Are you happy now? [GoodOmens] [Crowley x Aziraphel]

XXIII

Crowley llevaba semanas esperando el momento perfecto. Cada día cumplía con sus tareas en silencio, archivando documentos y procesando almas como si finalmente hubiese aceptado su destino. Su comportamiento, aunque atípico, hizo que Beltzebú se relajara.

—Vaya, Crowley, pensé que nunca te rendirías, pero parece que finalmente entendiste cómo funcionan las cosas aquí —le dijo Beltzebú una tarde, mientras pasaba junto a su puesto de trabajo.

Crowley solo se limitó a asentir con una sonrisa apenas perceptible, pero en su mente, las piezas de su plan encajaban a la perfección.

Había descubierto que, cada cierto tiempo, una pequeña brecha en las barreras del infierno se abría por unos segundos cuando los demonios de alto rango salían de las cámaras principales. Era un margen de tiempo diminuto, pero suficiente para un demonio tan astuto como él.

Finalmente, llegó el día. Beltzebú estaba distraída supervisando una nueva legión de demonios, y el caos del momento le permitió a Crowley escabullirse sin ser visto. Utilizando un milagro menor, que apenas consumía energía, sincronizó su movimiento con la apertura de la brecha. Con precisión calculada, escapó por la grieta sin activar las alarmas.

Cuando llegó a la Tierra, la sensación de libertad lo golpeó como una ráfaga de aire fresco. Sabía que no podía perder tiempo. Su collar protector estaba destruido, y sin él, tanto los demonios como los ángeles podían localizarlo fácilmente. Visitó un antiguo mercado de artefactos místicos y logró encontrar una nueva gema, una piedra negra que emitía un brillo rojizo tenue. Al activarla, sintió cómo su presencia se desvanecía, oculta tanto del infierno como del cielo.

—Perfecto —murmuró, colocando la gema alrededor de su cuello—. Ahora, Aziraphel, voy por ti.

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Capítulo: El Encuentro en el Colegio

Crowley llegó al colegio con rapidez, su desesperación guiándolo más que su usual prudencia. Vestía como siempre: una chaqueta de cuero negra, pantalones ajustados, botas pesadas y una camisa roja ligeramente desabotonada. Su cabello despeinado y sus gafas oscuras completaban su apariencia.

Desde el momento en que puso un pie en los terrenos del colegio, llamó la atención de todos. Los estudiantes lo miraban con curiosidad y fascinación. Algunos chicos murmuraban entre ellos, mientras que las chicas intercambiaban miradas emocionadas.

—¿Quién es ese? —preguntó una estudiante, observándolo mientras pasaba.
—No lo sé, pero seguro no pertenece aquí.

Crowley ignoraba los comentarios. Su único pensamiento era encontrar a Aziraphel. Los pasillos del colegio eran un laberinto, pero no se detuvo a pedir indicaciones. Su conexión con Aziraphel, esa chispa que siempre los unía, lo guiaba.

Finalmente, al girar una esquina, lo vio. Aziraphel estaba en la biblioteca, sentado en una mesa, rodeado de libros y tomando notas. Su cabello rubio brillaba bajo la luz tenue, y su rostro tenía una expresión tranquila, aunque sus ojos reflejaban una tristeza que Crowley reconoció al instante.

Crowley abrió la puerta de la biblioteca sin dudarlo, ignorando las miradas sorprendidas de los estudiantes y el bibliotecario. Al ver a Crowley, Aziraphel levantó la vista, y por un momento, el tiempo pareció detenerse.

—¿Crowley? —susurró Aziraphel, incrédulo.

Crowley avanzó rápidamente hacia él, su rostro mostrando una mezcla de alivio y preocupación.

—Te encontré —dijo con una sonrisa que apenas ocultaba su angustia.

Antes de que Aziraphel pudiera responder, el bibliotecario se acercó.

—Disculpe, señor, este es un lugar para estudiantes. Tendrá que salir.

Crowley, sin apartar la vista de Aziraphel, respondió con su característico tono sarcástico:

—Oh, no se preocupe, no me quedaré mucho tiempo. Solo vine por algo importante.

Aziraphel se levantó, mirando a su alrededor nervioso. Sabía que si alguien informaba a Metatron, habría consecuencias.

—Crowley, no deberías estar aquí —dijo Aziraphel en voz baja, aunque su tono mostraba más preocupación que reproche.

Crowley dio un paso más cerca.

—¿De verdad creías que iba a dejarte solo? Sabes que no funciona así, Aziraphel.

Aziraphel lo miró, y aunque quería mantener la distancia, su corazón latía con fuerza al ver a Crowley de nuevo.

—Tienes que irte antes de que mi tío se entere. Si te encuentra...

—No me importa lo que pueda hacerme. No voy a dejar que vuelva a separarnos.

Crowley estaba tan decidido que no notó cómo las sombras de varios estudiantes comenzaban a acercarse a la puerta, intrigados por la escena.