—¡Reclutas, al área de entrenamiento! ¡Ahora! —el sonido de la voz de Fobos retumbó en el campamento Tirsa, cortando el aire de la mañana como un latigazo.
El grupo de cadetes se movilizó de inmediato. Algunos se estiraban los brazos mientras caminaban, otros intercambiaban comentarios en voz baja, anticipando lo que se avecinaba.
—¿Siempre grita así? —preguntó Larissa, arqueando una ceja mientras avanzaba junto a Leena.
Leena sonrió, ajustándose el broche en el cuello de su uniforme.
—Solo cuando quiere que recordemos quién manda —bromeó—. Aunque, en el fondo, creo que le divierte vernos sufrir.
Larissa no respondió de inmediato. Sus ojos recorrieron el campamento, observando la manera en que los reclutas se organizaban sin necesidad de órdenes precisas. A diferencia de Asael, Tirsa tenía un aire menos rígido, más marcado por la autonomía y la adaptabilidad.
Cuando todos estuvieron en la zona de entrenamiento, Fobos cruzó los brazos y recorrió con la mirada a su escuadrón.
—Hoy vamos a hacer algo especial. Como saben, tenemos una nueva integrante. —Señaló a Larissa con un leve movimiento de cabeza—. Y en Tirsa, las palabras no valen tanto como las acciones. Es momento de que ella demuestre de qué está hecha.
Los reclutas comenzaron a susurrar entre ellos. Algunos con expresiones de curiosidad, otros con escepticismo. Kale, apoyado contra una de las estructuras de entrenamiento, esbozó una leve sonrisa de diversión.
—Antes de empezar, vayan por sus trajes de entrenamiento. No quiero que nadie termine en la enfermería por una simple práctica.
Los cadetes se dispersaron hacia los vestidores. Mientras Larissa caminaba junto a Leena, esta última hablaba con entusiasmo.
—Oh, te van a encantar los trajes. Absorben gran parte del impacto de los golpes, así que no terminas con los huesos hechos polvo. Bueno, al menos no tanto.
Larissa tomó el traje que le asignaron y lo inspeccionó con mirada experta.
—En Asael también usábamos algo parecido —comentó mientras se lo ajustaba.
Leena ladeó la cabeza con curiosidad.
—Si son tan buenos, ¿por qué Fobos no nos deja llevarlos en las misiones?
Larissa terminó de abrocharse el traje y respondió con naturalidad:
—Porque no sirven en el campo. Los sistemas de absorción de impacto necesitan recargarse constantemente, y en una misión real, la batería se agota en pocos minutos.
—Oh... así que es solo para entrenar —Leena parpadeó, sorprendida.
—Exacto. Además, si dependes demasiado de la protección, te vuelves torpe cuando no la tienes —agregó Larissa con tono práctico.
Leena asintió con la cabeza, procesando la información mientras terminaban de alistarse.
Cuando todos regresaron con los trajes puestos, Fobos los esperaba junto a una mesa donde había varias armas alineadas.
—Cada cadete en Tirsa tiene un arma que es su responsabilidad. No solo deben dominarla, deben entenderla. Su arma debe ser una extensión de su cuerpo. Sin ella, un soldado no es más que un blanco fácil.
Los cadetes asintieron en silencio. Larissa se adelantó y recorrió la selección de armas con la mirada. Sus dedos rozaron el mango de una espada larga, luego el de un bastón de combate. Pero cuando tomó una daga de doble filo con una inscripción extraña en la hoja, una chispa de luz recorrió su superficie.
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Luminar
Science FictionEn un mundo donde la luz puede ser la última esperanza o el principio de la destrucción, Luminar explora las vidas de aquellos que desafían el destino y buscan sentido en un planeta desolado. Entre facciones enfrentadas, seres con poderes sobrenatur...