Génesis De Imperio: Precuela [Saga Elementos]

21. Las Guerreras

Canción: Born Ready - Dove Cameron

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Habían convocado otra reunión, esta vez los Herederos no estaban invitados pero al ver salir a su padre Nore decidió que acompañaría a Leanne esa tarde. ¿Qué pensaría ella de lo que se había enterado? ¿Ayudaría o ignoraría a su gente? ¿Cómo sería cuando ella gobierne?

Las preguntas se acumulaban mientras cruzaban los pasillos del castillo, hablando de una cosa y la otra. Si era cierto que ella era la heredera legítima… ¿Todo eso sería de su propiedad? ¿Cómo había pasado su familia de la monarquía a la piratería?

Una puerta se abrió, la bruja de pelo largo recogido en trenza, ojos azul claro y verdoso y rubia salió echando humos. Nore y ella conectaron miradas enseguida.

–¿Otra vez tú?– Soltaron ambas. Nore se calló y Verena continuó hablando:–. Los Herederos como ustedes no estaban invitados hoy.

–¿Y qué nos diferencia de tí?– Le preguntó Leanne.

–Que soy un arma de doble filo– le sonrió–, no una subordinada. A propósito, felicidades por tu compromiso.

¿Compromiso?

Nore y Leanne se miraron confundidas

–¿Tu rey– una palabra calculada, no padre, rey– no te ha dicho nada?

Al ver la intriga en los ojos de ambas, por empatía, reveló un poco más de lo que debía.

No pases, le mandó el mensaje a su padre antes de dirigirse a ellas, dame cinco minutos.

–No solo es la corte del rey, de la que hacemos parte, quién está presente hoy– avanzó un poco por el pasillo, esperando que ellas la sigan y se alejen de la puerta–. También es el consejo del rey, están tomando medidas respecto a una situación al norte y de paso han hablado de tu futuro como reina. Y, pero aún, los virreyes.

Esos eran mejor evitarlos.

Llegaron hasta un balcón abierto que daba directo a los jardines reales, cuya flora formaba laberintos. Verena se apoyó del balcón y se dirigió a ambas herederas.

–Como sabrán, el rey no es más que un representante de su consejo, quien defiende la posición de ellos en cualquier debate de la corte, al igual que nuestros padres, el Consejo de Virreyes. El consejo se niega a enviar municiones a La Cordillera, debatir algunas leyes de matrimonio infantil, los derechos de los mineros, los indígenas, las quejas del sur y quieren plantear un censo en la migración a la Isla. Esos son temas que quizá salgan a la luz en una reunión con ustedes– se dirigió a Leanne–, pero a tí te compete que planeen tu compromiso.

–¿Cómo van a querer negociar esos derechos cuando la esposa y madre de los hijos del duque de Adamina es menor que nosotras?– Preguntó Nore con ironía pensando el la pobre chica de dieciocho años lidiando con el hombre cuarenta y un años mayor y dos niños y una más en camino para el próximo año.

–¿Con quién?– Preguntó Leanne con el mismo pensamiento–. ¿Quiénes son mis opciones?

–Aristócratas, son la mayoría de los candidatos. Sería un matrimonio arreglado, Leanne. Quizá sea mayor, menor, guapo, feo, alto, bajo… tendrá dinero, es lo único seguro. Pero existe la probabilidad de que lo conozcas.

–¿Y por qué me lo dices?

Verena se encogió de hombros.

–Es tu derecho saberlo.

–¿Y qué pasa en La Cordillera?– Le preguntó Nore.

Verena la miró con sigilo.

–Las aves, aún no identificadas, volaron hasta las montañas nevadas y provocaron ataques, eso y que el frío ha descendido hasta veinte grados bajo cero en algunas zonas. Hay campañas de ayuda humanitaria, la mayoría somos jóvenes, llevamos comida, abrigos y algunos materiales de primeros auxilios.