[09] Nuestros propios miedos

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|Halo - Beyonce|

|Be still - The Fray|

|Hello - Lea Michele & Jonathan Groff|

|To built a home - Cinematic Orchesta|

|Stubborn Love - The Lumineers|

|The Blower's Daughter - Damien Rice|

|Lonelily - Damien Rice|

|The one that got away - The Civil Wars|

|Come and get higher - Matt Nathanson|

|Hey There Delilah - Plain White T's|

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Elias Moriarty

30 / Octubre / 2022

Una vez más, los colores a mi alrededor cambian, con tonos duraznos, combinados con amarillo, como eran los que solía admirar cada mañana junto a Meri.
Los aromas también son distintos, y llega una brisa más fría a mi rostro húmero, me arde la garganta de tanto forzarla a mantener mis gritos dentro. Pero hay algunos que ni yo he sido capaz de contener, la mano de mi hermana enlazada con la mía es lo que me permite seguir en cordura.

—Es hora de irnos, Eli. —Su monótona voz se parece tanto a la que solía usar mamá para calmarme, que solo logra que el dolor en mí aumente. No obstante, acepto éste dolor como castigo por lo que he causado, y hago un intento en mover mis rodillas, las cuales gritan con cada músculo que trato de mover.

Recuerdo sentirme así cuando tuve mi primera clase de fútbol, me juraba a mí mismo convertirme en un profesional y así, poder ayudar a mi madre con todo lo que tenía que pagar. Ya que nunca fui muy listo, ni alto como para jugar baloncesto, ni tuve fuerza para entrar a lucha, ni siquiera fui flexible para practicar gimnasia, pero claro que era rápido y ágil, un talento que se desarrollaría en un futuro para que mi madre me regalara mi primer balón y fuera capaz de decidir, a lo que creí, que me dedicaría toda mi vida.

Sin embargo todo cambió con la ida de mi progenitora, y de pronto todo lo que alguna vez aprecié o llegué a querer, se convirtió en un capricho irresponsable según la opinión de Liliana, mas todavía conservo aquél balón casi sin aire en mi habitación, y cuando tengo problemas, pongo la palma de mi mano derecha en él y pienso en mi madre, como si se tratara de algún ritual satánico, aunque para mí es la fuerza que reunía cada día y me ayudaba a convencerme de que lo que había hecho había estado bien.
A pesar de que siempre supe que no lo fue. Tuve vergüenza incluso de ir a pedir perdón al único recuerdo que tenía de mi madre.

Finalmente mis rodillas reaccionan y soy capaz de ponerme de pie, puedo percibir ahora con mayor magnitud las heridas en mi cara.

—Necesitas ir al hospital —opina Meri, no puedo creer que todavía me hable después de lo que sucedió.

—Estoy bien... —replico.

—No, no lo estás —regaña—, no seas terco Elias, vamos...

—No —sentencio—, tu vete a casa.

Abre la boca sorprendida, y no me inmuto, estoy ya harto de no tomar el papel de hermano de mayor que debería de tener, ella es la que parece más valiente y demandante, no obstante, olvida que aquí yo soy quién causó esto, y seré yo quien lo repare.

—Eli...

—Dije que regresaras a casa —recalco—, yo me encargaré de esto América, solo vete, y si cuando regrese, ya no estás ahí y regresas con Keaslkey... lo entenderé, pero ya basta de darme órdenes. ¡Soy tu hermano mayor! ¡Yo cuido de ti! ¡Yo soy quien debe tomar la responsabilidad! ¡Yo y nadie más que yo!

Litost: Historia de un secuestro © (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora