La amenaza latente en su voz, la proximidad de su cuerpo, la fría pared a mis espaldas, me dejaron sin aliento. El miedo, el terror, se apoderaron de mí por completo. Pero su orden, pronunciada con una superioridad abrumadora, resonó en mis oídos.
-Sígueme - soltó apartándose de golpe y empezando a caminar.
No me atreví a desobedecer. Lo seguí por los pasillos del castillo, mi cuerpo temblando, mis pasos lentos y vacilantes. El silencio era denso, cargado de una tensión palpable. Doblamos por varios corredores, hasta que llegamos a una gran biblioteca.
-Toma asiento - ordenó con voz grave y autoritaria señalando un amplio sofá .
Me senté mientras él hizo lo mismo en otro sillón, tomando un libro de un estante cercano. Con un gesto grácil , tocó una campanilla discreta que estaba sobre la mesa . Unos minutos después, apareció una jovencita, vestida con un uniforme impecable , cabellera rubia recogida en un moño y la cabeza gacha impidiéndome ver su rostro . Su presencia, inesperada, me dejó aún más descolocada.
Para mi sorpresa, el hombre le indicó a la jovencita que curara mis heridas. La chica asintió con la cabeza, sin decir una palabra, y desapareció por unos minutos. Luego regresó, llevando un pequeño maletín de cuero. Abrió el maletín con cuidado, revelando una serie de instrumentos médicos, limpios y relucientes.
Sus manos expertas limpiaron mis heridas, aplicando ungüentos y vendajes con movimientos suaves pero firmes. No dijo una palabra, su silencio opresivo, su rostro oculto, aumentando mi inquietud. Intenté hablar con ella, en voz baja, buscando alguna pista, alguna información sobre este lugar, sobre el hombre mandón, sobre Azrael.
-¿Sabes algo de este lugar?- susurré, mi voz apenas audible- ¿Quién es él?
Pero ella no respondió. Su silencio era absoluto, impenetrable. El hombre pareció percibir mi intento de comunicación.
-Hablas en vano- dijo sin dejar lugar a dudas sobre su control absoluto sobre la situación- No te va a responder.
Cuando terminó , la jovencita se retiró con la misma eficiencia y silencio con el que había llegado. Me levanté, impulsada por el deseo de seguirla, de preguntarle, de entender.
-No te he dado permiso para retirarte - dijo severamente- Siéntate.
Tomé asiento nuevamente, mi cuerpo rígido, mi mente llena de preguntas sin respuesta, de miedos sin nombre.
- Ahora cuéntame que te pasó exactamente - dijo sin levantar la vista del libro.
Debatí si contarle o no , pero lo lógico sería contarle . En lo que descubro como salir de aquí y limpiar mi nombre necesito protección contra Azrael o cualquier otra amenaza que se me presente.
- Me encontré con él , pero ya no era una sombra.... era un chico. Cuando intenté alejarme caí en uno de los rosales y me lastimé. Pero estoy demasiado confundida, si no me dejarás marchar.... al menos merezco respuestas.- dije , lo primero que tengo que hacer es saber contra que me enfrento.
-Azrael es un Demetor-mencionó con simplicidad como si estuviera describiendo el clima- Una criatura que se alimenta de almas como la tuya .
Mi respiración se aceleró mientras imágenes de lo sucedido esa noche , de su rostro, de la sangre nublaron mi mente. Demetor , la palabra evocaba imágenes de oscuridad, de muerte, de horror. ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía existir una criatura así? ¿Y qué significaba que Azrael, este ser aterrador, estuviera aquí, en este castillo? ¿Y qué significaba que yo estuviera aquí, a su merced?
El hombre levantó una mano, un gesto casi paternal, aunque su expresión seguía impasible.
-Tranquila-soltó en un intento vago de tranquilizarme- Es un ser un tanto ... peculiar. Con una inclinación hacia lo sádico, sí. Pero no te dañará. Mientras estés a mi cuidado, al menos.
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Sendero de espinas
FantasíaDe repente se vio sumida en las penumbras de la noche y sus piernas comenzaron a avanzar apresuradamente por inercia.Con cada paso que daba, sentía como sus pies eran perforados como si miles de agujas se clavaran en ellos. Miró al suelo y se percat...