Parte 13

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Newt.

Corrí y me escondí en una de las habitaciones vacías del edificio. El caos se había desatado por completo tras una matanza inesperada y misteriosa que azotó el lugar. No estaba seguro de si había afectado a todos los pisos ni del destino de los demás chicos que estaban en los otros niveles.

En la sala de procedimientos me habían hecho innumerables exámenes. Entre ellos, me extrajeron un frasco entero de sangre. Ava se acercó mientras lo hacían, explicándome que todo era necesario para analizar los efectos de la cura en mi organismo tras haber sido inyectado.

Al llegar a la habitación gris, cerré la puerta tras de mí y me acerqué a una de las dos literas que habían ahí. Aunque el espacio no era precisamente cómodo, apenas un par de metros cuadrados, era lo mejor que tenía para descansar y dejar que el mareo, que seguía apoderándose de mí, se disipara.

—Mierda, sí que me sacaron un montón de sangre —murmuré para mí mismo, dejándome caer en la fría y desolada cama.

La habitación estaba en completo silencio, solo se escuchaba mi respiración irregular mientras trataba de calmarme. El mareo no cedía del todo, y un ligero sudor frío me recorría la frente. La cama no ayudaba mucho: el colchón era delgado, y el metal de la estructura parecía absorber todo el frío del ambiente.

De pronto, escuché un crujido.

Me incorporé de golpe, el corazón latiendo con fuerza. Miré hacia la puerta, pero no vi nada a través de la pequeña ventana con rejilla. Me puse de pie con cuidado, las piernas tambaleándose un poco, y me acerqué lentamente a abrir la puerta.

No había nada ni nadie.

El mareo arremetió con más fuerza, obligándome a sentarme en el borde de la cama inferior. Un sudor frío recorrió mi espalda, y mis manos temblaron como si no fueran mías. Las oleadas de náuseas me empujaron hacia el pequeño lavamanos metálico en la esquina de la habitación. Con el rostro pálido y las sienes latiendo, me miré en el espejo adornado con bordes oxidados.

De repente, un pitido llenó mis oídos y una punzada aguda me perforó la cabeza. Mis nudillos se volvieron blancos al agarrarme del lavamanos, mientras un zumbido ensordecedor reemplazaba cualquier otro sonido. Cerré los ojos con fuerza al notar cómo mi visión se nublaba.

Y entonces vi algo.

Alguien.

—¿Charlotte? —murmuré, mi voz un eco ahogado en el vacío.

La habitación parecía más oscura, pero allí estaba ella. Mi chica del arco.

Caminaba con pasos nerviosos por el lugar, pasando los dedos por su cabello ondulado, desordenándolo como si eso pudiera calmarla. Estaba hablando con alguien más. Thomas.

Quería hablarle. Preguntar que pasaba o si todo era real. Quería acercarme y abrazarla. Besarla. Tocarla y sentirla. Volver a estar con ella.

Volver...

Eso no seria tan pronto.

—Charlotte, escúchame. Lo sacaremos de ahí, ¿vale? —dijo Thomas, acercándose y envolviéndola en sus brazos.

¿A que se refería?

¿A Minho? ¿A mi? ¿A quien?

Si se trataba de mi, no era buena noticia.

Ella no parecía convencida. Se aferró a él hundiéndose en su pecho. Mi estómago se retorció. Celos, punzantes e inevitables, se enredaron con la rabia y la tristeza. Pero sabia que Thomas la cuidaría bien mientras yo me ausentaba.

Todo se desvaneció de golpe.

Abrí los ojos con lentitud, parpadeando contra la fría luz blanca de la bombilla del techo. Mi espalda estaba apoyada en la pared, y el frío del suelo contra mis piernas me devolvió de lleno a esta maldita realidad.

—¿Qué demonios...? —susurré, mi voz rasposa y extraña en la habitación vacía.

Había sido un sueño. ¿O no? ¿Qué significaba?

Joder.

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NOTA DE LA AUTORA:

¡¡Feliz Navidad, mis querid@s lectoras y lectores!! 🎄🎁

Ahora vemos que Newt también tiene visiones, como Charlotte.

¿Será que estarán conectados?

¿Y quién será nuestro asesino misterioso?

¿Tal vez en otro universo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora