Manual de lo prohibido♥ -Capitulo 64

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Manual de lo prohibido♥ -Capitulo 64

F&C dice: Oh... bueno, está bien. Extraño verte por aquí y ser yo quien revele tus fotografías. Te extraño mucho (L).

El hueco se hizo más grande, casi como si fuera un agujero negro que se tragara todo. Excepto el dolor.

_______ dice: Yo también te extraño. Te quiero. Hasta pronto.

________ a cerrado seccion...

Ni siquiera las despedidas cibernéticas me gustaban.

Dejé la lap-top a un lado y me puse a reflexionar más a fondo, aunque me doliera pensar en la posibilidad de que él estuviera lejos; más allá del otro lado del mundo.

Japón... irse a Japón para alejarse del problema en que yo lo metí, para alejarse de Sharon... De pronto, otra chispa de reflexión me hizo percatarme de algo que Ferni me había escrito y que me había pasado desapercibido: Sharon y Justin ya no estaban juntos... Sharon y Chris...

Allí había dos cosas por comprender. Por supuesto, si Justin se había ido es porque ya no estaba con Sharon, lógico. Pero, ¿Chris visitando a Sharon? Bueno, era normal que Chris visitara a Sharon; yo sabía que la amaba y que estaba enamorado de ella, pero... ¿ya le habrá dicho? Probablemente no, Chris es prudente y a lo mejor no sería adecuado declarársele a alguien después de una tragedia como la que sucedió, aunque ya haya pasado un mes.

Aquello me hizo pensar de nuevo en Sharon. La extrañaba, la extrañaba demasiado; y cada una de sus risas que se proyectaban en mi mente como un recuerdo, dolían, porque sabía que ahora quizá ya no aparecerían, o ya no serían causadas por mí.

No podía vivir fingiendo que no pasaba nada, ni tampoco podía ignorar el hueco en mi pecho que a cada minuto se hacía más grande. Ya no estaba segura si todo lo que yo tenía adentro seguía allí ó si aquel hoyo negro ya los había consumido.

El tiempo no cura nada...

Me levanté de la cama y me serví una taza de café con leche. Caminé hasta el librero y saqué de la orilla izquierda el sobre amarillo que abarcaba el último espacio en toda la hilera de libros. Caminé de nuevo hasta la mesa y lo dejé allí, indecisa de mi siguiente acción. Me le quedé mirando un buen rato, ¿qué tanto daño podía causarme mirar su rostro en aquellas fotografías? Sabía que desde que se las mostré a Jesse, no las había vuelto a sacar porque cada vez que me acordaba siquiera de Justin, el corazón latía con dolor; pero, pensarlo lejos me hacía tener la necesidad de sentirlo cerca, aunque sea en fotografías.

Rocé con las yemas de mis dedos el borde del sobre y vacilé con el cordón rojo que lo mantenía cerrado. Quería verle... pero el timbre sonó. Alguien llamaba a mi puerta, de seguro era Jesse. Tomé el sobre y lo puse encima de una silla y luego agarré una frazada azul y me envolví con ella. Me apenaba un poco que la gente me viera en pijama. Pero entonces me acordé de Justin, aquella vez que había llegado al departamento de Sharon y me había visto en el mismo pijama que ahora traía puesta; ignoré la punzada de dolor en el corazón y corrí escaleras abajo para abrir la puerta.

-Jesse, hola –dije al verle.
-Veo que está a salvo, ¿no chocaste anoche? –bromeó, mirando su camioneta.

Me reí.

-Pasa –abrí más la puerta y lo dejé entrar.

Fue detrás de mí en las escaleras hasta que llegamos a la segunda planta, donde era mi casa.

-¿Te acabas de despertar? –preguntó.
-Quizá.

Se rió y luego miró el sobre amarillo sobre la silla, en su mirada había un destello enigmático. La misma mirada que había puesto la primera vez que le mostré el contenido de aquel sobre.

-Jesse, ¿gustas chocolate caliente?
-¿Eh? –me miró- Sí, claro –me sonrió.
-Sírvete, mientras voy a cambiarme –dije, ignorando esas miradas misteriosas de Jesse. Seguro sólo se acordó de lo que había en él, nada más.

Me fui a mi habitación y me vestí casual, a fin de cuentas no importaba mucho la ropa que usáramos, todo iba oculto debajo de algún abrigo que el frío invernal nos obligaba a usar.

Salí y vi a Jesse sentado a la mesa, tomando de su taza de chocolate.

-¿Lista? –me preguntó, poniendo la taza al lado del sobre amarillo, sobre la mesa.
-Lista –le sonreí y me dirigí hasta él, tomé el sobre... ¿Qué no lo había dejado sobre una silla? Suspiré, a lo mejor ya me estaba volviendo loca. Coloqué el sobre en su sitio de antes, hasta el final de todos los libros que nunca abría y luego me giré hacía Jesse.
-Vámonos –le sonreí, de nuevo.

Fuimos hasta un nuevo laboratorio de fotografías que Jesse había descubierto hace un par de días, estaba más cerca de mi casa y por lo tanto no tardamos mucho en llegar. Cuando revelamos todas nuestras fotografías, apartamos las mejores y luego, rumbo a la agencia de publicidad en donde se encontraba aquella persona de la revista, nos dirigimos.

-¿Ya estás mejor? –me preguntó Jesse, dejando las bromas infantiles con las que íbamos divirtiéndonos todo el camino.

Suspiré. Él tampoco había olvidado lo sucedido ayer.

-Se fue –musité, bajando la mirada.
-¿Cómo que se fue? –dijo, sin comprender.
-Ya no vive en Venecia, ya no está con Sharon.
-¿Y tú cómo sabes?
-Ferni me contó, o mejor dicho, le supliqué que me contara –levanté la mirada-. Él se fue.
-¿A dónde iría?
-A Japón, quizá –me encogí de hombros, aparentando indiferencia al dolor interno.
-¿Japón? ¿Tan lejos?
-No estoy muy segura si se fue para allá. Lo que sí sé es que se fue para alejarse de Sharon, de Europa, de... mí.
-Borrón y cuenta nueva –me sonrió-. Tienes que seguir adelante, el pasado es el pasado y no podemos hacerlo parte de nuestro presente. A menos de que nos convenga o nos traiga un beneficio, mientras no, déjalo atrás.

Le regalé una sonrisa. Así era Jesse, un bruto de sentimientos pero con razón. Pero aunque la tuviera, yo no podía deshacerme tan fácil de todos esos recuerdos, ni abandonar el amor que aun sentía por Justin, era imposible ignorar la intensidad de este sentimiento. Y aun cuando quisiera, no podía, no tenía fuerzas para lograrlo.

Manual de lo prohibido♥ Justin Bieber y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora