de cero.

El grupo murmuró entre ellos mientras Kale soltaba un leve silbido, ladeando la cabeza hacia Soren.

—¿Experimentada, eh? —dijo en un tono sarcástico—. Esto va a ser interesante.

Sally visiblemente emocionada, dio un paso adelante con los ojos llenos de admiración. Su cabello negro, corto y perfectamente liso, estaba partido al medio, dejando que los mechones enmarcaran simétricamente su rostro anguloso, acentuando sus expresivos ojos oscuros que brillaban de emoción.

—¿De verdad eres de Asael? —preguntó, como si no pudiera creerlo—. ¡Es increíble tenerte aquí! Siempre he escuchado historias de ese escuadrón...

Larissa asintió con un gesto casi imperceptible, sin alterar su expresión seria.

—Lo era —respondió en un tono seco, cortando el aire como un cuchillo—. Ahora pertenezco a Tirsa.

Fobos, acostumbrado a mantener la disciplina, interrumpió antes de que las preguntas continuaran.

—Leena, quiero que le muestres el campamento a Larissa. Asegúrate de que se familiarice con todo antes de que comencemos el entrenamiento.

Leena, con su cabello recogido en su característica coleta alta, dio un paso adelante con una sonrisa que irradiaba entusiasmo. Sus grandes ojos miel parecían brillar aún más al escuchar la orden de Fobos.

—¡Claro, capitán! —respondió, haciendo un gesto para que Larissa la siguiera—. Ven, te mostraré todo. Prometo no aburrirte.

Larissa la siguió sin decir palabra, aunque su expresión reflejaba un leve desconcierto ante tanta efusividad. A medida que caminaban, Leena señalaba cada área con un entusiasmo contagioso, intercalando explicaciones con pequeñas anécdotas.

—Este es el comedor —dijo, señalando el edificio donde el resto de los cadetes aún observaba con curiosidad—. La comida no es la mejor, pero cuando Sally está de humor para cocinar, todo mejora mucho. Ah, y por aquí está el área de entrenamiento. No es tan impresionante como en Asael, pero tiene lo básico.

Larissa observaba cada rincón con atención, evaluando el entorno. La austeridad de Tirsa era palpable, pero también percibía algo inesperado: una camaradería que no había encontrado en Asael.

—Supongo que aquí es donde viven —comentó Larissa al pasar frente a un barracón desgastado.

Leena asintió con entusiasmo. —Sí, probablemente compartirás habitación conmigo y con Sally. Te aseguro que es mejor de lo que parece. —Luego bajó la voz en un tono cómplice—. Además, Sally es muy buena arreglando cosas, así que si algo se rompe, ella lo soluciona.

Sally, que había estado siguiéndolas a una distancia prudente, intervino con una sonrisa tímida. —Lo intento, pero Leena exagera. Aunque espero que te sientas cómoda. Fobos no parece demostrarlo, pero cuida mucho a su escuadrón.

Larissa no respondió de inmediato. Había algo reconfortante en la espontaneidad de Leena y la sinceridad de Sally, pero no estaba lista para bajar la guardia.

Cuando regresaron al comedor, Fobos estaba dando indicaciones a los cadetes. Su voz cortaba el aire como un látigo mientras asignaba tareas para la jornada. Finalmente, su mirada se detuvo en Soren.

—Layman, tendrás el turno de vigilancia esta noche. Asegúrate de que todo esté en orden —le dijo.

Soren asintió con seriedad, pero no pudo evitar mirar de reojo a Larissa, quien, aunque no lo decía en voz alta, parecía evaluar a cada uno de los cadetes con su mirada.

Mientras los demás se dispersaban, Larissa se acercó a Soren.

—¿Vigilancia nocturna? —preguntó con tono neutral, rompiendo el silencio.

Soren levantó la vista, sorprendido de que Larissa le hablara directamente.

—Alguien tiene que hacerlo —respondió con un encogimiento de hombros.

—No te distraigas. Incluso en un lugar como este, la vigilancia puede salvar vidas —agregó Larissa, con la mirada fija en el horizonte.

Antes de que Soren pudiera responder, Leena y Sally se acercaron con pasos apresurados.

—¡Soren, deberías aprovechar y contarle a Larissa lo que haces en tus turnos! —dijo Sally, con su entusiasmo característico. Luego miró a Larissa—. Soren es increíble en la vigilancia. Siempre detecta cosas que nadie más ve.

—¡Kale! —interrumpió Leena, girándose hacia el fondo del comedor y haciendo señas—. Ven aquí, ¡te estás perdiendo todo!

Kale se acercó, con su típica sonrisa ladeada.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó, mirando a Larissa y luego a Soren, divertido.

—Estimado Kale, le presentamos a Larissa —respondió Leena—. Es nuestra nueva compañera. Soren, deberías mostrarle cómo haces tus mapas en las rondas de vigilancia. ¡Son impresionantes!

Soren se ruborizó levemente, pero asintió.

Larissa, aunque algo sorprendida por la espontaneidad de sus nuevas compañeras, no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa.

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