Al amanecer, el fuego ya había sido extinguido. Solo quedaban los restos humeantes de la torre de almacenamiento; su estructura ennegrecida por las llamas. El escuadrón trabajaba en la limpieza y reorganización del campamento. La destrucción había sido contenida, pero la incertidumbre aún pesaba sobre todos.
Soren no ayudó. Se aisló, alejándose de los demás, buscando cualquier rincón donde no tuviera que enfrentar miradas, preguntas o palabras de consuelo. Sentía que no las merecía.
Se sentó en la base de la torre de vigilancia, con los codos apoyados sobre las rodillas y la mirada clavada en el suelo. Su cuerpo estaba tenso. De vez en cuando, pasaba una mano por su cabello, despeinándolo en un gesto frustrado.
Fobos lo observó desde la distancia antes de acercarse. No dijo nada al principio. Se sentó a su lado, cruzando los brazos, esperando.
El silencio se extendió entre ellos.
Soren no lo miró.
Finalmente, su voz emergió, tensa y baja.
—No fui capaz. Fallé en mi guardia. No hice sonar la alarma. No vi nada, capitán.
—¿Y qué aprendiste? —preguntó Fobos.
Soren frunció el ceño y apartó la mirada.
—Que no fallaré otra vez.
Fobos lo observó por un instante y asintió, pero no se movió.
El silencio se alargó.
Soren exhaló tembloroso, clavando los ojos en el suelo. Sus nudillos estaban blancos por la fuerza con la que apretaba los puños.
—Si pudiera volver el tiempo atrás... —su voz se quebró ligeramente—. Todo sería distinto.
Sus hombros se sacudieron levemente. Cerró los ojos con fuerza, como si eso pudiera contener las lágrimas que ahora escapaban sin permiso.
—No me hubiera dormido... No me hubiera distraído... Hubiera visto algo, cualquier cosa...
Su respiración se entrecortó.
Fobos no apartó la mirada de él.
—Es bueno valorar lo que hacemos bien—dijo con calma—. Pero igual de importante es preguntarnos qué podríamos haber hecho distinto cada día.
Soren tragó saliva con dificultad, sintiendo que la presión en su pecho apenas disminuía.
Fobos se puso de pie.
—Confío en ti, Soren —declaró con firmeza—. Y mi decisión de dejar el campamento a tu cuidado no ha cambiado.
Soren levantó la mirada, sorprendido.
Fobos le dedicó una leve sonrisa.
—Así que confío en que apoyarás a Larissa.
Soren parpadeó.
—¿Apoyar a Larissa?
Fobos asintió.
—Sí, recuerda que ella se quedará en el campamento contigo. Será bueno para ambos.
Soren bajó la cabeza de nuevo, pero esta vez, aunque la culpa seguía ahí, el peso sobre sus hombros se sentía un poco menos aplastante.
Fobos le dio una palmada en la espalda antes de alejarse.
Soren pasó una mano por su rostro, secándose las lágrimas con brusquedad.
A pocos metros de distancia, Leena y Kale observaban a Soren desde la sombra de una de las torres de vigilancia.
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Luminar
Science FictionEn un mundo donde la luz puede ser la última esperanza o el principio de la destrucción, Luminar explora las vidas de aquellos que desafían el destino y buscan sentido en un planeta desolado. Entre facciones enfrentadas, seres con poderes sobrenatur...