El chirrido de la puerta al abrirse fue lo primero que escuchaste al llegar a casa. Sin contener la emoción, te adentraste en el lugar con pasos enérgicos, extendiendo los brazos y exhalando con alivio.
—¡Por fin en casa! —gritaste con una sonrisa que se ensanchaba al recorrer con la mirada cada rincón familiar.
Tu voz resonó en el espacio y, como si fuera una señal, dos respuestas no tardaron en llegar desde atrás.
—¿Y qué? ¿Acaso nuestra compañía no fue suficiente en el viaje? —se quejó en broma tu padre, dejando las maletas junto a la entrada.
—Ya ves, Jorge —siguió el abuelo con fingida indignación—. Ni siquiera hemos subido y ya nos está echando.
Soltaste una risa y giraste sobre tus talones para mirarlos con burla.
—No sean dramáticos, ustedes también extrañaban su camita, no me engañen.
Ambos hombres fingieron pensarlo por un segundo antes de asentir.
—Tienes razón, mi espalda necesita su colchón de confianza —admitió tu padre.
—Y la mía su sillón de siempre —agregó el abuelo, avanzando con lentitud hacia la sala.
Los seguiste con la mirada, conteniendo una sonrisa mientras recorrías cada detalle de tu hogar. La tienda de películas en la planta baja, el lugar donde habías crecido entre cintas y pósters de cine, seguía igual que siempre. El aroma a madera vieja y el sonido del reloj colgado en la pared te dieron la bienvenida como si nunca te hubieras ido.
Había algo reconfortante en volver después de tanto tiempo. Tu cuarto, el sonido de la televisión en la sala, la cocina pequeña donde tu abuelo solía preparar café en las mañanas... Todo estaba ahí, esperándote como si el tiempo se hubiera detenido.
Suspiraste y dejaste caer tu mochila en el sofá, sintiendo que una parte de tu alma volvía a encajar en su sitio.
—Bueno —dijo tu padre, estirándose—, después de este largo viaje, solo queda una cosa por hacer…
—¿Dormir? —preguntaste con esperanza.
—No, desempacar.
Bufaste, haciendo una mueca.
—A veces olvido lo cruel que eres, papá.
Tu abuelo rio desde su sillón.
—No te preocupes, niña, seguro mañana ya se le pasa… o en una semana.
Sonreiste y negaste con la cabeza. Estabas de vuelta en casa. Y, aunque las vacaciones habían sido un respiro, sabías que lo más interesante estaba por venir.
Porque había alguien que aún no te había visto regresar.
Y no tardarías en buscarlo.
...
Estabas en tu habitación, sumergida en la tarea de desempacar la ropa de tu maleta. Con la música a un volumen bajo, disfrutabas del momento tranquilo, mientras organizabas los dibujos que tu prima Sofía te había regalado como recuerdo, junto con algunos recuerdos de turismo que tus tíos te habían dado. Las pequeñas piezas de arte de Sofía eran tan precisas y llenas de vida que te costaba no detenerte y admirarlas una y otra vez.
En medio de este proceso, tu teléfono vibró sobre la cama, interrumpiendo su concentración. Al mirarlo, viste el nombre de Blanca en la pantalla.
Blanca:
¿Ya llegaste a la ciudad?Sonreiste, contenta de recibir noticias de tu amiga, y escribiste rápidamente:
Sí, justo acabo de llegar. Estoy desempacando. ¿Y tú?
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𝐍𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐨 | ᴹᵉʳˡⁱⁿ ˣ ᴸᵉᶜᵗᵒʳᵃ
FanficMerlín, un joven apasionado por la tecnología y las películas antiguas, descubre una tienda que parece sacada de otra época. Cada día, se siente atraído por un misterioso "chico" que trabaja allí, cuyo aire enigmático y conocimiento cinematográfico...