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No conseguí que aquella mirada inexpresiva que Taehyung me había dedicado saliera de mi cabeza. Ni aún teniendo al director junto a mi madre, ambos bastante molestos, frente a mí logré sacarla de mi mente.

-No te reconozco, Min Ah -la voz de mi progenitora sonaba mayormente decepcionada. Deslicé mis manos enredadas entre mis piernas y bajé la mirada -. Pensaba que después de tantos años aquí sabrías cómo te conviene comportarte frente a los demás. ¿Qué ha sido todo eso?

No iba a arrepentirme tras lo dicho y lo supe desde el primer instante. No pensaba disculparme ante ellos por mis acciones porque estaba muy cansada de esconder mi opinión sobre cualquier asunto, y de hecho ese era uno de los que más dolores de cabeza me causaron desde un inicio; exactamente desde que conocí a Taehyung y confirmé que tenía razón, que, tal vez, no todos los vampiros eran iguales. Al fin y al cabo, Jungkook también era uno de ellos.

Levanté la mirada con mi rostro reflejando toda la rabia que albergaba en mi interior. Odiaba que, después de tanto tiempo, mi madre hubiera vuelto a aparecer por allí para intentar darme lecciones morales y hacerme sentir avergonzada porque "había cambiado demasiado y no me parecía nada a la que era su hija" cuando desde un principio había demostrado el poco interés que tenía en conocerme. No tenía ningún derecho a reprocharme absolutamente nada.

-No seas imprudente, jovencita, tarde o temprano podría pasarte factura con tus compañeros -la voz del padre de Jimin me hizo sonreír pensando en lo irónico que era todo aquello. Sería a ambas academias y al resto del mundo a quienes les pasaría factura este método de enseñanza impartido por la escuela de cazadores -. Voy a tomarme esta impertinencia tuya como una especie de broma y no voy dejar de pensar que podrías tener un largo y brillante futuro como cazavampiros. Al igual que tu madre y tu abuela -el problema residía en la inseguridad de no saber si quería continuar mi formación como cazadora -. Sé que seguirás haciéndolo bien como hasta ahora, a menos que quieras ponerte en contra de la escuela, entonces todo sería mucho más complicado.

Fue entonces cuando el director rió de manera seca y sin ganas tras aquella "broma" y me invitó a salir de su despacho. Definitivamente me había amenazado a través de sus últimas palabras.

Antes de que abandonara la sala oí a mi madre, quien me había acompañado hasta la puerta, susurrar:

-Min Ah, no caves tu propia tumba.

Un escalofrío recorrió mi espalda a pesar de ser del todo consciente de que esta vez era yo misma quien se estaba lanzando desesperadamente al peligro sin pensarlo dos veces. Tal vez echaba de menos aquella contingente sensación que Taehyung desde un principio me había aportado. Tal vez era cierto y el peligro ahora formaba parte de mí.

Mientras caminaba sin ningún rumbo por el campus de la academia agarré la llave con la gema roja que seguía escondida en uno de los bolsillos de mi uniforme.

La observé fijamente sin prestar atención hacia donde me estaba dirigiendo en un nulo intento por ordenar mis pensamientos.

Al fin y al cabo no eres más que una simple y débil humana.

Sentí mi corazón dejar de latir durante al menos unas décimas de segundo.

Ya conseguí todo lo que quería.

Aquellas palabras taladraron mi mente de nuevo. Lo habían hecho, habían quedado grabadas a fuego en mi memoria, al igual que aquel tono totalmente cabal en su voz. El hecho de no entender que tras confesar aquello hubiera vuelto a la academia era suficiente para que mi corazón diera un vuelco en su sitio haciéndome sentir ansiosa al mismo tiempo en el que desearía no haberlo visto de nuevo.

Era un hecho, Taehyung se había aprovechado de mí y mi ingenua confianza, pero sin embargo seguía queriéndole de la misma forma en la que lo había hecho desde el principio.

Necesitaba saber entonces por qué me había otorgado aquella llave. Por qué en innumerables ocasiones había puesto en peligro su vida con tal de salvar la mía.

Volví a sentir aquella horrible sensación que formaba un desgarrador nudo en mi garganta cuando una mano hábil y rápida tiró de mi muñeca hacia el sucio y oscuro almacén trasero de uno de los edificios de entrenamiento que formaban parte del corazón de la escuela.

Fue cuando mis pupilas encontraron las suyas, duras y opacas, que entendí lo mucho que lo había echado de menos.

En ningún momento estuve segura de si estaba realmente allí o si el tormento de que me hubiera abandonado había acabado volviéndome aún más dependiente a él y su mirada.

-¿Por qué? -susurré aferrándome a la suave tela de su camisa blanca. Una lágrima acabó escapando y deslizándose por mis mejillas hasta llegar a mis labios -¿Por qué me haces esto?

Agarré su ropa con más fuerza aún en un lamentable intento por descargar todo el dolor que ver de nuevo su angelical rostro a centímetros del mío me causaba al pensar que probablemente había planeado esto hacía mucho tiempo.

-Yo... -recordé la felicidad que solía desencadenar en mí oír su voz aunque sólo fuera durante unas décimas de segundo. La recordé, porque ahora había sido sustituida por lágrimas y nostalgia.

Sonreí con un sabor amargo en los labios mientras el color rojo inundaba mi nariz y mejillas a un ritmo veloz y aquel llanto silencioso hacía que mi vista se nublara del todo. Entonces la fuerza abandonó mi cuerpo y mis piernas fueron incapaces de seguir sosteniendo mi peso.

Cuando mis manos y rodillas estaban a punto de impactar contra el suelo entendí que toda la angustia que había estado reprimiendo acabaría consumiéndome tarde o temprano, pero fueron sus manos las que nuevamente terminaron salvándome de la caída al aferrarse a mis hombros.

Su afilada mandíbula tensándose por momentos y su insensible expresión deshaciéndose a medida que sus manos, frías y desconfiadas, acariciaban con cuidado mis delgados brazos hasta al final del recorrido toparse con la piel desnuda de las mías.

-Taehyung -rogué sollozando y enredando sus dedos entre los míos fuertemente. Mis ojos escocían empapados en agua salada, no me creía capaz de seguir manteniendo aquel intenso contacto visual por mucho más tiempo -. No puedo más...

-Lo sé.

Y fue en mitad de uno de mis húmedos parpadeos en los que finalmente supe que se había desvanecido tal y como nuestro último aliento acabaría haciéndolo.

Reí cuando miré mis dedos, los cuales continuaban cosquilleando tras su tacto. Reí volviendo a romperme cuando terminé cayendo al suelo solo porque él ya no estaba a mi lado para sostenerme.

Y seguí riendo entre lágrimas al percatarme de lo sucio que estaba jugando conmigo y lo absurdamente enamorada que estaba hasta llegar a avergonzarme de mi actitud y apariencia deplorable.

Porque Taehyung era el único que siempre pudo romperme en mil pedazos de una vez y hacer que estos volvieran a unirse para conseguir mil y uno a la siguiente.

Él siempre tuvo su vida en sus manos, porque ella siempre sería su pieza de ajedrez favorita.

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Hola, cositas bonitas. Espero que la historia no os esté decepcionando y que estéis siendo capaces de disfrutarla a pesar de las lentas y repentinas actualizaciones.

Me haría bastante ilusión saber cómo llegasteis aquí y me haría muy feliz si pudierais explicármelo en un comentario.

Muchas gracias por todos los leídos, votos y comentarios, siempre. Os quiero muchísimo, de verdad. 💜💜💜

-Vuestro eterno desastre, Moo.

Danger » Kim TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora