025

1.9K 205 24
                                    

Los ojos de Jimin estaban llenos de rabia y una de sus manos agarraba fuertemente la mía entre sus dedos. Estábamos en mitad del despacho de su padre. Mi madre también se encontraba allí, mirando la escena con una mueca preocupada en el rostro aunque yo supiera de sobra que esa situación no le importaba lo más mínimo. Y dudaba que le importara algo más que seguir manteniendo su reputación en pie. Porque me había dado cuenta de todo. Lo único que querían ambos era poder, y por eso habían decidido unir sus fuerzas aunque nunca se hubieran amado ni un poco.

—No iré a Japón —las palabras de Jimin fueron rotundas y contundentes.

—No necesito que estés de acuerdo para enviarte a una escuela de élite japonesa y lo sabes, Jimin.

El segundos antes nombrado apretó los dientes ante el tono de superioridad con el que se dirigía hacia él su padre, supongo que era así porque a parte de ser su progenitor también seguía siendo el director de la escuela en la que aún estudiaba.

—Creí que sabías que ahora tengo dieciocho años. Aunque sólo venía a informarte. Ahora no necesito escucharte, padre —la rabia comenzó a hacer mella en mi hermanastro —. Estoy harto de no ser más que una cucaracha para ti.

Park Seungjoon, el que era mi padrastro, soltó unas cuantas carcajadas amargas y sus ojos se entrecerraron en dirección a Jimin.

—Tienes la opción de dejar de ser un insecto asqueroso, pero nunca has sabido aprovechar bien las oportunidades. Es una pena que sólo hayas heredado la absurda ingenuidad que caracterizaba a tu madre sobre todas las cosas.

Y fue justo en ese instante en el que mi hermanastro explotó de rabia y, cuando pensé que no podía hacer nada por detenerlo, agarré su muñeca antes de que escapara de mi lado y me acerqué yo misma al director. Sabía que tarde o temprano me arrepentiría de aquello, pero no pude evitar soltar:

—El único insecto que hay en este sitio es usted asumiendo que los demás hacen mal al tomar sus propias decisiones. Debería dejar que Jimin elija qué quiere hacer con su vida sin entrometerse en ella ahora que es mayor de edad.

Llevaba muchísimo tiempo conteniéndome, pero ya no podía más. Los ojos de mi madre estaban a punto de salírsele de las órbitas al escucharme hablar de esa manera a su pareja, aunque bueno, ella tampoco se había preocupado nunca por Jimin, quien apretó mi mano y me miró con una expresión tranquilizadora en el rostro y un intento fallido de sonrisa.

—¿Desde cuándo hablamos con tanta confianza, jovencita? —inquirió el director con desdén.

Supongo que esta vez fue el turno de Jimin:

—Desde que se ha dado cuenta de lo poco que te importa el bienestar de los demás sólo por ganar algo de dinero. ¿Cuánto te ha pagado el director de esa escuela por realizar un intercambio?

Seungjoon apretó los puños sobre la mesa de su despacho y se levantó de su sillón.

¿Dónde estaba el señor Park? Ese no era el hombre que había estado con nosotros desde pequeños, estaba segura. Aunque a pesar de todo, Jimin y yo habíamos dejado de ser pequeños hacía muchísimo tiempo y el rostro sorprendido de mi madre cuando ambos nos dignamos a abrir la boca me decía que opinaba de la misma forma que yo.

Segundos más tarde, volví a agarrar el brazo de Jimin pero esta vez tratando de sacarle de allí con el corazón a punto de salírseme por la boca. Y cuando estuvimos fuera nos miramos el uno al otro intentando comunicarnos de alguna forma sin emitir sonido alguno.

Los ojos de Jimin brillaron y yo llevé mi mano a su mejilla con el objetivo de acariciarla para tratar de tranquilizarle.

Unos cuantos instantes después estábamos de camino a su habitación completamente en silencio. Su mano no parecía querer dejar ir la mía. Hasta que antes de entrar hablé tras notar la seriedad que consumía su rostro cada vez más.

—No lo hagas. No te preocupes por él, Jimin.

Esta vez, clavó sus ojos en los míos y, agarrándome de los hombros, pegó mi cuerpo a la puerta de madera de su habitación. Sin que apenas me diera cuenta la abrió y noté como se deslizaba a la vez que seguía empujando mi cuerpo hacia el interior.

Sonreí, aunque estuviera ardiendo por dentro. Sonreí sólo por él. Porque era el único que seguía ahí, junto a mí. Y porque era el único que siempre lo había estado.

Jimin también sonrió. Sus ojos seguían brillando y aquello me hacía querer abrazarlo y nunca soltarle. Aunque fuera el ser más egoísta de este mundo, y aunque unos días antes hubiera rechazado por completo sus sentimientos.

—Jimin, yo...

—No te pido que sientas algo por mí. Sólo —llevó su mirada hacia el suelo —... Sólo quédate conmigo esta noche —entonces volvió a mirarme a los ojos —. Te necesito.

Entonces, sin pensarlo ni un poco, pasé mis brazos alrededor de su cuerpo y lo abracé sintiéndome amada una vez más.

—No me necesites, por favor —le rogué apretando agarrando y arrugando su camisa entre mis dedos —. Nadie necesita a alguien como yo. Y tú no deberías hacerlo.

Las manos de Jimin se posaron suavemente en mis hombros separándose lentamente de mi cuerpo y me dedicó otra de sus bonitas y sinceras sonrisas.

—Quiero necesitarte sólo a ti. No me pidas que no lo haga porque entonces no podré soltarte y necesitaré tenerte a mi lado para siempre, Min Ah.

Me prometí no volver a llorar. Juro que lo hice pero, justo en el momento en el que mi hermanastro volvió a abrazarme, está vez con más fuerza recordé sus palabras cuando éramos pequeños:

«Quiero quererte, pero hacerlo podría ser peligroso».

—Lo siento —me disculpé sin poder detener aquella lágrima que se deslizaba por mi mejilla para luego llegar al uniforme de Jimin. Me disculpé por nunca haberlo tenido en cuenta, por no poder darle lo que siempre quiso.

—Gracias —susurró dejando caer otra lágrima en mi hombro.

Ambos cerraron sus ojos y desearon nunca despertar de aquella pesadilla mientras estuvieran juntos.

Danger » Kim TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora