Capítulo 19: Los confines de la tierra 4.0

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Tras cruzar la puerta de estática, una enigmática abertura en forma de televisor, el bosque descrito por Brianda se desplegó ante nosotros. Los árboles se alzaban como sombras inquietantes, con hojas celestes que parecían brillar en un resplandor antinatural, mientras sus tallos negros se retorcían como tentáculos petrificados. De sus ramas colgaban frutos con forma de engranajes, confirmando que las palabras de Brianda no eran invenciones; este lugar maldito existía. Era real, tan real como el escalofrío que nos recorría.

La puerta permanecía abierta, un vestigio de esperanza que pronto se tornó en desesperación. Vi a Douglas, con la inquietud tallada en su rostro, extender la mano hacia la estática, intentando atravesarla de regreso. Su mano chocó con una barrera invisible. Confundido y con voz temblorosa, murmuró:
—¿Qué está pasando? ¿Esto significa que... no podemos regresar? ¿Que cruzar aquí es un camino sin retorno?

Alison, con su habitual determinación, desenvainó su espada de plasma y lanzó un ataque furioso contra la pared de estática. El impacto no produjo más que el vacío. Aturdida, maldijo:
—¿Qué demonios es este lugar? No hay nada en mis datos que lo explique. ¡Nada! ¿Por qué Cloe de mi línea nunca mencionó esto? Y... ¿ese encapuchado? Si está aquí, lo haré pedazos. Pero todo esto... todo es un maldito misterio.

La resignación se apoderó de nosotros

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La resignación se apoderó de nosotros. Sólo quedaba avanzar. Fue entonces cuando Brianda, con su mirada dulce pero cargada de pavor, habló con una voz que parecía quebrarse:
—Déjenme intentarlo. Tal vez... yo pueda lograrlo.

Extendió su mano hacia la estática, y, ante nuestro asombro, la atravesó con facilidad. Un silencio sepulcral cayó sobre nosotros, roto sólo por su confesión:
—Cuando perdí mi cuerpo y quedé atrapada en este collar, aquel ser gigantesco arrojó mis pertenencias y las de mis compañeros. Tal vez puedo cruzar porque ya no soy completamente viva... ni completamente muerta. Soy una sombra atrapada entre ambos mundos. Este collar, del que aquel encapuchado dijo ser de grado divino, me hace percibir algo diferente. Lo que ustedes ven como un bosque siniestro, para mí es un paraíso: flores radiantes, hojas verdes... un edén extraño.

Su voz tembló, y en sus ojos asomó algo más profundo que el miedo: una tristeza insondable

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Su voz tembló, y en sus ojos asomó algo más profundo que el miedo: una tristeza insondable.
—¿Qué soy? —murmuró Brianda, su rostro abatido—. No lo entiendo.

Viaje hacia el corazón de la oscuridad (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora