Capítulo 8 - Despierta
Lovino ocultaba su boca y su nariz con sus manos, aun estaba en estado de shock con marcas de lagrimas secas sobres sus mejillas que habían perdido el color, las lagrimas se le habían agotado, no podía llorar ni aunque quisiera.
Natalia deambulaba de un lado a otro, pensando en algo, y cuando se daba cuenta de la gravedad de la situación, golpeaba la primera cosa que veía bajo la mirada de Toris, que, por primera vez no se molesto en detenerla.
Un hombre de bata blanca se acerco a ellos atrayendo la mirada de las tres personas, y no precisamente por su cara sonriente reluciente llena de felicidad, es mas, su cara parecía sacada de una película, una de médicos, en plan "Anatomía de Grey", a Lovino le recordó a los momentos en los que el doctor estiraba su bata y presionaba una carpeta llena de papeles contra su pecho y decía las malas noticias.
-¿Qué tal ha ido? ¿Esta bien?- pregunto Natalia con voz quebradiza.
En el fondo, la albina, se criticaba a si misma por no haber llegado 1 minuto antes, un par de segundo hubiese estado bien y no había dejado de torturarse durante el eterno viaje en ambulancia.
El doctor bajo la vista y sus ojos se clavaron ligeramente en el blanco suelo del pasillo.
-Su cuerpo esta estable, sus constantes están normales, es probable que se despierte en unos días, aunque ha tenido daños en el cerebro, no sabemos si su memoria esta bien, si sus sentidos están bien o sus articulaciones, solo nos queda esperar a que despierte, ahora mismo esta en planta-.
El hombre de bata blanca miro al italiano de ojos cansados y llorosos.
-Deberías ir con él- sonrió el chico ligeramente.
Lovino negó con la cabeza y se encogió lo máximo que su poco flexible cuerpo le permitió.
-¿Sabe? Todo es mi culpa- afirmó Lovino mordiendo su labio inferior, intentando frenar sus lágrimas.
El chico se inclino y hizo una mueca compasiva.
-¿Le envenenaste?- Pregunto.
Lovino alzó la vista y sacudió la cabeza.
-Era obvio, yo le opere- el hombre sonrió aun más -Caer por las escaleras es algo que decidió él, él decidió que tu eras demasiado importante...-.
-¿Qué se supone que debo hacer ahora?- pregunto Lovino casi llorando.
-Opino que deberías estar ahí para él, no sé qué clase de relación tienen pero si es buena creo que le alegrará verte ahí-.
-¿No me culpará?-.
El chico volvió a agitar la cabeza.
-Ve con él-.
El chico de pelo anaranjado tirando a castaño alzó una ceja sonriente y tiro del chico bajo la expentante mirada de una cabreada Natalia y un confundido Toris.
El chico empujó a Lovino dentro de la pequeña habitación y los encerró.
Lovino observo los cables que parecían incrustados en la piel del español y el tubo se suero que llegaba hasta su brazo. En una esquina había una pantalla insonora donde Lovino pudo observar su pulso.
-Yo lo siento Antonio, por favor, despierta, no puedo estar sin ti- Lovino se quito los zapatos y se acurruco junto a él español en la cama.
Antonio había perdido su cálido y dulce olor y ahora sólo olía a hospital, un conjunto de medicinas y productos químicos pero su calidez aún estaba ahí.
Lovino sorteo con sus manos los cables colocados en el pecho de Antonio y lo envolvió con sus brazos haciendo que las lagrimas volviesen a brotar de sus ojos mientras se aferraba fuertemente a él.
Natalia observó desde la puerta la escena y miro al doctor.
-¿Cuando dijo que se despertaría?- pregunto Natalia con una mezcla de preocupación y rabia en su voz.
-No lo tenemos claro, normalmente la gente que ha pasado por este proceso se pasan varios días durmiendo, es una suerte que su cuerpo aguantara el golpe-.
Natalia miró al chico de bata blanca.
-Le juro que llegó a llegar un par de minutos antes y ya usted no haría falta, solo un forense- Natalia cruzo sus brazos dando pequeños golpes con su tacón.
-¿Cómo va la investigación?- pregunto el chico mirando a Toris.
Toris miró a Natalia mientras ellas mantenía su mirada en los dos chicos que ahora descansaban sobre la camilla.
-Parece que el chico que intento atacar a Lovino no aparece pero dudo que aparezca, le darán poca importancia pronto y él seguirá suelto...- Explico Toris que paró de hablar en el momento en el que vio aparecer a una pequeña y dulce criatura al final del pasillo.
Un demonio disfrazado de ángel.
-Buenos días- sonrió la belga a unos pasos del doctor -Vengo a ver a Antonio-.
Natalia dio un par de pasos hacia ella probablemente para acabar con ella con sus propias manos ¿Cómo podía ser tan despreciable como para llegar a tal punto?
-No Natalia- Toris le agarró del brazo y tiró de ella hacia atrás.
-Lo siento pero el señor Fernández tuvo un momento de lucidez donde dijo que solo quería que entrará el señor Vargas- dijo el doctor observando a la chica.
La chica miro de arriba a abajo al hombre de bata blanca con algo de desprecio.
-¿Sabe quien soy?-.
-Estamos en un hospital, aquí no importa quien seas-.
Bella soltó un sonido de inconformidad y camino hacia el asesor que la llevaría a la planta inferior del edificio.
-Natalia tranquilizante por favor- pidió Toris mientras Natalia se intentaba zafar de su agarre con más fuerza mientras veía como la chica desaparecía.
-Natalia deberías tranquilizarte o llamaré a una enfermera y haré que te pongan un tranquilizante- dijo el chico.
Natalia se zafo del agarre del lituano pero se quedo quieta dando golpecitos con su tacón en el suelo.-¿Antonio tuvo algún momento de lucidez?- pregunto Toris.
-Digamos que fue una mentira piadosa- contesto el chico riéndose suavemente.
-Ahora mismo la mandaría en un paquete a la Antártida- susurro Natalia -Toris, esta noche me voy a quedar con ellos por si el cabeza de tulipán decide hacer una visita nocturna...-.