Parte IV: Ellos.

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Capítulo dedicado a Mickey. Gracias por estar ahí ❤️

12/06

Narrado por Christian.

Decir que está fría es poco decir. Sus ojos no brillan cómo recordaba, sus pensamientos parecen tan lejanos como el primer día que la vi en la cubierta del barco. Siento su tristeza a través de una gruesa muralla de hielo.

No estoy seguro de si es mi culpa, porque ayer fue una persona completamente diferente, aunque intuyo que se debe a otra cosa, a algo peor.

Recuerdo sus demonios internos y, en un acto de valentía, tomo su mano y la acaricio con suavidad. Siento como ella se tensa levemente antes de aceptar mis caricias, cerrando los ojos llorosos y dejándose llevar.

Y lo entiendo, porque siempre he sabido que ella cae, cae en un abismo sin fin. Pero esta vez no me deja atraparla, no me deja llegar hasta ella, porque lleva mucho más tiempo cayendo y no logro alcanzarla. No me deja ser su héroe.

Contengo un suspiro de derrota y apoyo mi frente sobre su hombro, logrando oler brevemente el delicado perfume a jazmín que de ella emana.

Luego hablo.

- Me quedaré a vivir en Boston, Em.

Ella me mira, luego de horas sin hacerlo. Sus ojos dorados relampagueando con furia en la cafetería oscura; la luz de fuera impactando suavemente en su rostro. Me siento totalmente embelesado, sumergiéndome en ese tormentoso mar de oro infinito, que esconde tantos tesoros como naufragios.

- ¿Cuándo?

- Mañana.

Ella asiente antes de perderse de nuevo en sus pensamientos. Me incorporo, observándola intensamente, grabando cada detalle de sus facciones, a sabiendas de que no se dará cuenta.

Su voz me sorprende, sonando extrañamente aterciopelada. Llevo mi mirada a sus labios sin notarlo; tampoco noto el ligero sonrojo en sus mejillas, consecuencia de mi acción.

- Seguiré viajando... Podría escribirte una carta por cada lugar que conozca; sólo necesitaría una dirección.

Asiento, con un esbozo de sonrisa en mis labios.

- Me parece una buena idea. Aunque no podré contestarte.

Esta vez ella es quien me observa de forma intensa, logrando que el oxígeno se atore en mis pulmones al ver como redefine mis rasgos con solo pasar sus orbes por ellos.

- ¿Importa acaso? Sólo necesito que pienses en mí, Christian. Eso es todo.

Mi mirada cae hasta mis dedos, sorprendido con su respuesta.
***
13/06

La abrazo con fuerza, temeroso de perderla en cuanto se vaya, temeroso de no volver a verla otra vez; no la quiero soltar.

Pero el momento llega y alejo mis brazos de ella, dejando en claro que aún tengo fuerza de voluntad.

Ella me sonríe, es la primera vez en tres días y me ilumina el mundo con solo hacerlo.

- Entonces... ¿Pensarás en mí?

Por toda respuesta, tomo su mano, tiro con suavidad y la beso. Y es nuestro primer beso. Y es perfecto.

Sobre todo cuando ella lo termina sonriendo, otra vez, antes de dar media vuelta e irse, dejándome con el corazón hecho trizas y su olor impregnado en mi suéter.

Los Colores del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora