Capitulo 10: Los remanentes del caos negro

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—Cloe, ¿puedo hablar contigo un momento? —la voz de Brianda estaba cargada de tristeza, y al mirarla, vi en su rostro las lágrimas deslizarse por sus mejillas.

—Claro, Brianda. ¿Qué pasa? —pregunté, con una mezcla de preocupación y ternura. Ella, con las manos temblorosas, las empuñaba mientras me decía:

—Es que... no sé cómo decirte esto, pero... me sentía tan sola.

Sentí un nudo en el corazón al escucharla. Sabía que había estado atrapada en ese lugar durante siglos, aislada en una eternidad de silencio. Para ella, Douglas y yo éramos completos extraños. Quise consolarla, así que le ofrecí una sonrisa cálida y le dije:

—¿Sola? Pero ahora estamos juntas en esta misión. Somos un equipo, Brianda, y Douglas también está con nosotras. Puede que no seamos Amada ni tu equipo de exploración, pero estamos aquí, dispuestos a llevarte con nosotros. No todo fue tu culpa, no te castigues así. Ellos sabían los riesgos que corrían al explorar ese mundo desconocido. Fueron los más valientes en la historia de la humanidad.

Las lágrimas de Brianda cayeron con más fuerza mientras me abrazaba, aunque yo no podía sentir su contacto. Aun así, su dolor me atravesaba. Entre sollozos, murmuró:

—Lo sé, pero... ¿Y si hubiéramos podido hacer algo más por ellos? ¿Y si hubiera habido una forma de salvarlos?

Sentí su desconsuelo como si fuera mío. Le besé suavemente la frente y, con una voz baja y reconfortante, le susurré al oído:

—Brianda, no te culpes. Fue una tragedia, algo que nadie pudo prever. Si existe un más allá, quiero creer que ellos están en un lugar mejor, donde pueden ver todas las estrellas que quieran.

 Si existe un más allá, quiero creer que ellos están en un lugar mejor, donde pueden ver todas las estrellas que quieran

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Brianda, con las lágrimas aún corriendo por sus mejillas, me dijo con un tono cargado de emoción: —Gracias, Cloe. Gracias por estar aquí para mí. Prometo llevarte a los confines de la tierra y protegerte. No quiero que nada te suceda, mi Cleisy. Estamos a solo unas semanas de escapar de ese horrible lugar. También prometo cuidar de tu amigo; deseo ser útil en este viaje.

Al escuchar su sincera promesa, sentí cómo sus palabras, ese "mi Cleisy", traían una paz a mi alma desgastada. Le respondí, con la voz llena de determinación: —No hay de qué, Brianda. Somos amigas, ¿verdad? Yo seré la espada, y tú serás mi escudo. Douglas nos dará soporte en las situaciones difíciles. Recuerda, Brianda, que ya no estás sola. Ahora somos amigas.

Poco a poco, Brianda se fue desahogando con nosotros, compartiendo su dolor: —No saben lo que es estar sola durante siglos, sin nadie que te hable, que te abrace, que te diga que todo estará bien. Estar encerrada en este lugar oscuro, donde la luz se siente como un mito. ¿Qué realmente es la luz? El tiempo parece no existir aquí, donde solo hay dolor y vacío. Cloe, Douglas, ustedes serán mi nueva familia.

Su desahogo resonaba en mi corazón, y el peso de su sufrimiento me recordaba el mío. Ver cómo padecían, escuchar sus lamentos y sentir su sangre esparcirse sobre mi rostro era un tormento insoportable. La terrorífica impotencia y la culpa me inmovilizaron. Ahora, seguiré este camino en su memoria, con la esperanza de que la luz nunca se nos oculte.

Viaje hacia el corazón de la oscuridad (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora