Manual de lo prohibido♥ -Capitulo 30
Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso?
-No me besó-dije.
-¿Entonces cómo le llamas al hecho de que él haya pegado sus labios a los tuyos?
-¿Qué?-reí aun más y al parecer a Justin no le hacía mucha gracia- Chaz no me besó, no en los labios, al menos. Fue sólo un beso de amigos.
-Pues no parecían amigos-farfulló.
-Justin, pareces mi padre-dije, medio molesta por tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios.Justin suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no de tono de voz.
-¿Por qué le diste la rosa a Sharon?-preguntó.
-Porque ella es tu novia, Justin-dije, aunque me haya dolido rectificar aquello-. A ella es a quien debes de darle rosas, osos de peluche o lo que sea.
-Pero yo te la quise dar a ti-insistió.
-Y yo no iba a decirle a Sharon eso, ¿o sí?-suspiré-. Justin, ¿por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado la rosa a Sharon e inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta si Chaz me besa o me lleva un ramo de flores?Se quedó en silencio un rato, mirando hacía delante con el ceño fruncido y sus labios formando una línea.
-No lo sé-musitó-. Tengo que irme-se levantó rápidamente y caminó hasta su Hybrid negra y subiendo a ella condujo hasta desaparecer calle abajo.
Me quedé sentada allí, sin saber bien qué había ocurrido hace unos minutos; era la clase de desconcierto que hace que te duela la cabeza y sentir cómo si tus pies volaran lejos del planeta Tierra. ¿Por qué Justin había actuado así? A no ser que... no, claro que no. Eso sería imposible.
Suspiré agobiada, si Justin había malinterpretado todo, seguro Sharon también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle más a Sharon y sonreírle condescendientemente, tenía que pararme enfrente de ella y darle el mismo sermón que le dí a Justin, el de "Chaz y yo sólo somos amigos".
Me levanté desganada y abrí la puerta del edificio, conduciendo mis pies escaleras arriba hasta llegar al tercer piso y al departamento 312. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Sharon podía llegar a ser realmente persistente.
Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Sharon mirando TV desde la cocina; mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del día jueves. Cuando me vio entrar se giró hacía mí y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus dientes medianos y blancos, tan fuertes como un roble.
Traté de sonreír.-¿Por qué la gran sonrisa? ¿La pizza no se te quemó hoy?-bromeé.
-Ay-se quejó como niña pequeña-. Eso sólo fue una vez y hace ya varios años-dijo y rió, dejando escapar el sonido levemente gutural de su risa.
Me tuve que reír también, recordando aquella escena de la pizza quemada en casa de su abuela, cuando teníamos diecisiete años.
-Bueno, pero no es por eso por que sonrío-me dijo-. Tú tienes algo que contarme-levantó las cejas una y otra vez.
-¿Cómo qué?-me hice la que no sabía.
-No sé, tú dime, algo que tenga que ver con un chico, llamado... ¿Chaz?-tanteó.
Puse los ojos en blanco.
-Sharon, ¿cuándo vas a entender que entre Chaz y yo sólo hay una bonita amistad? Ya aclaramos el punto y ambos estamos bien siendo amigos.
-Pero yo vi...
-Un beso, ya sé-la interrumpí, de nuevo poniendo los ojos en blanco-. Shar, pero ese no fue un beso en la boca, fue en la mejilla, cerca, pero fue de amigos, nada más-dije.
Se quedó en silencio como por tres segundos y luego exhaló.
-Eres aburrida-dijo y se giró para ver su pedazo de pizza girar en el plato de vidrio, dentro del horno.
-El hecho de que no me guste Chaz no quiere decir que sea aburrida-me defendí.
-No, pero desde que llegaste a Venecia, no has salido con ningún chico-me dijo-. A menos que...-se giró de nuevo y me miró, la sonrisa volvió a expandirse por su rostro- ¿Te gusta Chris?-preguntó.
-¿Qué?
-Pues, no sales con más chicos, vas de aquí para allá pero no sin las mismas personas: Chaz, Chris, tu amiga la de los Angnelli e incluso Justin.
Algo me estrujó el estómago cuando dijo su nombre.
-Bueno, ¿y qué quieres que haga? Chris se ha vuelto un amigo excelente y Chaz es una persona grandiosa. A Ferni la conozco por que trabaja en el laboratorio de fotografía y es una chica sensacional. Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas en una vida que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia por siempre-dije.
-Ya lo sé, _______. Lo que trato de decir es que disfruta el tiempo que estés aquí.
-Eso lo hago, créeme.
-Pero...
-¡Tu pizza está lista!-canté al oír el pitido del horno-. Me voy a dormir, te quiero, buenas noches-le lancé un beso y me fui a paso apresurado a mi habitación.
Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba tanto la idea de pasar el día con Sharon, al menos no si lo veía de la perspectiva de que no vería a Justin, o mejor dicho, de que no estaría yo sola con él. Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.-Bestia-los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos.
-Ya estoy despierta-farfullé.
Salí de mi habitación y miré a Sharon sonreírme. Me sentí mal de nuevo.
-¿Cuáles son los planes de hoy?-pregunté, totalmente desganada.
-Conseguir un vestido elegante-me dijo.
-¿Elegante? ¿Qué celebramos?-inquirí, confundida.
-El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas-puso los ojos en blanco-. Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.
-¿El señor Vittore?-traté de pronunciar el apellido con el acento que Sharon había utilizado.
-Sí, el dueño del Hospital, Roberto Vittore-explicó.
-Oh... ¿y...?
-Estamos invitados-sonrió ampliamente.
-¿Invitados?-quería saber a quiénes se refería.
-Sí, tú, yo y Justin. Quien por cierto ya debería estar aquí-divagó, mirando el reloj de su muñeca.
-¿Justin? ¿Nos acompañará?-hice un mohín.
-Claro, ¿y luego quién nos dirá que nos vemos lindas con los vestidos?-bromeó.
-Pero Justin es... hombre. Sabes que no les gusta eso-intenté encontrar una excusa creíble para que Justin no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de él.
-Pero es mi Justin-dijo y me dolió-, él está dispuesto a acompañarnos.Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y... angustiado.
Sharon corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quedé parada allí, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabía qué sentir. Pero entonces Sharon abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, allí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una camisa en color azul a cuadros, desabotonada, y un jeans del mismo tono, ajustado a sus despampanantes piernas. Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.-¡Amor!-dijo Sharon, sin duda feliz. Pero esta vez en darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla.
Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa.
-Hola-musitó Justin.La saludé con la mano.
-Ve a cambiarte, ______-me instó Sharon y sólo entonces caí en la cuenta de que estaba en pijama, de nuevo-. Nos espera un largo día.
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Manual de lo prohibido♥ Justin Bieber y tú
FanficNO ES MIA!! Todos los creditos a la escritora original que no se su nombre jeje