Manual de lo prohibido♥ -Capitulo 50

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Manual de lo prohibido♥ -Capitulo 50

Dejé de tomarle importancia y desvié la mirada; en realidad había dejado de tomarle importancia a todo. El alcohol había hecho que las pocas neuronas que me quedaban en la cabeza estallaran al unisón y desaparecieran.
Me llevé ambas manos a la cabeza, con los codos apoyados sobre la barra; sentía la música meterse en mis oídos y vagabundear por el vacío en mi cabeza; allí no había cerebro, neuronas o mente para formular pensamiento alguno; no había nada, excepto una cosa. El nombre de Justin rebotaba de un lado a otro como pelota de ping-pong en un juego de tetris.
Estaba sudando, de repente el calor se agolpó en mi cuerpo y las gotas de sudor perlaban mi frente. Me sentí asfixiada de pronto. Me quise levantar para ir al baño y al poner los pies sobre el suelo me desequilibré totalmente, el suelo bailó bajo mis pies y me tambaleé antes de sostenerme de la barra. No sólo el piso se movía, sino también las paredes bailaban y luego se volvían borrosas. Trastabillé hasta llegar al baño, y luego, cuando con paso torpe pude acercarme al lavamanos me miré al espejo. Mi rostro estaba perlado por el sudor, tenía la nariz con un matiz rojizo y unos tantos cabellos despeinados. Abrí la llave del agua, estaba fría e hice una cuna con mis manos para sostenerla allí; luego, cuando logré acunar suficiente, me la eché en la cara. Cerré la llave con el rostro goteando sobre el blanco mármol del lavamanos, me miré de nuevo al espejo y después tomé una toallita desechable para secarme la cara. El rostro me parecía desconocido pero era mío.
Deseaba que algo de la capacidad de mover mis pies aun estuviese en funcionamiento; pero me tambaleé igual que la primera vez; mis músculos seguían igual de torpes.
Apoyándome en la pared, logré salir de nuevo hacía el exterior donde la gente aun me mareaba. Pero luego, entre todas esas siluetas borrosas, había una que reconocería así estuviera debajo del agua o en una atmósfera llena de niebla. ¿Qué hacía Justin allí?
Lo fulminé con la mirada, frunciéndole el ceño; pero al parecer, él buscaba a alguien, sus ojos iban de aquí para allá examinando cada rostro y su cabeza se levantaba por encima de los demás queriendo encontrar a ese alguien. ¿A quién estaría buscando? ¿Justo aquí? ¿En el mismo lugar en el que yo estaba?
Me tambaleé de nuevo hasta la barra, en donde había dejado mi morral y traté de ignorar todos los perturbantes sentimientos que me embargaron al ver a Justin allí.
-¡Hey! ¡Tú!-llamé a Gaspar y rebusqué entre mi bolsa mi cartera para pagar la cuenta; el joven se acercó-. ¿Cuánto es?-la voz que salía de mi boca me era desconocida.
-Eemm...-murmuró.
-¿Me los vas a regalar?-pregunté y luego me reí.
-¡______! ¡¿Qué demonios...?!-la melodiosa voz de Justin llegó hasta mis oídos por encima de todo el ruido. Se acercó y me miró con los ojos abiertos de par en par.
-¿Tú?-le miré- ¿Tú qué haces aquí?-hice ademán de levantarme de la silla con un solo movimiento sobrio, pero fracasé de inmediato y tuve que sostenerme de la barra.

Justin me sujetó de la espalda, temeroso de que me cayera.
-Usted señor, no tiene por qué tocarme-retiré su mano de mi espalda y le fruncí el ceño en un gesto mal hecho.
-Será mejor que nos vayamos, ______. Gaspar-sacó su billetera y luego de ella, un par de billetes que aventó sobre la barra-, quédate con el cambio. Gracias por llamarme.
-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio el permiso?-le miré, aun ceñuda y con voz torpe.
-Vámonos, ______.
-Pues yo no me quiero ir-rezongué y luego me crucé de brazos.
-No seas ridícula, ______. Vámonos-me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo-. Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré-me advirtió y me miró serio.
Nos quedamos mirándonos por un buen rato, retándonos el uno al otro; pero fracasé por completo luego de perderme en esos bellos ojos color miel, protagonista de mis sueños.
-De acuerdo-farfullé-. Tú ganas. Siempre ganas-hice un mohín y luego me dí la media vuelta para dirigirme a la salida; algo que hizo que me mareara.
Pude sentir una firme y fuerte mano sujetándome por la cintura, y al reconocer aquella dulzura en el tacto, la piel se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago. Maravilloso, incluso ebria y torpe, Justin provocaba esas reacciones en mí. Fruncí el ceño mentalmente.
Cuando llegamos afuera, después de esquivar a toda la gente y que, el aire me movió los cabellos, quité de un tirón su mano en mi cintura y le miré ceñuda.
-¿Qué pretendes, Bieber?-mi voz me parecía incluso más torpe.
-Sacarte de aquí sana y salva, vámonos-me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.
-No-me crucé de brazos-. Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí-le hice un gesto con la mano para que se fuera.
-_____, por favor, sube-me rogó, serio.
Me giré y comencé a caminar con pasos torpes, sintiendo aun cómo el suelo bailaba bajo mis pies.
-¡______!-exclamó, ordenando que parara, pero lo ignoré- No seas terca.
Seguí caminando, o al menos lo intentaba. Y de pronto sentí que mis pies se despegaron del cemento y unos fuertes y dulces brazos me elevaron.
-¿Qué haces? ¡Suéltame!-intenté luchar- ¡Bieber, déjame!-pero mis intentos fueron sólo fracasos.
Justin caminó los pocos metros hasta su auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a flotar en un paraíso, se metía por mi nariz. Me depositó con cuidado media parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el piso; pero mi cintura aun estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionada. Abrió la puerta del copiloto del auto y luego volvió a cargarme como un bebé y me depositó con dulzura sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el cinturón de seguridad sobre mi cuerpo. Oí el chasquido del seguro al cerrar.
-No soy un bebé-mascullé.
Entonces me miró, su bello rostro estaba a sólo centímetros del mío y su respiración me golpeaba el rostro. Sus ojos brillaban con la tenue luz de las lámparas que entraba por las ventanillas del auto. El puñado de mariposas de mi estómago enloqueció.
-No seas tan terca, ______, por favor-musitó y su aliento cálido se metió por nariz, mandando al demonio todas las barreas que quise construir contra él.
Miró mis labios, pude notarlo y luego pasó saliva escandalosamente; se retiró rápidamente y su perfume se revolvió entre las partículas de aire.
Cerró la puerta con cuidado y luego caminó hasta el otro asiento del auto y subió. Aquella noche había luna nueva, por lo tanto, sólo la luz amarillenta de las lámparas alumbraban la solitaria calle de Venecia.
Encendió el motor del auto, y el suave ronroneo interrumpió la tranquilidad y el silencio.
-Puedo acusarte de rapto-farfullé, aun con esa voz torpe y ronca que salía de mí dentro.
Él rió por lo bajo, pero siguió conduciendo sin hablar. Crucé los brazos sobre el pecho y fruncí el ceño.
-Puedo cuidarme sola, no necesito una niñera-volví a soltar.

-¿Vas a decirme todo el camino lo que puedes hacer y no haces?-inquirió, con voz serena.

Manual de lo prohibido♥ Justin Bieber y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora