Parte III: Después III

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23/05

Mi respiración se atora en mis pulmones. Las lágrimas caen como cataratas. Y el retrato a lápiz que sujetaba con los dedos se desliza, danzando sobre el aire, hasta el suelo. Me encojo sobre mí misma gimiendo, mientras aquellas largas garras afiladas desgarran mi mente por dentro.

La angustia crecía en mí por segundos y llevo ambas manos hasta mi cabeza, tirando fuertemente de mi cabello, demasiado desesperada para pensar con claridad.

Más lágrimas, más dolor, más gemidos, más gritos. Más. Y es un círculo vicioso que se repite y se repite.

Porque da igual; da igual estar bien, da igual no llorar, da igual reír como un niño. Mientras más ilusiones creas, más fuerte es la caída, más profundo caes, más cuesta salir.

Unos ojos azules relampaguean contra la oscuridad de mis parpados cerrados. Pero es tan rápido, tan efímero, que se esfuman y creo que lo he imaginado.

Y sigo llorando mientras siento el cansancio caer sobre mis hombros como un pesado bloque de granito, mientras entiendo que tan harta estoy de la vida, mientras comprendo que me quedan pocas razones por las que continuar en este tortuoso camino.

Los Colores del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora