-𝚂𝚘𝚖𝚋𝚛𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚎𝚕 𝚙𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘

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Holi; antes que todo, una disculpa por dejarlas abandonadas, pero el pasado mes no me fue nada bien, sin embargo, prometo acabarles la historia, les quiero muchooo!.

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Narrador.

Jen despertó temprano, el sol se colaba tímidamente entre las cortinas de la habitación. Lyle seguía dormido a su lado, con una expresión tranquila, ajeno al caos que estaba a punto de desatarse. Ella lo observó con ternura, pero un nudo en el estómago no la dejaba en paz. Sabía que su tiempo juntos estaba contado.

Habían pasado días desde que Lyle le confesó la verdad: cómo él y su hermano Erik habían cometido lo de sus padres, cómo la culpa lo carcomía y cómo había intentado seguir adelante. Jen lo había escuchado en silencio, horrorizada y, al mismo tiempo, incapaz de dejar de amarlo. Había prometido estar a su lado, sin importar qué.

Pero ahora, las sombras del pasado los habían alcanzado.

Horas más tarde, mientras ambos disfrutaban de un desayuno tardío en la habitación de Jen, alguien llamó a la puerta con fuerza. Jen sintió que el aire se le escapaba. Lyle se quedó inmóvil, como si el sonido confirmara sus peores temores.

—Es hora, ¿verdad? —preguntó Jen, con la voz quebrada.

Lyle asintió lentamente y se levantó, pero antes de llegar a la puerta, se volvió hacia ella.

—Perdoname Jen...— Dijo con lágrimas en los ojos.

—No te disculpes Lyle, te amo.—

Antes de que pudiera responder, la puerta fue derribada. Policías entraron con armas desenfundadas, gritando órdenes. Jen retrocedió un paso mientras Lyle levantaba las manos lentamente, con la mirada fija en ella.

—¡No lo toquen! ¡Él no es un monstruo! —gritó Jen, pero nadie la escuchó.

Mientras lo esposaban, Lyle se giró hacia ella y dijo, con una calma sorprendente:

—No te metas en esto, Jen. Déjalo así.—

Ella negó con la cabeza, con lágrimas cayendo por su rostro.

—Sabes que no voy a hacerlo, no te dejare solo.—

Cuando los policías se lo llevaron, Jen quedó sola en su habitación. Pero no por mucho tiempo. No tenía la intención de cumplir la última petición de Lyle. Haría todo lo necesario para sacarlo de esa pesadilla, incluso si significaba enfrentarse a la justicia, a su propia moral y al mundo entero.

Horas después del arresto, Jen estaba sentada en su habitación, rodeada por el eco del silencio. Las imágenes de Lyle siendo llevado por los policías no dejaban de atormentarla. Sentía que había fallado, pero sabía que no podía quedarse de brazos cruzados.

Revisó mentalmente todo lo que Lyle le había contado: los años de abuso, las amenazas constantes, el miedo paralizante que ambos hermanos habían soportado. Esos detalles habían permanecido ocultos para el mundo, y Jen estaba decidida a usarlos para cambiar el rumbo de su destino.

Encendió su computadora y comenzó a buscar abogados especializados en casos complejos. Fue entonces cuando encontró el nombre de Leslie Abramson, una defensora implacable con experiencia en casos de violencia doméstica y abuso infantil. Jen tomó el teléfono y, con voz temblorosa pero decidida, explicó la situación.

—Sé que suena imposible, pero tienen que entender por qué lo hizo. Todo fue por desesperación. Lyle y su hermano vivían un infierno.

La abogada escuchó en silencio antes de responder

—Es un caso difícil, pero no imposible. Si logramos demostrar el abuso como el motivo detrás de sus acciones, podríamos apelar a la empatía del jurado. Sin embargo, necesitaremos pruebas. Testimonios, diarios, registros médicos, lo que sea.

Jen colgó y se quedó mirando la pantalla. Sabía que esto no sería fácil, pero había una cosa que podía hacer: hablar con Erik. Si alguien podía confirmar lo que habían vivido, era él.



























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De que se las termino, se las termino, lasamooo

𝐓𝐡𝐞 𝐥𝐨𝐨𝐤 𝐨𝐟 𝐥𝐨𝐯𝐞     - Lyle Menéndez. ⁺¹⁸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora