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(Nota: para una mejor experiencia activa la musica;) )



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Mi cerebro al día siguiente obligó a mi cuerpo a funcionar en automático, ya no pensaba, era como un cuerpo sin alma funcionando solo por la maravillosa inercia.
No sentía nada, todos mis movimientos estaban calculados por una fuerza mayor, no por mi mismo. Se sentía raro estar así pero para mi estado de ánimo lo considere normal.

Creo que me impulso de aquella noche había sido más fuerte que mi voluntad de dejarlo atrás. Un ardor eminente era lo que sentía en distintas zonas de mi piel, pero simplemente me dedique a hacer nada.

Caminaba tambaleandome de un lado al otro tratando de coordinar por mi mismo un movimiento útil para al menos comprobar que seguía siendo un humano. Me coloque mi sudadera con dificultad y abroche mis pantalones. No tenía ganas de desayunar así que simplemente partí a la dichosa universidad.

No tenía ánimos de absolutamente nada. Ni escuchar música me salvaba de este nuevo vacío que había en mi interior.
Veía el mundo en escala de grises y días tristes, la reciente pelea y las cosas vividas con Emma alteraron mi perspectiva sobre el mundo que antes disfrutaba (o creo yo que lo hacia.)

Después de caminar cuadras que se me hicieron eternas llegue a el lugar de mis pesadillas, no quería verla o bueno, me mentía a mi mismo en realidad, obvio que quería verla, tiene razón, soy un maldito desdichado qué está loco por ella.
Pero una parte de mi estaba pensando en la intimidad que tuvimos la noche anterior la cual me hacía repudiar todo, la comida, mi cuerpo y a ella.

Como dije anteriormente mi cuerpo funcionaba por inercia, pero esta no me detuvo de notar miles de miradas qué iban directamente a mi, como tampoco evitar escuchar murmuros asquerosos que la gente.
En mi estado no podía distinguir bien estos susurros, los escuchaba como si fueran pequeños mosquitos que me atormentaban, seguido a esto un fuerte pitido me ensordeceria. Me empecé a preocupar, sabía que algo andaba mal, ese presentimiento tan desagradable que se manifestaba en unas ganas intensas de vomitar me hacían querer dar un paso atrás.

Cerré los ojos tratando de callar el pitido, pensaba que concentrándome lograría detener algo, pero ese algo ya había salido de mis manos.

Cruze la puerta de mi aula consiguiendome con un enorme tumulto de estudiantes al rededor de el gran escritorio de el profesor. Yo no entendía que pasaba y al asomarme ligeramente para ver que veían, caí al piso asqueado y preocupado.
Todo ese grupo de personas volteo a mirarme con caras que expresaban más que cualquier oración. Algunas llenas de asco, otras llenas de pervención y otras con grandes ansias de burla.

Mis fotos, mis fotos estaban ahí, ese...¿en realidad era yo? Era tan surreal todo que dudaba incluso si aquella persona (idéntica a mi) era yo. Eran mis fotos, estaba desnudo y todos ya lo habían visto, busque al rededor una salida pero no conseguí, busque al rededor a la genuina culpable de esto y tampoco la vi.

Al pensar que ella fue la culpable me replantee muchas cosas, al punto de llegar a pensar que quizas y solo quizás, yo provoque esto. No tenía de pensar en nada de eso ya que varias personas empezaron a hacer lo que peor se les da: abrir la boca para hablar.

Que ascoooo, quiten esooo, ni que estuviera buenote —

Pobrecito le filtraron sus nudes

¿Vas a llorar excremento humano? —

¿Cuando un revolcon tu y yo Harry? —

Quien diría lo que ocultaba el rarito debajo de esos pantalones jajajaja —

Estaba al borde de un colapso y mi respiración cada vez iba empeorando, de milagro entro una docente a regañar y sentar a toda el aula, por mi parte me dedique a girarme y caminar hacia el baño para mi mente despejar. Corria con ansias de llegar al baño sin fijarme qué a los alrededor también  habían fotos mías.

Me encerré en un cubículo y me deje caer por la pared abrazando mis piernas, las náuseas volvieron a mi garganta y las ganas de arrancar la carne de mi piel hasta desaparecer se hacía cada vez más tentable.
Me preguntaba donde estaba Emma, ella era la responsable de esto, la rabia me subía por todo el cuerpo llevándome a patear con fuerza las paredes de el baño.

Jalaba mis cabellos y gritaba con enojo, odiaba mi cuerpo, me repudiaba, deseaba no tenerlo, suplicaba que me lo arrancaran.

¿Por qué?
¿Yo me lo busque?
¿Qué putas hice mal?

Una profesora llego a buscarme ya que no aparecía, se dedico a hablar conmigo y preguntarme mi situación, fue la primera vez en mucho tiempo que alguien me preguntaba como estaba, lamentablemente le tuve que mentir en casi todo.

Cualquier cosa que necesites Harry, ven a buscarme en mi oficina, estoy para ayudarte mi vida ¿okey? —

— Gracias profesora iris...

No hay de que, volvamos al salón —

Volvi y las burlas se hicieron presentes, me senté en mi asiento y voltee a mi lado, Ella no estaba, me preguntaba el por que lo habría hecho. Y ahí, las palabras que aquella noche tan confusas se me hicieron, volvieron a mi como un amargo recuerdo.


- Te arrepentirás de haberme conocido -

Agache mi cabeza y me dormí en toda la clase. Al despertar la clase había terminado y dos notas habían en mi escritorio.
No había casi nadie en el aula así que me dedique a leer las cartas. Al leerlas mi cara de asco se hizo presente, una decía que ojalá poder tener relaciones conmigo y la otra alagaba mi miembro y adjuntar un pequeño dibujo de este. Arruge con odio las cartas y guarde mis cosas para poder irme.

Al llegar me recosté en la cama, estaba exhausta, la inercia que antes me mantenía consciente se fue y ahora solo quedaba un pedazo de carne qué se hacía llamar "cuerpo".

Mi celular reventaba de notificaciones, no solo las fotos estaban en mi universidad, si no también en Internet y recibía mensajes de todo tipo.

Una lagrima recorrio mi cachete y cerré los ojos con el deseo de no despertar mañana.

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Bajo El Efecto Del Engaño || EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora