En la universidad no pude prestar atención a ninguna de las clases, mi mente se iba a la deriva, mis profesores hasta me llamaban la atención y me hacían una pregunta que en otros escenarios bien podría responder si pensar pero en estos momentos no sabía ni en qué idioma me hablaban.
Decidí retirarme temprano e ir a mi clase de artes marciales allí mismo en la universidad, nos preparábamos para una competición en unos meses.
- ¡Llegas tarde!- ladra mi entrenador, es un hombre grande fuerte y que impone miedo, o eso dicen los alumnos, yo solo sé que es una persona muy gritona y estoy segura que algún día quedare sorda.
Él me pone a hacer estiramientos y a trotar alrededor del gimnasio como reprimenda por haber llegado tarde.
Me puse a correr, las imágenes de todo lo sucedido agrupándose en mi mente.
Siento que unas manos me levantan y estrellan contra el suelo acolchonado, miro a mi entrenador con el ceño fruncido.
- ¿Qué sucede Kurisov? ¿Pensando en cosas de niña?- escucho a todos reírse, soy la única chica del equipo por lo que siempre buscan una forma de fastidiarme, yo solo los miro aburrida y me levando de un salto, golpeo al entrenador en las costillas, doblo su brazo y lo tiro al suelo.
- ¿Qué sucede entrenador? - pregunto con una sonrisa- ¿Pensando en abejitas?- El entrenador me gruñe y se levanta colocando frente a mí, ahora cara a cara sabemos que nuestro usual combate a comenzado.
Luego de dos horas practicando y peleando el entrenamiento termina y el entrenador me pasa una toalla y una botella de agua.
- ¿Qué sucede realmente Kurisov? Hoy no has estado a la altura como los demás días- su voz muestra genuina preocupación, eso me sorprende de alguna manera, suspiro, si le contase lo que me paso hoy seguro que me llevaría a un sanatorio.
- Nada... solo... las clases se están poniendo rudas- tomo un gran sorbo de agua, lo único que deseo es realmente llegar a mi departamento e irme a dormir, ni siquiera tengo fuerzas para jugar On line
- Ya veo, no te fuerces demasiado Kurisov. Tómalo con calma- él se levanta y se va dejándome sola, ya solo quedan los encargados del gimnasio, voy a cambiarme y salgo.
Se me ha hecho tarde de nuevo, y ya casi no habían personas en el campus, solo unos cuantos rezagados aquí y allá, paso por una máquina expendedora y saco una leche de cartón, subo mi capucha y camino por el parque, las noches de este lugar se sienten tan mágicas, tan refrescantes.
Me desvió de mi ruta y camino hacia un pequeño grupo de árboles, me arrodillo y veo que mis amigos están ahí, busco el cartón de leche y la coloco en el cuenco que hace tiempo les traje, me encantaría llevarlos a mi departamento pero las brujas de condominio me expulsarían, por lo menos he logrado llevarles muchas cosas para que estén lo más cómodos posibles, los tres gatitos salen de un árbol hueco para beber la leche, les acaricio las orejas, adoro los gatos, muchas personas creen que son malvados, pero lo único que son es marginados, como yo, suspiro, ellos con solo un trago de leche les basta para darte su confianza.
- Te encontramos perra- me giro ante las voces y cuando lo hago alguien me golpea en la mandíbula y provoca que caiga, mi visión se llena de puntos negros, pero por lo que logro enfocar hay seis chicos rodeándome, este día se ponía cada vez más divertido.- ¿Crees que después de lo que hiciste ayer te ibas a escapar?- Identifico esa voz como la del chico pequeño que ataque ayer, al parecer vinieron con refuerzos, uno de ellos toma a uno de los gatos por el pellejo provocando que aúlle de dolor- ¿Qué? ¿Ahora eres una amante de los animales?- Gruño y me abalanzo sobre él, pero dos me toman por los brazos inmovilizándome.
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La obscuridad que un dia nacio en mi.
VampirosLysander D. Montgomery un vampiro con milenios de edad cree que ha perdido la capacidad de sorprenderse, hasta que se encuentra con una humana muy peculiar. Lucille Kurisov no entiende de sentimientos, su vida no ha sido mas que ir a la deriva en u...