alas de una escritora

Ha pasado mucho tiempo

Ha pasado mucho tiempo,
aún los recuerdos viven en mi mente,
como ecos persistentes de lo que fuimos,
como sombras que no se desvanecen.
Los sueños son recuerdos,
fragmentos de lo que nunca será,
espejos rotos de nuestra historia,
reflejos de un pasado que no puedo olvidar.

Los latidos se fueron,
cada uno escapando con un pedazo de mi ser.
Ya no me gustas,
y no sé si vuelva a gustarme alguien
de la misma forma en la que te he amado.
Ese amor, tan profundo y cruel,
me dejó desnuda frente al abismo,
con el alma temblando
y el corazón cansado.

A pesar de todo,
sigues siendo un muro en mi mente,
un bloque emocional que no sé cómo derribar.
Te resguardo en mi pecho,
como un fuego que arde sin quemar,
como un secreto que me ata y me libera a la vez.
Y mientras tanto, ocultas una verdad,
esa verdad donde soy la villana de la historia,
un papel que no elegí,
pero que tú escribiste para mí.

El corazón duele,
late en sus propios susurros,
mientras la memoria insiste,
trata de lograr que vuelva
a amar como lo hizo antes,
pero el amor no se moldea,
no obedece ni olvida.
Una persona no puede dejar de amar
por más que pasen días, meses, o años.
Es un río que nunca deja de correr,
incluso cuando su cauce parece seco.

Yo no soy perfecta, lo sé,
soy sombra y luz, errores y sueños,
pero el amor que te tuve,
ese amor,
era tan real como el aire que respiro,
tan inmenso como el silencio que me abraza ahora.

Y aunque sé que no volverás,
que tus pasos son ajenos a mi camino,
mi corazón aún lleva tus huellas,
como cicatrices que el tiempo no puede borrar.

Ha pasado mucho tiempo,
y aunque los recuerdos siguen vivos,
he aprendido a caminar entre ellos,
sin que me pesen, sin que me hundan.
Tal vez nunca ame igual,
y tal vez no quiera hacerlo.
Pero en la vastedad de mi soledad,
he encontrado algo más:
mi propia voz,
mi propia historia,
mi propia paz.