El El Corazón y el Cerebro

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El corazón grita y hay un llanto desgarrador
que interrumpe su paz y tranquilidad.
Hay un cerebro que está luchando, sin descanso,
para salvar lo que le queda al corazón.

El corazón herido, latidos cansados,
se aferra a memorias que queman su piel.
El cerebro, sabio, le ofrece el olvido,
pero el alma insiste en quererlo tener.

Las noches se alargan en crueles batallas,
con sueños quebrados y un pulso feroz.
Las lágrimas pesan, los días se nublan,
la mente resiste, la herida es atroz.

Es increíble lo que puede soportar
el corazón y el cerebro luchando por controlar.
Uno ardiendo en llamas, necio, entregado,
el otro exigiendo que deje de amar.

A veces el corazón gana y el cerebro es traicionero,
pues disfraza el dolor con promesas en vano.
Nos dice que el tiempo lo borra, lo calma,
pero el eco del alma lo vuelve tirano.

Y cuando al fin la razón prevalece,
cuando el pecho en silencio parece estar,
se asoma un suspiro de amor verdadero
y el miedo nos vuelve a traicionar.

Porque lo más traicionero no es el olvido,
no es la memoria ni la tempestad.
Lo más traicionero es dejar ir la esperanza,
a la persona correcta, al amor de verdad.

Y así sigue el ciclo de penas y anhelos,
de lucha constante entre mente y latir.
El corazón grita y el cerebro lo calla,
pero nunca se deja de sentir.

El cerebro, sabio, le ofrece el olvido,
pero el alma insiste en quererlo tener.

Las noches se alargan en crueles batallas,
con sueños quebrados y un pulso feroz.
Las lágrimas pesan, los días se nublan,
la mente resiste, la herida es atroz.

Es increíble lo que puede soportar
el corazón y el cerebro luchando por controlar.
Uno ardiendo en llamas, necio, entregado,
el otro exigiendo que deje de amar.

A veces el corazón gana y el cerebro es traicionero,
pues disfraza el dolor con promesas en vano.
Nos dice que el tiempo lo borra, lo calma,
pero el eco del alma lo vuelve tirano.

Y cuando al fin la razón prevalece,
cuando el pecho en silencio parece estar,
se asoma un suspiro de amor verdadero
y el miedo nos vuelve a traicionar.

Porque lo más traicionero no es el olvido,
no es la memoria ni la tempestad.
Lo más traicionero es dejar ir la esperanza,
a la persona correcta, al amor de verdad.

Y así sigue el ciclo de penas y anhelos,
de lucha constante entre mente y latir.
El corazón grita y el cerebro lo calla,
pero nunca se deja de sentir.

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⏰ Última actualización: Feb 16 ⏰

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