[05] Uróboros

22.9K 1.4K 490
                                    

|In the Sun - Aron Wright|

|Because of you - Kelly Clarkson|

|Hunger - Of Monsters and Men|

|Creep - Radiohead|

|I'm not over - Carolina Liar|

|Beautiful to me - Olly Murs|

|Chocolate - The 1975|

|Seven Devils - Florence & The Machine|

|Sail - Awolnation|

|Seven nation army - The White Stripes|

|The light behind your eyes - My Chemical Romance|

|Vengeance - Zack Hemsey| » En Multimedia

→→→→

Colin O'Connor

Un crujido. Dos crujidos. Tres crujidos. Y por fin he acabado de destruir la vajilla de té que me compré en una tienda de antigüedades hace dos años.

La razón del por qué la compré me hace sentirme estúpido y lleno de ira. No puedo creer que la haya comprado solo porque me recordó a la hermana mayor de Gabriela Brown, como recientemente parece hacerlo todo, ya que aquella chica desde los ocho años se la pasaba alardeando acerca de conocer a un príncipe y vivir en un castillo bebiendo en tazas de té todos los días.

Cuando caminábamos juntos a los helados Ben & Jerry's, siempre la veía observar aquella vajilla de té en la tienda de antigüedades. Ella nunca fue fanática del rosa, y aún así había algo en aquella taza, que provocaba un brillo inusual pero hermoso en sus ojos.

No sé porqué la sigo conservando después de tantos años, es decir ¿qué era lo que esperaba? ¿Qué ella llegaría mágicamente a tomar té? ¿Qué si algún día llegaba a verla de nuevo me perdonaría por haberla abandonado al regalarle la vajilla que siempre quiso?

Soy imbécil, me digo.

Tomo la mesa de vidrio del comedor y la vuelco con todas mis fuerzas, haciendo lo mismo con los retratos encima de mi chimenea, sintiendo mi ropa mancharse de sangre y sin poder dejar de sentir el dolor interno.

El último retrato de la esquina cae, se rompe en pedazos, pedazos que se incrustan hasta en mis zapatos de marca y no puede importarme menos, respiro agitadamente y mi mirada queda clavada en la foto.

Dos chicos, abrazados, un chico que podría iluminar toda una cueva con su sonrisa de felicidad, alto por lo que se ve, alegre, y una chica justo a su lado, de un cabello ondulado negro y hermoso hasta los hombros, siempre más baja que él, con dos ojos de color miel con motitas verdes, unos llenos de esperanza y belleza.

En aquella foto parecen casi inseparables, parece ser una sola alma dividida en dos cuerpos. Un pensamiento bastante ilógico, sin embargo no le hallo otra explicación a la constante sensación que tengo sobre una parte de mí perdida, en un lugar oscuro, lleno de soledad, enojo y pena.

El reloj en mi sala suena, haciéndome saber que son las doce del mediodía, no puedo creer que ya haya pasado una hora desde que Peiryn se fue, ya es hora de que me vaya, tengo que hacer que este día dure, ir a con mi madre y al final ir al show de Miranda. Por más que todavía siento ganas de destruirlo todo, sé también que nada de lo que haga va a cambiar el hecho de que no la volveré a ver jamás. 

Me dirijo al lavamanos, enjuago mis lastimadas y rasposas palmas, debo tallar con fuerza mi nudillos negros, observando la sangre correr junto con la corriente de agua hasta desaparecer en el desagüe. Tomando una toalla y terminando de secarme, confirmo tener mi cartera y llaves en mi bolsillo trasero, una vez que lo confirmo, salgo de la casa, pasando de nuevo por los pedazos de Uróboros que no tengo ni las ganas, ni la energía de recoger, y peligrar de nuevo al encontrar otra cosa que haga que termine sin muebles de vidrio.

Litost: Historia de un secuestro © (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora