Manual de lo prohibido♥ -Capitulo 10
-Perdóname. Es que soy un poco distraído-musitó, ligeramente ruborizado.
-No, no; la distraída soy yo-dije y luego me reí.
-Soy Chaz-me estrechó la mano.
-________ Howe-me presenté.
-Eres americana-adivinó.
-Sí, California, de allí vengo.
-¿En serio? Yo nací en Texas. Soy americano también; pero con raíces europeas-explicó.Ahora había entendido entonces, por qué me había hablado desde un principio en español; pero luego dirigí la mirada hacía la puerta del departamento en el que él iba a introducir la llave antes de que yo le chocara.
-¿Vives aquí?-balbuceé, al captar el trío de números que formaban el trecientos ocho.
-Sí, con mi tía; te dije que tenía raíces europeas.La vieja gruñona con la que Sharon me había dejado la llave de su apartamento era tía del lindo muchacho que me sonreía en este instante. Abrí los ojos ante la sorpresa.
-¿Eres sobrino de la señora Montórfano?-inquirí.
-Sí, ¿la conoces?
-Sí, bueno no-dije y su expresión pasó a ser una mueca de confusión-. Mi amiga me dejó la llave de su departamento aquí y sólo pasé a recogerla, de allí conozco a tu tía-expliqué.
-¡Oh! ¿Eres tú la linda chica que se mudó con Sharon?-preguntó, como si hubiese completado un rompecabezas en su memoria.
-Sí y... gracias por lo de 'linda'.
-Oh, bueno, eres linda-musitó y se encogió de hombros-. ¿Vas a algún lado?
-Sí, a un laboratorio de fotografía. ¿Sabes dónde queda la calle Squero de San Trovaso?-pregunté, mirando el papelito arrugado en mi mano y tartamudeando al leer el nombre de la calle.
-Sí, es cerca de uno de las canales hacía el norte.
-¿Está muy lejos?
-No, puedes ir caminando; son como cinco cuadras de aquí.
-Oh, gracias.
-Puedo llevarte si quieres, tengo auto-ofreció.
-No, gracias, hoy caminaré, tengo tiempo de sobra-musité con aplomo.
-Oh, está bien, ¿puedo invitarte luego un café? Para conocernos, digo, vamos a ser vecinos-se encogió de hombros un tanto avergonzado y ligeramente ruborizado.
-Claro, me encantaría.
-Hasta luego, entonces.
-Hasta luego-dije-. Oh, y grazie mille-murmuré lo que había aprendido de Justin el día de ayer, cuando agradeció al mozo.Chaz me sonrió.
-Di niente, bella ragazza-pronunció.
Me ruboricé un poco y le dije adiós con la mano; luego bajé las escaleras y me encaminé por las calles de Venecia esperando encontrar lo que buscaba.
Luego de unos minutos y de contabilizar mentalmente las cinco cuadras que Chaz me había mencionado, miré hacía el pequeño recuadro blanco ubicado en el muro externo del último edificio de la cuarta calle: Squero de San Trovaso. Sonreí satisfecha al haber acertado en mi búsqueda. Tenía la calle, pero aun me faltaba el laboratorio, decidí caminar hacía la izquierda, en donde los números ascendían, tenía que encontrar el doscientos treinta y siete.Afortunadamente lo encontré, además de que pude visualizar fuera del lugar el letrero en letras grandes y negras que decía "Photo Lab". Eso hasta un torpe puede entenderlo.
Crucé la acera y me adentré en el lugar solitario y oscurecido, solamente iluminado por las luces del exterior que traspasaban por el ventanal, pero aquello no redujo ni un poco los escalofríos.
-¿Hola?-musité, esperando a que alguien en el oscuro lugar me respondiera.
-¡Tonta máquina!-gruñó una voz fina y delicada que salió de detrás de los almacenes. Una voz de mujer.Me quedé pasmada, y mis pies se quedaron congelados en el mismo lugar en donde se habían parado.
-¿Hola?-volví a repetir, ahora un poco temerosa.
Luego, una bella chica se asomó de detrás de aquellos grandes almacenes y me miró con sus grandes ojos pardos.
Su piel pálida, albina, mostraba las pecas esparcidas por su joven rostro y el color caramelo de sus ojos artísticamente coloreados resplandeció con la luz del exterior. Su cabello, alisado y con un color castaño platinado, estaba acomodado en capas y caía juguetón sobre sus hombros. Me sonrió, con sus labios rosados coloreados con brillo.-Hola-me dijo, amable.
-Amm... hola.
-¿Hablas español verdad?-preguntó. Asentí con la cabeza sólo una vez.
-Genial, entonces, ¿en qué puedo ayudarte?-me regaló una sonrisa bastante extensa, llena de amabilidad en donde pude distinguir los frenillos en sus dientes; y a pesar de eso, era bastante fina y delicada.
-Bueno yo...-tartamudeé- quería, quiero-corregí- revelar algunas fotos-dije.
-Oh, claro, sólo, ¿podrías esperarme un poquito? Tengo problemas allá atrás con esa tonta máquina de fotocopiado-hizo un mohín.
-Claro-reí.Se perdió de mi vista en aquella densa oscuridad detrás de los almacenes de los que antes había salido pero aun podía escuchar con claridad sus refunfuños hacía la máquina.
-Eres americana, ¿verdad?-dijo.
-Emm... sí-intenté adivinar el lugar exacto del que provenía su voz, elevando mi cabeza sólo un poco para poder ver algo-. ¿También tu?
-No, pero me encanta el continente. ¿De dónde vienes?
-California.
-¿En serio?-saltó de pronto del lado contrario al que se había metido y me hizo pegar un brinco.
-Sí-balbuceé.
-¡Qué emoción! Siempre he querido ir a América, pero aun me falta mucho por vivir aquí así que-se encogió de hombros-. Me llamo Fernanda, nombre americano, ya lo sé-parloteó poniendo los ojos en blanco-, pero a mis padres también les gusta todo lo relacionado con America-me extendió la mano-; por cierto, dime Ferni, es que Fernanda... bueno, como que no me queda-explicó.
-Un gusto enorme, Ferni. Soy ______.
-¡Qué bonito nombre, ______! Me encanta-dijo e hizo que me riera, halagada.
-Gracias, Ferni.Aquella linda chica hizo que el tiempo que esperaba para que mis fotografías fuesen reveladas, se me pasara en un santiamén; platicaba conmigo y me hacía sentir como si me conociera desde hace años, además de que el entusiasmo que aplicaba en cada palabra me hacía sentir cómoda y familiarizada, Sharon era casi igual.
-¿Quién es el chico lindo de las fotografías?-me preguntó, mientras sacaba tales papeles del ácido cianhídrico y los colgaba en el lazo con cuidado- ¿Un modelo?
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Manual de lo prohibido♥ Justin Bieber y tú
FanficNO ES MIA!! Todos los creditos a la escritora original que no se su nombre jeje