¿Fin de las cosas con James?

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El doctor se fue y James y yo nos miramos preocupados. No nos podíamos creer lo que acabábamos de escuchar. Yo no podía estar embarazada, y mucho menos de James...

-¡Carmen! -Gritó Lars abriendo la puerta de golpe.

Lo que me faltaba. Habían llegado todos a verme. Ni que me estuviera muriendo, sólo fue un desmayo.

-Hemos venido en cuanto nos hemos enterado. -Dijo Kirk.

Eso me hizo replantearme la sanidad de este país, ya que llevaba allí un día.

-¿Cómo te encuentras? -Preguntó Laura preocupada.

Yo ni podía articular palabra debido al aún reciente trauma que sufrí al enterarme de que estaba embarazada.

-Carmen, cariño, ¿estás bien? ¿Por qué no hablas? -Preguntó Lars sentándose a mi lado.

Miré a James en busca de ayuda y él me miró a mí. Estábamos igual de traumados. Jason al ver esto se acercó a mí.

-¿Pasa algo? -Susurró.

Asentí lentamente y le miré. Suspiró, se incorporó y le dio un ligero golpe a James para que reaccionase.

-Sólo... Desmayo... Yo... Ella... No es grave.

Lars nos miró desconfiado y se dio cuenta de que algo pasaba. James y yo no dejábamos de mirarnos con culpa, por lo que a Lars se le encendió un pequeño aviso en la cabeza diciéndole que había problemas.

-Ya veo. -Dijo serio. -¿Podéis dejarnos a solas?

Todos asintieron y se fueron, menos Jason, que tuvo que empujar a James para que reaccionara y se fuera. Cuando nos quedamos sólos Lars empezó a hacerme un interrogatorio al que yo no respondía. Que si le había vuelto a engañar, que si sabía por qué me había desmayado... En realidad sólo escuché esas dos preguntas porque me vino una náusea y me quedé mirando a ninguna parte recordando aquel bebé que crecía en mi vientre. Me agarré con fuerza la tripa como esperando que con eso pudiera abortar, pero como es lógico, eso no sucedió. Mientras tanto, Lars se desesperaba más a cada pregunta sin respuesta. Empezó a darle puñetazos a la silla que había al lado de la cama del hospital y me gritaba, pero yo no escuchaba nada.

-¡Respóndeme, joder! -Gritó con toda la rabia y desesperación posible.

Empezó a sacudirme y volví al mundo real, aunque seguía sin escuchar lo que decía. Soltó otro grito, y con ello otra pregunta sin respuesta. Le miré a los ojos con cara de culpa y él me dio un puñetazo. En ese momento todo mi mundo se paró. Me llevé lentamente la mano al lugar donde me pegó y lo acaricié debilmente. Lars se quedó aún más shockeado que yo. Los dos nos miramos a los ojos en silencio esperando una respuesta del otro. Sin darme cuenta, una lágrima se deslizó por mi mejilla, pasando por el lugar del golpe. El contraste de la lágrima fría y mi cara ardiendo me estremeció y me hizo darme cuenta de lo que estaba pasando. Lars se sentó en la silla y se llevó las manos a la cabeza con desesperación. ¿Qué le había pasado? Llevábamos casados algo más de un mes y había cambiado por completo. Lars era un chico atento y divertido, aunque poco correcto. Y ahora sólo era una especie de monstruo que se había dejado llevar por los celos hasta el punto de llegar a pegar a su mujer. De pronto la puerta se abrió interrumpiendo aquel tenso momento.

-Señora Ulrich -Ese apellido dolió en ese momento. -Ya puede irse a casa, está todo correcto.

Asentí y se cerró la puerta. La verdad es que no vi quién me dijo eso. Miré a Lars y me senté al borde de la camilla, quitándome con cuidado una aguja que tenía en el brazo por donde me metían suero. Esperé alguna disculpa, pero no la encontré. Cogí mis cosas y me vestí. Me recogí el pelo en una coleta dejando por mi cara un mechón más corto que no llegaba al coletero y me volví a sentar. Lars levantó la cara y me miró.

-Estás preciosa... Te dije que las coletas te sentaban bien...

Suspiré y miré al suelo. En cierto modo entendía que Lars no se disculpara, y era por la misma razón que no lo había hecho yo: el sentimiento de culpa sumado al dolor que causó la otra persona. Me fijé en sus manos y me di cuenta de que estaban sangrando por uno de los puñetazos que le dio a la silla. Cogí sus manos con delicadeza y las limpié aprovechando que estábamos en un hospital.

-A veces te pasas un poco con los muebles. Ellos no tienen la culpa de tus enfados. -Dije intentando suavizar la situación.

Lars sonrió. Cuando acabé de curar sus puños me miró, pero yo sólo podía mirar al suelo. Tomó una de mis manos con delicadeza y con la otra me hizo mirarle.

-Lo siento. -Dijo con total sinceridad.

-Yo también.

Sonrió con ternura y me dio un suave beso en los labios. James abrió la puerta de la habitación rompiendo el momento.

-Perdonad, es que me han dicho que os avise de que tenéis que dejar la habitación libre ya y... ¿Eso es un moratón? -Dijo fijándose en mi cara.

-James, acompaña a Carmen a casa. -Dijo ignorando el tema.

-¿No vienes tú? -Dije apenada.

-No puedo, cariño.

Me dio un beso en la frente y se fue dándole un golpe a James a la salida.

Ya en el coche de James y llegando a mi casa, las cosas estaban muy incómodas entre nosotros. Paró justo delante de mi portal, pero no le quitó el seguro a las puertas.

-¿Te ha pegado? -Dijo sin soltar el volante.

-James, son cosas que no te interesan.

-¿Que no me interesan? ¡¿Que no?!

James se desabrochó el cinturón, tumbó mi asiento y se puso encima de mí con una sonrisa triunfante.

-James, apártate.

Pero James hizo caso omiso a lo que dije. Empezó a darme besos en el cuello e intentó desabrocharme la blusa, pero le di un manotazo, a lo que él respondió sujetando mis muñecas contra el asiento con sus fuertes manos. Se acercó a mi cara y me robó un beso. Hecho esto, se quitó y volvió a colocar mi asiento. Le miré con asco e intenté bajarme del coche, pero James me sujetó del brazo.

-Carmen, no quiero que vuelva a hacerte eso. -Dijo apenado.

-James, no tiene que ver contigo, déjame.

-Carmen, te quiero.

Dicho esto me soltó el brazo para dejarme ir. Le miré a los ojos mientras abría lentamente la puerta para luego cerrarla.

-Quiero una prueba de paternidad. Necesito saber de quién es el hijo.

James asintió de mala gana y me hizo un gesto para que me fuera. Pasé por delante del coche y antes de entrar a casa di un golpe a la ventana de James para que la bajase.

-¿Qué?

Le di un beso en la mejilla y me aparté lentamente del coche.

-Yo también te quiero, James. Pero sabes que no puede ser.

Suspiró apenado y me dedicó una sonrisa triste. Hecho esto, entré a casa y me apoyé en la puerta suplicando una y mil veces que el hijo fuera de Lars. ¿Cómo iba a salir de ésta si no fuera así?

Ride the lightningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora