Tres meses se pasaron en un parpadeo, al parecer cuando eres vampiro el tiempo es relativo, me pareció que solo fueran tres semanas. Los entrenamientos siguieron, el entrenador no daba muestras de saber que yo fui su atacante, las clases estaban a punto de terminar, había terminado mi tesis con el profesor Hakuren, quien parecía más emocionado que yo cuando lo expuse, saque cien puntos en mi trabajo por lo cual me graduaría con honores, mi madre no volvió de visita, lo cual era algo bueno, pero obviamente vendría para el día de la ceremonia de graduación. Lysander y yo continuamos nuestras clases, pero en ningún momento abordo el tema que me interesaba... que eran los vampiros de clase A, y con todo esto la fecha de la graduación llego y por ende la fecha en la que debía morir.
Era el día, mi madre llego temprano y trajo consigo un vestido, odio los vestidos, pero aun así, solo porque sería su última petición la acepte y por desgracia tuve que aceptar los tacones, ugh. Deje que me arreglara el cabello y me maquillase, aunque le dije que yo me pintaría los labios, no fuera a ser que por accidente viera mis colmillos, con todos los preparativos la noche llego, la graduación se decidió hacerla a las seis de la tarde, para que de allí aquellos que iban a celebrar se fuesen directamente.
Me mire en el espejo, y realmente me sorprendí, mi madre había elegido un vestido que cubriese toda la espalda pero dejando al descubierto mis hombros, el vestido tenía una cola larga atrás y era corto adelante, haciendo ver mis piernas alargadas, era de un color azul cieno, con toques plateados, ciertamente hermoso, y los tacones... los tacones eran un arma mortal.
- Ahora el detalle final- Me coloco un collar, me puse tensa, si tocaba mucho notaria la falta de pulso y de calor en mi cuerpo, pero una vez que me soltó respire, el collar era.... Una flor muy peculiar, hecha de plata con destellos azules, enmarcando con mi largo cabello negro, mis ojos azules y mi piel pálida, sonreí sin abrir los labios. – Te... Te ves hermosa- creo que mi madre estaba a punto de llorar, casi sentí ganas de abrazarla pero por su bien y el mío mejor me mantenía alejada. Escuchamos golpes en la puerta.
- ¿Quién será?
- Ah, debe ser la limosina que he pedido- madre salió de la habitación dando brincos en sus tacones, si yo hiciera eso y fuera humana ya me habría fracturado todos los huesos.
Me mire en el espejo un momento más, ciertamente, me veía como otra persona, hasta me veía más alta.
"Seré una muerta hermosa" pensé con sorna, alucinantemente la voz en mi cabeza no había salido más, esperaba que se haya ido para siempre, pero eso sería pedir un milagro, tal vez estaba esperando el momento adecuado para joderme la vida, otra vez.
Me extraño que mi madre no hubiese ido a buscarme, suspire, tome la toga y el birrete me los coloque en el brazo y salí, me quede paralizada en el umbral a ver a Lysander hablando plácidamente con mi madre, nota para mí, prestar más atención a mi oído. Lysander levanto su vista hacia mí y pude notar por una milésima fracción de segundo sorpresa, sonreí de medio lado, me encanta cuando tomo al Maestro con la guardia baja, pero ahora que lo miraba el lucía un esmoquin y se veía... aunque deteste decirlo, monstruosamente hermoso, trague saliva y libere mi mente, esta será mi última noche como una persona viva y él no me la va a arruinar.
Camine con toda la seguridad que podía encontrar, gracias a mi nuevo estado de vampiro podía mantener el equilibrio en estas armas mortales llamadas zapatos.
- Lucille, que hermosa luces esta noche, estas de muerte- sonrió de lado, Ja, ya yo había pensado en eso... ¿pero por qué cuando lo dice él tiene un efecto muy diferente en mí?
- Gracias, tú también te ves... exquisito, Lysander- entre los dos se liberó una batalla de miradas burlonas y sonrisas filosas.
- Pues los dos se ven estupendos, pero es hora de irnos- anuncio mi madre poniendo fin a nuestra disputa. – Que raro, la limosina ya debería haber llegado- mi madre reviso su teléfono vi a Lysander sonreír, ah, creo que se cuál es la razón de su retraso.
ESTÁS LEYENDO
La obscuridad que un dia nacio en mi.
VampirosLysander D. Montgomery un vampiro con milenios de edad cree que ha perdido la capacidad de sorprenderse, hasta que se encuentra con una humana muy peculiar. Lucille Kurisov no entiende de sentimientos, su vida no ha sido mas que ir a la deriva en u...