Manual de lo prohibido♥ -Capitulo 73

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Manual de lo prohibido♥ -Capitulo 73

Fue entonces que me moví, deslicé poco a poco mis pies hacía atrás y me fui sumergiendo en la humedad y oscuridad de aquel cuarto. Jesse se me quedó mirando, con una leíble expresión de confusión en el rostro.

-¿Pasa algo malo? –preguntó.

Me dí cuenta de lo vulnerable que era hasta entonces.

-¿Cuánto falta para que acabe la exposición? –le pregunté, con un hilo de voz.
-No lo sé –miró su reloj-, como cuarenta y cinco minutos –se encogió de hombros.
-¿Podrías encargarte del resto? Tengo, tengo que salir de aquí –miré a mi alrededor-. ¿Hay otra puerta?
-______ no entiendo –Jesse se acercó-. El sujeto que tanto buscabas está allí –señaló hacía afuera-, ¿no morías por verlo?
-Sólo sácame de aquí –rogué.
-¿Qué te hizo? ¿Por qué el cambio? –insistió.
-¡Jesse! –le grité- sácame de aquí. ¿Qué es esa puerta? –pregunté viendo una armazón de madera a un costado de la habitación.
-Creo que conduce a un pasillo lateral del edificio –se encogió de hombros.
-¿Podría dirigirme a la salida?
-Tendrías que salir por la puerta principal, pero al menos nadie notaria que has salido de este lugar.
-Genial. Me voy –decidí-. Encárgate de lo que sea necesario. Si... si Justin pregunta por mí, dile que no me has visto, que me salí de este cuarto y no supiste a dónde fui.
-Pues... no sé a dónde vas. Así que no será tan difícil. Pero exijo que pronto me des una explicación.
-Luego. Gracias, Jesse.

Él me sonrió y salí despavorida por la otra puerta, huyendo de nuevo, huyendo de todo. No quería oír el "Lo siento por no quererte" de Justin, ni algo como "Es que me di cuenta que amo a Kristen". Ahora que lo pensaba, todo esto me había parecido un error. He allí lo que me había costado volver a verlo, un dolor aun más profundo en el alma. Como la hoja afilada de un cuchillo atravesándome el pecho.

Cuando logré salir al exterior, divisé la ciudad transitada y el alma me rogó seguir en cualquier dirección lejos y perderme. Caminé unas pocas calles y luego decidí tomar un taxi y pedir que me llevara a casa. Era imposible perderme en una ciudad que conocía demasiado bien. Así como imposible también no pensar en Justin, en dónde podría estar ahora, qué estaría haciendo o pensando... con quién. Todo me torturaba, todo me causaba ganas de romper en llanto, ¿cómo podía ser tan estúpida? Mi plan había funcionado, Justin había atendido a mi llamado y yo había logrado verle. Pero jamás me pasó por la mente relacionarlo con las demás personas, me concentré tanto sólo en Justin y yo que olvidé por completo a terceros. Las muchas otras posibilidades de que Justin no me quisiera o no pudiéramos estar juntos. No solamente existía Sharon en su vida, sino también alguien más. Alguien que ya había formado parte de su pasado, alguien que había dejado marcado su presente y que, si él quería, alguien que cambiaría su futuro.

Una lágrima rodó por mi mejilla, una lágrima que no pude contener; tan pesada como mi dolor, tan profunda como mi agonía. El taxi se detuvo frente a mi casa, o al menos, la fachada azul ya desgastada que reconocí como tal. Le pagué y bajé para adentrarme a casa. Subí y me tumbé en mi cama, a plena luz del día a llorar. Estaba enloqueciendo, me estaba volviendo una patética desquiciada. Llorar resultaba perfecto estando sola, sin preguntas, sin miradas; incluso la voz en mi cabeza guardaba silencio mientras las lágrimas seguían bajando por mis mejillas y mis sollozos se ahogaban contra la almohada. Y pensar que había perdido a la única familia que me quedaba, Sharon, por una estupidez mía, por un maldito error. En ese momento deseé fervientemente inventar una máquina que volviera el tiempo atrás, así, no iría jamás a Venecia, no hubiera conocido nunca a Justin, no estuviera amándolo con todas las ridículas fuerzas de mi corazón y no estuviera sola en todo el mundo.
Pero era suficiente, ya había llorado mucho y a causa suya. Ya no podía ser tan vulnerable a él, no debía. No cabía duda que todo en este mundo se paga, y a lo mejor era el pago a mi maldad. Lo que yo le había hecho a Sharon, ahora lo estaba sufriendo. Pero no más, no iba a dejar que aquello me tumbara, tenía que vivir con ello de ser posible, pero iba a seguir adelante. Adelante, sin nada más que mi frente en alto. Era una promesa.
Habían pasado tres días, y aunque me negara a aceptarlo y llevara puesta una armadura de fortaleza, mi corazón preguntaba por Justin. Tres días y ¿nada? Jesse me había contado que, por supuesto, él le había preguntado a dónde había ido y cuando los hombros de Jesse se encogieron ante la interrogativa, Justin salió disparado por la puerta, sin señal alguna de Kristen.

Manual de lo prohibido♥ Justin Bieber y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora